Ilusión y convicción
Ezequiel Fernández Moores
El River del Muñeco Gallardo sigue rompiendo récords. Estudiantes jamás había perdido de local contra equipos argentinos en torneos internacionales. Catorce victorias y cuatro empates. Y el martes por la noche parecía seguir la racha. Todo el morbo que se pregunta “cuándo se caerá”, estaba a mil. Porque River venía de quedar eliminado, por penales, de la Copa Argentina. Ahora parecía llegar el turno de caer en la Sudamericana. Y luego, se esperanzaban hinchas de Independiente, Boca, Lanús y algunos otros, caer también en el torneo argentino que lidera invicto. Pero River, otra vez, revirtió la cuenta y prolonga el invicto a 21 partidos (14 triunfos y 7 empates) con Gallardo en el banco. Y 29 partidos oficiales si se suman los otros ocho que arrastraba el River de Ramón Díaz. El riojano es acaso el primer sorprendido porque otro hombre del club mejora su obra. Porque eso, aceptamos todos, es lo más interesante del River de Gallardo. Que no sólo quiere seguir campeón. Sino que, ante todo, quiere jugar. El miércoles por la noche, como decíamos, Estudiantes amagaba cortar la serie. Pero River dio vuelta por séptima vez un marcador adverso y sigue su fiesta. Nadie sabe ahora hasta cuándo. Es fiesta porque River prolonga la serie jugando. Es decir, no se desespera con pelotazos, no reacciona nervioso con golpes. No patotea. River juega. Arriesga. Ese es su principal valor. El valor que acaso más ilusiona a hinchas propios y ajenos. Y, más interesante aún, es un juego con carácter. Lo golpean, pero, lejos de quebrarlo, River sale con enorme amor propio a seguir jugando. A decirle al rival que jamás un resbalón será caída. La ilusión, entonces, se alimenta de la convicción. Ilusión y convicción. Una combinación ideal para seducir a los hinchas. Su equipo los invita a soñar. Y les dice claramente a qué juega, aún con sus limitaciones y errores (porque el equipo perfecto no existe). Y porque este proyecto recién está en sus primeros pasos. Justamente eso es lo más interesante de todo. Buenos resultados y títulos, se sabe, fortalecen cualquier proyecto. Ojalá este River se convierta en un campeón en serio. Un campeón que contagie.
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