Impotencia y resignación de los italianos ante los nuevos recortes

El ministro de Economía italiano tras anunciar más recortes en los gastos del Estado.

ROMA (DPA).- Italia se ha convertido en otro niño problemático de Europa: el gobierno del primer ministro, Silvio Berlusconi, intenta desesperadamente buscar posibilidades de ahorro, mientras la mitad del país está de vacaciones.

¿Una crisis de deuda? ¿Estancamiento económico? ¿Una bancarrota en ciernes? “Qué va”, dice un pastelero de la Via Urbana en el barrio romano de Monti. “El negocio marcha, el mío al menos, como se ve”, dice apuntando a la larga fila de clientes que espera para comprar “Cornetti” o pizza. Ni rastro de la crisis.

Pero un par de pasos más allá, en un kiosco de prensa de la Piazza, se palpa una preocupación un poco mayor. “Sí, vendemos menos diarios, pero eso también es debido quizá a las vacaciones”, dice el vendedor encogiendo los hombres y resignándose. Él no puede cambiar nada, dice, pues “los de arriba” hacen lo que quieren.

Mientras la crisis de deuda presiona cada vez más y obligó al gobierno a aprobar un nuevo paquete de ahorro, los italianos parecen resignados y también impotentes cuando se habla una crisis ya conocida en todo el mundo.

Pero en Italia es tiempo de vacaciones. “Los italianos estamos furiosos y deprimidos, pero debemos mirar hacia adelante”, dice una locutora de radio de la RAI con un optimismo propio de Berlusconi, antes de dejar sonar una pieza de blues del napolitano Pino Daniele. ¿Pero qué les espera a los italianos cuando vuelvan a casa? Quizá recortes en las jubilaciones, impuestos que graben las segundas residencias o un IVA más alto. “Vedremo.” Ya veremos, dicen los italianos en una lacónica respuesta.

A muchos les divierte pensar que Berlusconi y su equipo de gobierno conservador suden mientras descansan de vacaciones en la playa, buscando desesperadamente los 20.000 millones de euros que faltan para equilibrar el presupuesto en 2013.

Y mientras, durante la semana la actividad no cesó, entre las deliberaciones con sindicatos y la patronal, la reunión convocada por el ministro de Finanzas, Giulio Tremonti, de la comisión de expertos del Parlamento y el anuncio de un nuevo paquete de ahorro para acelerar el equilibrio presupuestario.

¿Pero cómo puede ser que la población esté tan tranquila mientras se suceden las reuniones de crisis en las que se habla de un amenazante colapso debido a la enorme deuda del país? Quizá se deba al conocido estilo italiano: se confía en que el Estado -no tanto la política o el jefe de gobierno- capee el temporal.

“Se está acostumbrado a pensar que hay una solución para cada problema”, intenta explicarlo “La Stampa”, de Turín, no sin señalar que quizá esta vez pueda no ser el caso: “Si Alemania se pregunta si costará más ayudar a Italia o dejarla con su destino, nosotros deberíamos preguntarnos por qué”. Algo que sin embargo no ocurre en las playas de Cerdeña o en la costa del Adriático, donde se intenta olvidar un poco del curso político de Roma y hacer vacaciones antes de que llegue lo peor.


El ministro de Economía italiano tras anunciar más recortes en los gastos del Estado.

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