Hipersensibles al dolor sin causa aparente
Hay pocos médicos entrenados para dar un diagnóstico de fibromialgia; un estado que, sin amenazar en sí la supervivencia, empeora muchísimo la calidad de vida. Los reumatólogos suelen recibir a estas pacientes -en su mayoría mujeres- aquejadas por permanentes dolores musculares y articulares que, como característica distintiva, no presentan ningún marcador clínico típico de una enfermedad reumatológica en radiografías ni en análisis clínicos.
Muchas veces ellas han deambulado de un consultorio en otro y ningún médico ha logrado dar en la tecla. Incluso las personas que conviven con estas pacientes suelen dejar de dar crédito a los permanentes dolores que ellas refieren, el cansancio, la frecuente irritabilidad que se ha vuelto crónica.
Hasta hace nos años los que daban cuenta de este tipo de cuadro lo llamaban neurastenia o fibrositis; hoy lo llaman fibromialgia, y el tratamiento que se propone -por el enfoque y por las medicaciones que se usan, en el rango de los psicofármacos- dista bastante del resto de las enfermedades que tratan habitualmente los reumatólogos.
Básicamente, definen a la fibromialgia como un estado de vulnerabilidad generalizada del sistema nervioso central, en que la persona adquiere una sensibilidad exacerbada para el dolor. Pero lo cierto es que es, en buena parte, un enigma para los médicos. De hecho, cabe aclarar que algunos ni siquiera la consideran una enfermedad.
La única realidad parece ser el dolor. En su visita a la Argentina el profesor Anthony Dickenson, especialista en analgesia del departamento de Farmacología del University College London, del Reino Unido, comentó que «muchos médicos han dudado acerca de si la fibromialgia es realmente un síndrome, pero nosotros sabemos con seguridad que los pacientes tienen una respuesta anormal al dolor, así como fatiga, ansiedad, depresión y otros síntomas». Dickenson es uno de los investigadores que más trabajó en las nuevas líneas de tratamiento farmacológico de la fibromialgia.
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