Imágenes de la realidad subyacente

La obra del fotógrafo Juan Travnik forma parte de un encuentro en Roca.

– ¿Cómo surgió la vocación?

– Se dio casi por casualidad, porque cuando a los doce años terminé la primaria junto con otro amigo queríamos estudiar pintura, fuimos a una academia de Villa del Parque, y luego rendimos examen en una de la escuelas de Bellas Artes y nos bocharon. Fue una gran desazón, pero al poco tiempo intenté con la fotografía, y mi padre, clarinetista de música de cámara, que siempre me alentó con todo, me regaló mi primera cámara y pagó mis cursos. En esa época se estilaba ir a un estudio y trabajar de aprendiz, de modo que primero estuve en un laboratorio haciendo prácticas durante las vacaciones de verano de la secundaria, y luego en el famosos estudio Bixio, pero finalmente a los l6 años me fui a estudiar a Avellaneda con Pedro Otero, que fue mi primer y único gran maestro. Hice un curso con él y también fui su ayudante, y por su intermedio entré a trabajar en Agfa como cadete. A los dos meses ingresé en el departamento técnico y a los seis meses me pusieron a dar clases en los cursos básicos. Estuve 11 años en la empresa, y después me dediqué a la publicidad y el periodismo en forma independiente, siempre en la enseñanza y el aprendizaje. Porque trato de mantenerme actualizado no sólo en el técnico sino en cuanto a lo conceptual, en todo lo que tenga que ver con pensar la fotografía.

– ¿Puede definir la estética de su obra?

– Hasta ahora mi trabajo ha sido un tipo de fotografía directa que trata de encontrar en la realidad realidades subyacentes se basa mucho en la mirada contemplativa, despojada del sentido utilitario de las cosas. Intentar encontrar esas realidades en la naturaleza, si bien mis comienzos fueron con la fotografía callejera, cuando hice mi primera exposición a los 20 años, (l970) fue muy en la onda de Cartier Breson. En la línea humanista. Y a comienzos de la década del 80 empecé a trabajar con cámaras de formato mayor, ya no de 35 milímetros, y a experimentar en la búsqueda de la huella de la gente, la problemática humana, los rincónes, los paisajes urbanos. Fue mi primer paso, junto con los retratos, hacia una imagen más elaborada, lejos de lo instantáneo.. Ese tipo de trabajo sigue dominando mi obra, y sigo variando los formatos, casi siempre en blanco y negro, aunque hubo una época de color que estoy retomando y tal vez en un año comience a mostrar. Pero me domina el blanco y negro que va acompañado de un proceso de laboratorio que hago en forma personal para cuidar detalles, como el tono de la imagen. Me parece que el tipo de fotografía que hago trata de rescatar la belleza donde no lo parece, como la encuentro en flores y hojas secas y marchitas. Este tipo de trabajo requiere copiado con cierto cuidado, para que el resultado final sea atractivo visualmente.

– ¿Cómo ve la fotografía en esta época?

– Creo que está pasando por una situación inédita en cuanto a la cantidad y calidad de autores. Siempre hemos tenido un grupo de fotógrafos realmente interesantes, incluso comparando con el nivel de otros países. Pero en los últimos 20 años esto se ha pronunciado y se dio un crecimiento importante en la producción de fotografía argentina. Al punto que para muchos críticos de arte es en ese campo donde más movimiento se percibe en la artes visuales. Esto viene acompañado de un reconocimiento tardío de la fotografía como forma expresiva en nuestro país. Tengamos en cuenta que en Estados Unidos, el Museo de Arte Moderno de Nueva York tiene un departamento de fotografía desde fines de la década del 30, y pensemos que nuestro Museo Nacional de Bellas Artes con el empuje de Sara Facio tiene nuestra primera colección desde hace sólo siete años. De modo que este reconocimiento tardío se vincula con ésta mayor cantidad de fotógrafos que se hacen ver con sus trabajos en museos, galerías y otros espacios. Además, como en el orden internacional, la fotografía es utilizada por artistas de todas las artes visuales, desde que la fotografía nace en l839 la relación entre ésta y la pintura es un ida y vuelta constante. Por eso resultan poco afortunadas las discusiones sobre si la fotografía es o no un arte. Más allá de la especulaciones creo que los fotógrafos somos tan artistas como un pintor, un escultor o un grabador. Esto sin dejar de tomar en cuenta el uso desde siempre de la fotografía como herramienta documental, transformadora en muchos casos de las condiciones de vida de la sociedad.

Julio Pagani

 

Vivir y enseñar con la cámara

Juan Travnik siente satisfacción de ver que en el notable movimiento de fotógrafos del país, todos con personalidad propia hay muchos alumnos suyos. » No quise hacer clones míos, sino hacerles conocer su sensibilidad particular», señala. Por su parte ya estuvo en Roca en encuentros fotográficos, y aunque no sabe si podrá estar en fecha de esta nueva cita en Río Negro, manda sus obras, en todo caso la verdadera muestra de su visión del mundo. Ya hizo una retrospectiva en Ushuaia de 20 años de carrera. Pero en Roca exhibirá paisajes urbanos y de campo que trata de «mostrar la huella que ha dejado el modelo de degradación impuesto en estos sectores de la sociedad».

En esas imágenes considera que están los contrastes violentos dejados por ese modelo. También considera que como en las otras artes, la fotografía está en un momento de transición.

«Han ido cayendo las barreras que hacían que los puristas descartaran aquellas manifestaciones donde la fotografía se juntaba con la pintura y otras artes». Para él, la fotografía, como sistema de representación de la imagen, sumada la digitalización, no tiene demasiados límites en su expresión y combinación con otras artes visuales.

«El gran fenómeno es el avance de la fotografía como soporte de otros artistas en todas las grandes bienales o ferias de arte» sostiene. (JP)

 


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