huracán con clase
Omar Narváez fue muy superior al japonés Hisataka, le ganó por nocaut técnico en el décimo y retuvo su corona OBM supermosca.
Como todo campeón, Omar Narváez puede tener altibajos y dejar dudas en algunas peleas. De hecho, varias veces debió escuchar críticas aunque, como siempre, terminó con el cinturón en sus manos. Esta vez, despejó todos los interrogantes y dio una lección de boxeo en su Trelew natal. El Huracán superó por nocaut técnico en el décimo round al japonés Hiroyuki Hisataka y retuvo por octava vez su corona supermosca OMB. Y para hacerla completa, edificó su victoria con un boxeo ofensivo y preciso ante un desafiante que mostró espíritu y fortaleza física, pero fue superado por la enorme diferencia de capacidad entre uno y otro. El público que colmó el Gimnasio Municipal Número Uno de la ciudad chubutense, agradecido. El combate tuvo un desenlace previsible en el sexto asalto. Desde entonces los puños del patagónico dieron en el blanco del asiático prácticamente sin pausa, por lo que el retador se limitó a resistir hasta que el árbitro panameño Julio César Alvarado se convenció de que más castigo era innecesario. Ni bien comenzó el pleito se vio a un Narváez que se ocupó de demostrar su boxeo inteligente, el que en la oportunidad desplegó con una vocación ofensiva mucho mayor de lo que últimamente era habitual en él. Tomó la iniciativa y disparó con variedad de destinos, con precisión y también paciencia, pero sin pausa, dispuesto a no dejar crecer al visitante. El japonés lo dejo hacer en las primeras vueltas dando visibles ventajas defensivas, pero presentándose veloz y fuerte. En el comienzo del cuarto y del quinto el asiático trató de presionar a su adversario, pero pronto el Huracán, basado en sus recursos técnicos, retomó el dominio. En el sexto Omar fue una máquina y golpeó a su oponente desde ángulos distintos y siempre con puntería, por lo que Hisataka la pasó mal, pero lo salvó su espíritu y su resistencia. Desde entonces fue un monólogo de Narváez y un martirio para el nipón, hasta que Alvarado tomó la decisión de fijar el punto final. Para el anfitrión fue la octava exposición del cetro que conquistó el 15 de mayo de 2010, ante el nicaragüense Everth Briceño por puntos, en el Luna Park. Además, fue su 27° combate mundialista, algunos de los cuales afrontó en cuadriláteros de Italia, Francia, España y Estados Unidos. El nacido en Trelew hace 38 años pasó a tener un récord conformado por 40 peleas ganadas, 21 de ellas por nocaut, una perdida y dos empatadas. Hisataka, de 28 años, quedó con un palmarés compuesto por 22 triunfos, 10 de ellos antes del límite, 11 reveses y una parda.
Como todo campeón, Omar Narváez puede tener altibajos y dejar dudas en algunas peleas. De hecho, varias veces debió escuchar críticas aunque, como siempre, terminó con el cinturón en sus manos. Esta vez, despejó todos los interrogantes y dio una lección de boxeo en su Trelew natal. El Huracán superó por nocaut técnico en el décimo round al japonés Hiroyuki Hisataka y retuvo por octava vez su corona supermosca OMB. Y para hacerla completa, edificó su victoria con un boxeo ofensivo y preciso ante un desafiante que mostró espíritu y fortaleza física, pero fue superado por la enorme diferencia de capacidad entre uno y otro. El público que colmó el Gimnasio Municipal Número Uno de la ciudad chubutense, agradecido. El combate tuvo un desenlace previsible en el sexto asalto. Desde entonces los puños del patagónico dieron en el blanco del asiático prácticamente sin pausa, por lo que el retador se limitó a resistir hasta que el árbitro panameño Julio César Alvarado se convenció de que más castigo era innecesario. Ni bien comenzó el pleito se vio a un Narváez que se ocupó de demostrar su boxeo inteligente, el que en la oportunidad desplegó con una vocación ofensiva mucho mayor de lo que últimamente era habitual en él. Tomó la iniciativa y disparó con variedad de destinos, con precisión y también paciencia, pero sin pausa, dispuesto a no dejar crecer al visitante. El japonés lo dejo hacer en las primeras vueltas dando visibles ventajas defensivas, pero presentándose veloz y fuerte. En el comienzo del cuarto y del quinto el asiático trató de presionar a su adversario, pero pronto el Huracán, basado en sus recursos técnicos, retomó el dominio. En el sexto Omar fue una máquina y golpeó a su oponente desde ángulos distintos y siempre con puntería, por lo que Hisataka la pasó mal, pero lo salvó su espíritu y su resistencia. Desde entonces fue un monólogo de Narváez y un martirio para el nipón, hasta que Alvarado tomó la decisión de fijar el punto final. Para el anfitrión fue la octava exposición del cetro que conquistó el 15 de mayo de 2010, ante el nicaragüense Everth Briceño por puntos, en el Luna Park. Además, fue su 27° combate mundialista, algunos de los cuales afrontó en cuadriláteros de Italia, Francia, España y Estados Unidos. El nacido en Trelew hace 38 años pasó a tener un récord conformado por 40 peleas ganadas, 21 de ellas por nocaut, una perdida y dos empatadas. Hisataka, de 28 años, quedó con un palmarés compuesto por 22 triunfos, 10 de ellos antes del límite, 11 reveses y una parda.
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