Impresiones de una entrevista con Obama

El probable candidato presidencial demócrata Barack Obama, quien nunca ha viajado a Latinoamérica, ha hecho sus deberes.

Cuando lo entrevisté por primera vez sobre las relaciones de Estados Unidos con América Latina el año pasado, no pudo mencionar el nombre de ningún jefe de Estado y me miró desconcertado cuando le pregunté sobre las noticias más importantes del momento en la región.

Pero cuando volví a entrevistarlo la semana pasada en Miami, poco antes de pronunciar su primer discurso dedicado a América Latina, Obama habló con soltura sobre los temas regionales e incluso mencionó a dos presidentes por su nombre.

Obama sabe que tiene que conquistar a los hispanos -quienes han votado mayoritariamente por la senadora Hillary Clinton en las primarias- y ha empezado a prestarle atención al continente.

En el encuentro dijo que el gobierno de Bush ha sido «negligente» con respecto a la región e instó a «una nueva alianza de las Américas». Cuando le pedí detalles concretos sobre qué haría, mencionó entre otras cosas:

-Tendríamos que nombrar un enviado especial a las Américas, para trabajar activamente con todos los líderes de la región y con acceso directo a mí- señaló. Dicho cargo existía durante el gobierno de Clinton, pero fue suprimido por el presidente Bush.

– Deberíamos realizar una cumbre anual con todos los líderes de las Américas para hablar de nuestros objetivos e intereses comunes- dijo. Actualmente, la Cumbre se realiza cada tres o cuatro años.

Afirmó que crearía una Alianza Energética de las Américas para aprender de la experiencia del Brasil en la producción de etanol y explorar las oportunidades de producción de energía nuclear con México, Brasil, Argentina y Chile.

Dijo que aumentaría sustancialmente la ayuda externa a Latinoamérica. «Es muy importante que no sólo nos concentremos en el comercio, sino también en la ayuda. El hecho de que nuestra ayuda total a Latinoamérica en este año equivale a una semana de lo que gastamos en Irak, da una idea clara de cuáles son nuestras prioridades».

Agregó que se abocaría a lograr «una reforma inmigratoria integral» que incluyera fronteras seguras, una vía de legalización para millones de trabajadores indocumentados y esfuerzos destinados a promover el desarrollo económico en México y América Central.

Cuando le pregunté qué haría respecto de los 37.000 archivos de computadora de la guerrilla colombiana FARC certificados como auténticos por Interpol, y que revelan el activo apoyo del presidente venezolano Hugo Chávez y el presidente ecuatoriano Rafael Correa al grupo armado colombiano, Obama fue más duro que el gobierno de Bush.

«Creo que la Organización de Estados Americanos (OEA) y la comunidad internacional deberían iniciar inmediatamente una investigación de esta situación. Venezuela debe hacerse responsable si verdaderamente está propiciando actividades terroristas más allá de sus fronteras. Si Venezuela ha violado esas reglas, deberíamos movilizar a todos los países para que impongan sanciones a ese país y hacerle saber que su conducta es inaceptable», afirmó.

Hasta el momento, la OEA no ha actuado con respecto a los archivos de computadora de las FARC.

Mi opinión: resulta interesante que Obama, quien proviene del ala izquierda del Partido demócrata, haya escogido una audiencia cubanoamericana en Miami para pronunciar su primer discurso sobre su política hacia Latinoamérica. Y me sorprendió tambien que exigiera tan contundentemente que la OEA investigue los archivos de las FARC.

En cambio, no me resultó novedosa su idea de crear «una nueva Alianza de las Américas». Todos los recientes presidentes de Estados Unidos han lanzado iniciativas continentales con nombres igualmente ambiciosos, que apenas tuvieron algún impacto. Y tampoco me conmovió su promesa de aumentar la ayuda externa, que puede ser la manera en que pretende compensar su oposición a los acuerdos de libre comercio de Estados Unidos con Colombia y América Central, que implicarían un apoyo mucho más sustancial para la región que un potencial incremento de la ayuda externa.

Pero me gustan las propuestas del candidato de designar a un enviado especial a las Américas y de llevar a cabo cumbres anuales con los países integrantes, porque ésas son medidas que obligarían a prestarle atención a la región a un nuevo presidente sin una historia personal de interés en Latinoamérica.

Y también me gusta su postura sobre la inmigración, especialmente el hecho de que entienda que no se trata solamente de un tema de muros fronterizos, sino también de desarrollo regional: mientras a Latinoamérica no le vaya mejor, su gente seguirá emigrando hacia el norte.

Sobre todo, es una buena noticia que Barack Obama haya hecho sus deberes sobre América Latina. Ahora, el desafío será mantenerlo interesado en la región.

 

ANDRÉS OPPENHEIMER (*)

Especial para «Río Negro»

(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami.


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