Incertidumbre por el futuro de la UNC después de la toma
El mandato del Consejo Superior para modificar la ley exige buscar consensos.
NEUQUEN (AN).- La sesión del Consejo Superior de la UNC, que le puso fin a una toma de 30 días, zanjó el conflicto inmediato y mañana se retomarán los cursados que se prolongarán hasta muy cerca del brindis navideño. La reunión, no obstante, abrió brechas que parecen insalvables, dejó desnudo de poder al rectorado y plantea incertidumbre hacia un futuro inmediato.
¿Y ahora qué? -se preguntan en el complejo mundo universitario. Con el portazo a las acreditaciones de la Comi
sión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau), el gobierno de la Universidad Nacional del Comahue está obligado a conseguir apoyos que le permitan avanzar contra la ley de Educación Superior, la madre de la fractura política e institucional que se produjo en la casa de altos estudios.
El mandato le exige buscar respaldos donde sea: en el Consejo Interuniversitario Nacional, el ministerio de Educación de la Nación, legisladores nacionales y provinciales y otras universidades públicas del país. Las acciones apuntarán a una misión ciclópea: la reformulación o una derogación lisa y llana de la ley sancionada en los '90 durante el menemismo, un dato no menor a la hora de analizar el largo conflicto universitario.
Con todo, el rechazo a la acreditación ha sido la consecuencia de las contradicciones que ha mantenido la UNC (antes y ahora) en su relación con la ley de Educación Superior y la Coneau. Y la condena a los estudiantes se da por las formas y los modos, por imponer la toma y por impedir la participación de los cientos -¿miles?- que estuvieron en contra de la medida.
«Se rechaza a la ley pero se avanza con la Coneau que está dentro de la misma», fue el argumento más oído de los estudiantes a la hora de discutir las acreditaciones. Tal consigna resultó irrebatible durante el largo, caluroso y durísimo debate del viernes en el aula 106 de la UNC. Los discursos así argumentados se excedieron y por momentos satanizaron a la Coneau, un organismo al que nadie defendió enfáticamente pero que, al cabo, representa la única herramienta para evaluar -acreditar- las carreras universitarias en la Argentina. Así lo expresaron los decanos de Ingeniería y de Economía, Daniel Boccanera y Graciela Landriscini, y -sobre todo- la consejera Alessandra Bruce quien definió el particular escenario planteado en la UNC y las dobles faces de muchos docentes que a los fines prácticos se valen de la Coneau aunque la desprecien en el debate.
En medio de este maremágnum, está claro que más tarde o más temprano, con o sin la Coneau, la UNC se verá obligada a acreditar, única he
rramienta para insertarse, no sólo al mundo moderno, sino a la sufrida educación argentina.
El Consejo Superior optó por el camino más largo y riesgoso, cuando no hay garantías de lograr una nueva normativa, quizás más acorde con estos tiempos donde, dentro y fuera de la universidad, el menemismo aparece para algunos como una mala palabra. «Y si la ley la aprobó el menemismo, no puede tener nada rescatable», razonaron en el debate, a pesar de aplicaciones válidas como las que consiguió Ingeniería.
El decano de Derecho, Juan Manuel Salgado, uno de los hombres que le sacó el apoyo a la rectora, fue categórico a la hora de su discurso. Arremetió contra la ley de Educación Superior por «concebir» un modelo de universidad 'elitista' que distribuye el poder en forma desigual. También apuntó que «hay leyes se enmarcan en una democracia restringida, que defiende a corporaciones y signada por el clientelismo» en el que «la impunidad es la regla para los sectores de arriba» y se aplica la norma para los de abajo. Así criticó la gestión de Pechen por «dilatar» el conflicto y buscar apoyo de políticos 'menemistas', mientras que las fuerzas sociales que se opusieron a la política de esa década estaban con el movimiento estudiantil.
Salgado fue más allá. Dijo que que acreditar con la Coneau no normalizará la vida universitaria y afirmó que la voluntad del movimiento estudiantil es lograr un cogobierno de todos en la universidad, en lugar de ser gobernado por una 'élite'. Para algunos sectores, pero sobre todo para los docentes, los dichos de Salgado no tienen retorno y sonaron a un lanzamiento de candidatura en un escenario por lo menos delicado.
Esos sectores creen que el alejamiento del ex juez es el principio del fin de la rectora. Ven que ha perdido poder y que pagó caro su falta de manejo político. A la vez, advierten que su admitida pertenencia al Movimiento Popular Neuquino le trajo más problemas que satisfacciones.
Pechen, en su retirada, deja una reflexión certera: la ordenanza aprobada el viernes no puede por sí sola inhabilitar decisiones judiciales -como el fallo de la jueza Carolina Pandolfi- y tampoco dejar sin efecto procesos ya realizados, como las acreditaciones en Medicina e Ingeniería.
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