Horno multipropósito para enfrentar la crisis

Desarrollan proyectos en el oeste neuquino.

NEUQUEN (AN).- Pensar en un horno de ladrillo dentro de una vivienda familiar o construido a metros de la puerta de entrada parece de otra época. Pero ahora es una respuesta a la crisis porque sirve para calentar el ambiente en el invierno, satisfacer las necesidades básicas de la alimentación y convertir esa energía en una salida laboral.

El horno es una invitación a la autogestión y al trabajo comunitario en pleno siglo XXI, en el alma de la toma Almafuerte II y Balsa las Perlas a orillas del río Limay. El horno de ladrillo puede ser una herramienta para desplegar el ingenio y generar posibilidades de trabajo que permitan enfrentar la crisis.

Así lo entienden Gregorio Gallinal y Andrés Rabassa, integrantes de la Agrupación Siglo Patagonia e impulsores del proyecto denominado «Al calor de los hornos», que tiene como fin la construcción de hornos ecológicos destinados a grupos desplazados del mercado laboral. Ellos ofrecen desde el asesoramiento hasta el diseño del horno y los beneficiarios se encargan de «levantar» la estructura de ladrillo, arcilla y metal.

La idea es sencilla y consiste en transferir tecnología y refundar el trabajo comunitario entre los vecinos, amigos o familiares.

 

Otras dos propuestas

 

Hasta la fecha, la iniciativa se materializó en dos familias que montaron el horno de ladrillo en sus casas. Una en Balsa las Perlas – provincia de Río Negro- y otra en la casa de Pablo Méndez, ubicada en la toma Almafuerte II del oeste neuquino (ver aparte). Aunque hoy mismo se levantarán dos estructuras más en la zona de la meseta neuquina, en la toma Espartaco II y Colonia Nueva Esperanza. En ambos casos sus destinatarios son trabajadores informales «cartoneros» que hacen alguna «changa».

El proyecto surgió en el 2003 en el contexto de un convenio con la municipalidad de Neuquén, el arquitecto Carlos Levinton y el bloque de concejales del ARI. En ese momento la comuna tenía intenciones de insertarse dentro de la red de municipios saludables, según los programas de la Organización Panamericana de la Salud.

Pero como el programa no se concretó mediante la vía municipal, los integrantes de la agrupación tomaron la iniciativa del ARI y decidiero llevar adelante el proyecto «en pequeña escala», destinado a las personas que viven en situación de «emergencia de transición» en esta localidad.

El horno ecológico es de tipo familiar y está hecho de materiales muy nobles como ladrillo, suela cemento, arcilla y tres lozas de metal que constituyen las puertas (del horno y para la leña).

Al ser el horno con una estructura de tiro balanceado y tener regulación del aire con poca leña, no contamina el ambiente ni consume el oxígeno. Sus diseñadores le adjudican tres particularidades: es económico, confortable y saludable, además de poner el acento en sus funciones para cocinar y calentar la vivienda.

El diseño contempla la posibilidad de empotrar el horno en la pared de la vivienda con una chimenea metálica dotada de un laberinto interno, que demora la salida del humo, con lo cual aumenta el aporte de calor. Como los ladrillos son térmicos -rechazan el calor en lugar de absorberlo- el ahorro de energía es mucho mayor. Y tiene la capacidad de cualquier horno familiar, con tres estantes para asaderas o pizzeras en su interior.

Se construye en un día

¿Cuánto tiempo tarda en construirse? Muy poco. De acuerdo a las dos experiencias que la agrupación llevó a cabo desde la concepción de la idea original, Gallinal explicó que «se puede levantar en un día» con la precaución de armar las tres puertas de metal una semana antes.

Para los mentores del proyecto el horno es importante porque abre paso a posibilidades laborales y constituye un «bien de trabajo».

Por eso reciben el apoyo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Comahue (UNC) y la fundación «Luciérnaga».

«La idea es que la construcción del horno tenga un costo cero» dijo Rabassa, y por ese motivo la agrupación busca la colaboración de fundaciones o los colegios técnicos (EPET).

Y no dudan en poner énfasis en la historia y el destino de un horno ecológico vinculado a consolidar una fuente de ingreso que ayude a «salir del estancamiento» y encarar microemprendimientos relacionados con la producción de comidas.

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