Hizbollah proclamó su victoria sobre Israel

Realizaron un acto en las afueras de Beirut. Estuvo el líder de la milicia extremista.

BEIRUT.- Cientos de miles de libaneses proclamaron ayer en los suburbios chiítas de Beirut, devastados por las bombas israelíes, la victoria «histórica y divina» del Hizbollah frente al Estado hebreo, en presencia del líder de la milicia, Hassan Nasralá, quien no aparecía en público hace más de dos meses.

Rodeado de guardaespaldas, con gesto sonriente pero desafiante y mostrando una vez más su talento a la hora de dirigirse a las masas, Nasralá pasó por alto las amenazas de muerte lanzadas por Israel y participó en una gran fiesta organizada por la milicia que dirige desde 1992.

«Hemos conseguido una victoria divina, histórica y estratégica», aseguró el dirigente, de 46 años, quien vivió escondido desde el 12 de julio, cuando comenzó la ofensiva de 34 días entre Hizbollah y el Estado hebreo, tras el secuestro de dos soldados israelíes por parte de la milicia.

Haciendo oídos sordos a las exigencias internacionales, Nasralá subrayó que el Partido de Dios, con un gran poder en el sur del país, no renunciará a las armas mientras el Estado libanés no sea capaz de defender verdaderamente a los ciudadanos frente a la amenaza israelí.

«No decimos que las armas tengan que estar presentes eternamente (…) pero desarmar a la resistencia bajo las órdenes de este Estado y este régimen en este momento significa dejar Líbano expuesto a las bombas y los crímenes israelíes», recalcó.

La ofensiva israelí contra Hizbollah no consiguió destrozar el arsenal del movimiento, que respeta la tregua pero no está dispuesto a entregar sus armas, como indica la resolución 1701 de la ONU, que fijó las bases de este alto el fuego.

Según este texto de Naciones Unidas, las únicas presencias armadas en el sur del Líbano deben ser en adelante el ejército libanés y las fuerzas de paz de la ONU.

«No hay ejército en el mundo que pueda desarmar a Hizbollah (…) La resistencia posee más de 20.000 cohetes y es más fuerte de lo que era en julio, más fuerte de lo que ha sido nunca», celebró Nasralá.

Centenares de miles de personas venidas de todo el país se reunieron en estos barrios del sur de Beirut en medio de grandes medidas de seguridad para proteger a los dirigentes del Hizbollah de una posible agresión israelí.

«Nasralá, Nasralá, la victoria es nuestra», repetían los presentes, ondeando banderas amarillas de la milicia y retratos gigantes de Nasralá.

La manifestación, una verdadera muestra de la fuerza real del Hizbollah, se celebró 40 días después de la entrada en vigor del alto el fuego con Israel, cuyo ejército sigue sin embargo presente en algunos puntos del sur del país.

Según la cadena de televisión de Hizbollah, Al Manar, esta fiesta del Hizbollah fue una especie de «referéndum» a favor de la milicia y su resistencia armada.

Interrumpido a menudo por las ovaciones de la multitud, Nasralá recordó que «sin ayuda de Dios» un «puñado de combatientes» nunca habría podido derrotar al ejército más preparado de la región.

El Estado hebreo, que había garantizado que sus tropas saldrían del sur de Líbano una vez que los cascos azules de la ONU desplegados en la región llegaran a 5.000, sigue ocupando posiciones en el país vecino.

Según la ONU, tras la llegada de los contingentes español, francés e italiano en los últimos días, ya se ha alcanzado la cifra de 5.000 cascos azules en Líbano, con lo cual, la salida de las tropas israelíes parecía cuestión de horas.


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