Hewitt quiere revancha ante Federer y Agassi, la gloria

NUEVA YORK (DPA) – Los organizadores del US Open no pueden quejarse. Las semifinales de hoy ofrecen dos platos tentadores. La revancha de la final del año anterior, entre Roger Federer y Lleyton Hewitt, y el duelo del legendario André Agassi con Robbie Ginepri.

Federer es el candidato a conquistar el título en Nueva York por segundo año consecutivo. Lleva 33 victorias en pista dura, sólo perdió tres partidos en la temporada, y ante David Nalbandian dio cátedra.

Ante el suizo, en «semis», se levanta un obstáculo importante. Hewitt, quien no la pasó nada bien ante el finés Jarkko Nieminen en cuartos, tiene sed de revancha por la derrota del año anterior en la final.

Más allá de su excepcional momento y de los antecedentes a su favor, tiene un récord de 10-8 ante Hewitt, con victorias en los últimos ocho enfrentamientos, Federer sabe que no puede confiarse.

Federer tiene en claro que Hewitt no sólo está esperando una revancha de la final perdida el año anterior, sino también pegar un golpe que lo ayude en algún momento a recuperar el número uno del mundo que el suizo le birló hace tiempo.

El suizo pretende convertirse en el primer tenista en obtener dos temporadas consecutivas la doble corona de Wimbledon y el US Open.

La otra semifinal tiene menos historia, pero promete ser de alto voltaje emocional, entre el inextinguible Agassi, de 35 años, y su joven compatriota Ginepri, de 22 años y la sorpresa del certamen.

Agassi, ocho veces campeón de torneos de Grand Slam, pretende seguir escribiendo historia y levantar por tercera vez el trofeo del US. Open. Su mérito esta vez sería aún mayor, no sólo por su edad, sino también porque sus problemas físicos.

La mayoría del público apoyará a Agassi, casi un objeto de culto para los neoyorquinos.

En este «Súper sábado» en Flushing Meadows, ya que por la noche se disputará también la final femenina, la responsabilidad será toda de Agassi, quien se hizo cargo en soledad de la ilusión de los fans estadounidenses de tener a uno de los suyos en la final, desde la primera ronda, cuando Andy Roddick fue eliminado.