Historias de “Lopecitos”
Otra vez un José López aparece como el gran responsable –y “chivo expiatorio”– de las lacras que el peronismo entroniza cuando está en el poder. Nuevamente un José López se cuela en la historia nacional de la infamia, como encarnación de ese “lado oscuro” que el peronismo –y gran parte de la sociedad– soporta con naturalidad mientras los vientos son favorables y que produce un gigantesco trastorno, vergüenza e indignación cuando las circunstancias le son adversas y llega la hora de ventilar la casa, descorrer alfombras, abrir armarios y recorrer los sótanos. El personaje viene a ocupar el lugar del “monje negro”, “mosca blanca”, “porta-valijas”, operador en las sombras, eminencia gris, administrador de los fondos que se recaudan por derecha o por izquierda en nombre del Estado –o del “proyecto”– y van a parar a la caja política o a los bolsillos personales de quienes integran los círculos de confianza del elenco gobernante.
Cuando llega el momento de la retirada del poder o salida del gobierno, se pretende depositar en ellos toda la responsabilidad por delitos, venalidades y corruptelas cometidas. Que las culpas recaigan en ellos y no en quienes los colocaron allí. Este José López que ahora aparece en el primer plano protagonizando un escandaloso papelón, detenido cuando intentaba ocultar 8,7 millones de dólares en un convento, cumple con todas las condiciones para representar al canalla o villano de la película por parte de quienes intentarán rescatar “el legado de Néstor y Cristina” de su matriz corrupta. Pero este José López no es Antonini Wilson ni Leo Fariña, últimos eslabones de una cadena con varias intermediaciones. Este José López manejó el mayor presupuesto de obra pública de la historia nacional, como secretario del ministro Julio De Vido durante los doce años de kirchnerismo en el gobierno.
La reacción de CFK ante la detención in fraganti de López supone una confesión de partes: “Yo quiero saber quiénes son, además del Ing. López (secretario de Obras Públicas durante mi gestión), los responsables de lo que pasó. El dinero que el Ing. López tenía en su poder, alguien se lo dio. Y no fui yo (…) Cuando alguien recibe dinero en la función pública es porque otro se lo dio desde la parte privada. Esa es una de las matrices estructurales de la corrupción a lo largo y a lo ancho de nuestra historia y de la universal”.
Como José López Rega, aquel oscuro cabo de la Policía que llegó a ser secretario personal de Perón y superministro del tercer gobierno peronista, responsable de la Triple A y otros latrocinios, caído en desgracia recién en 1975, cuando escapó del país con otras valijas repletas, ahora este José López, ingeniero civil que administraba la trastienda financiera del kirchnerismo, vendría a cumplir el papel de estafador que supo engañar y aprovecharse de la buena fe y la confianza de Néstor y Cristina. En medio del marasmo en que quedó sumergido el kirchnerismo, se empezaron a oír las voces que lo acusan de “traidor” e “infiltrado”. Ni siquiera De Vido –se pretende– estaba al tanto de sus operaciones. Un cuento difícil de creer para una historia que va dejando en evidencia los secretos inconfesables del relato que nos vendieron o pretendieron vender. Llegó la hora de hacerse cargo, no sólo ante la Justicia, de esta estafa a la confianza de la sociedad.
Del siniestro López Rega al patético José López –la primera como tragedia, la segunda como farsa–, mucha agua –sangre y dinero– han corrido bajo el puente de la historia nacional. Este guardián de la caja y sepulturero del relato no se dedicó a matar opositores, simplemente recaudaba y repartía. Pero el peronismo –y gran parte de la sociedad argentina– se vuelve a encontrar frente al espejo de nuestra historia, en la que personajes así resultan funcionales al montaje de una escena que la mayoría admite, vota y vuelve a elegir. Cuando el espectáculo concluye y nos deja en ascuas, cae el telón y nos toca reconocer que la realidad era muy otra. Y no sólo por culpa de los Lopecitos…
*Politólogo y periodista
Del siniestro López Rega al patético José López –la primera como tragedia, la segunda como farsa–, mucha agua, sangre y dinero han corrido.
Datos
- Del siniestro López Rega al patético José López –la primera como tragedia, la segunda como farsa–, mucha agua, sangre y dinero han corrido.
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