HISTORIAS PATAGONICAS: Puerto Pañuelo no era un istmo sino costa frente a un islote
» Solo una playa frente al islote. La foto tomada en 1917 por el periodista Emilio B. Morales demuestra que en lo que ya se llamaba Puerto Pañuelo, sólo las aguas del Nahuel Huapi mediaban entre el islote y la playa. Apenas se avistan unos troncos a manera de pilotes para un amarradero futuro. Como es fácil deducir, los planes de consolidar el lugar como puerto lacustre no estaba en los planes del entonces territorio nacional. El istmo puerto fue construido muchos años después.
» Buena prensa para el Nahuel Huapi. La fascinación por llegar al gran lago durante el quinquenio de 1916 a 1921, resultó fogoneado desde los diarios porteños por las crónicas aparecida luego de viajes periodísticos de talla. Las crónicas de Ada Eiflein aparecidas en La Prensa en 1917 y las de Emilio B. Morales del año siguiente en La Razón, precedieron a las del primer enviado en avión (1921) del diario La Nación al lago, y en el primer vuelo de la historia regional (no había aeródromo o pista alguna). El periodista era Guillermo Estrella. El otro pasajero: George Newbery, y el piloto, el mayor Kingsley. Las notas repercutieron tanto, que cuando empezaron las de la casi burlesca «búsqueda del plesiosauro» en 1922, fue creado el Parque Nacional del Sud (sic).
» Viajeros sacrificados en tren de encanto. La repercusión de entonces era mucha pero nada cómodos los medios de transporte para la gran distancia a salvar entre Buenos Aires y el lago. El ferrocarril (del Estado) al lago estaba paralizado y en 1917, cuando viajó Emilio B. Morales, se usaba el ferrocarril inglés a Neuquén. Allí desde 1915 había una línea regular aunque esporádica de automóviles al lago, conducidas por los hermanos Amaranto y Jacinto Suárez, entre otros «chauferes». Los caminos y los paradores eran deplorables, a lo que se sumaban dificultades viales y transportadoras en la zona plagada de bellezas.
» La empresa de autos de Amaranto. De su viaje a Bariloche, el periodista Morales comentó que para entonces (1917) la «Empresa Amaranto Suárez sale (de Neuquén) todos los lunes haciendo el servicio (hasta el lago Nahuel Huapi) con dos autos F. N. de 45 caballos». Tenía el mismo recorrido que los transportes oficiales que llevaban correspondencia, carga y también pasajeros. La empresa de don Amaranto (que llegó a ser intendente de Neuquén) contaba con tres autos para los casos extraordinarios y una chata para equipajes o encomiendas. La línea Suárez quedó inaugurada en noviembre de 1915.
» Turismo con apoyo policial. Según los datos que aportó el periodista Emilio B. Morales en su libro guía «Lagos, selvas y cascadas» en la segunda década del siglo XX, en la región de Nahuel Huapi «hasta ahora las excursiones se hacen con alguna dificultad debido a que se carece de medios de transporte como carruajes, mulas o caballos. El único contratista de esos servicios en el pueblo hace pagar 6$ por cada tres leguas». La policía local apoyaba el desplazamiento de los pocos turistas que llegaban cediendo un par de caballos. Y según Morales, no solamente los caballos, ya que «…se puede hacer una interesante excursión en la lancha de la policía, que generalmente se cede a los turista a condición de que adquieran la nafta y aceite para ponerla en movimiento. El cajón de combustible se cotiza a 22 pesos, siempre que las dos o tres casas comerciales de la localidad disponga de la mercadería».
» Una excursión lacustre en 1917. Emilio B. Morales aconsejaba salir «a las 5 de la mañana, que es la mejor hora para navegar en el lago, cuya tranquilidad se asemeja a un lecho de cristal…» Con un cajón y medio de combustible se podía hacer un recorrido desde Bariloche a Playa Bonita, Puerto Moreno, islas Huemul, de las Cabras y de las Gaviotas. «En esta última se encuentras huevos y pichones de gaviotas, avutardas y bandurrias». En Puerto Sábana donde se pescaban truchas «producto que se exporta a Bariloche y Puerto Moreno» se apeaban para ver los manzanos de las misiones jesuíticas. El recorrido insumía seis horas y media de navegación y paradas.
FRANCISCO N. JUÁREZ
fnjuarez@sion.com
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