Increíble encuentro de dos hermanos, luego de 50 años

Se reconocieron cuando a Nelly se le rompió el motor de su auto y fue a un taller.

RIO COLORADO(ARC) Tuvo que transcurrir casi medio siglo para que dos hermanos pudieran conocerse y abrazarse, en el marco de una historia conmovedora que tuvo un inicio oscuro, pero con un desenlace feliz para los protagonistas.

Se encontraron por pura casualidad. La rotura del automóvil de uno de ellos fue el enlace para que la dueña del rodado y el mecánico se pusieran a charlar, para que a los pocos minutos se diera a conocer la buena nueva.

Ocurrió días atrás en un taller ubicado en colonia Juliá y Echarren donde Nelly Alekseichuk (57) y Alberto Santos Hansen (49) se dieron cuenta de que eran hermanos de sangre y la espontánea reacción de ambos fue llorar y abrazarse.

Durante extensos minutos no hubo palabras. No las encontraban y sólo se limitaron a abrazarse, intentando resumir en ese acto tantas cosas imposibles de sintetizar en simples palabras.

Diego, uno de los hijos de Alberto, fue involuntario testigo de este encuentro que a dos metros de distancia observaba asombrado y sin entender nada que estaba ocurriendo esa fría mañana de jueves.

En diálogo con este medio, Nelly y Alberto contaron lo sucedido con lujo de detalles todos los pormenores del encuentro.

Para entender por qué nunca se conocieron antes, hay que ubicarse en la mitad del siglo XX donde las costumbres de esa época distaban demasiado de las actuales.

En aquellos tiempos los padres de ambos andaban de novio, cuando Rosaura quedó embarazada de Nelly. Por circunstancias que no prefieren ahondar, Nelly fue entregada al matrimonio Alekseinchuk que también vivía en la colonia y que la criaron como una hija más.

A los 15 años se marcharon a Bahía Blanca y sólo volvió esporádicamente a Río Colorado.

Pocos años atrás, su hermano antes de morir le dijo que busque sus raíces en Río Colorado y desde entonces pensó de establecer contacto.

A todo esto, Alberto desconocía totalmente la existencia de una hermana y por eso fue él quien se llevó la sorpresa más grande.

Lo cierto que aquella mañana del jueves 12 de junio, el Peugeot 504 de Nelly no quiso arrancar. Se dirigió al taller mecánico ubicado a unos cuatrocientos metros de su temporaria casa en esta ciudad.

Llegó entonces al lugar y mientras se trabajaba en el motor, se inició una charla informal.

Nelly introdujo el tema en cuestión al precisar que debía ir a la comisaría de la vecina localidad pampeana de La Adela para averiguar datos sobre la familia Vega (el apellido de su madre).

Sin sospechar nada, Alberto comentó que quizás la podía ayudar puesto que su madre era de ese mismo apellido.

La charla se encaminó hasta que Nelly se animó y le señaló con exactitud la ubicación de la sepultura de su padre, que sorprendió a Alberto dado que también era la su propio padre.

Entonces la hermana fue a fondo y preguntó -¿Vos te llamás Alberto? Yo soy tu hermana de padre y madre.

«No podía hablar. Tenía una emoción muy grande. Empecé a llorar y no puedo explicar lo que sentía. Me estalló una cosa adentro» recuerda Alberto. El diálogo se cortó por la ausencia de palabras y un interminable abrazo.

Siempre deseó un hermano

Alberto se crió sólo. Sin hermanos y sin padre (lo mataron de una puñalada cuando él tenía 44 días). «Siempre decía en rueda de amigos que me hubiera gustado tener un hermano y hasta envidiaba a aquellos que lo tenían». Por esas extrañas cuestiones del destino, quien crió a Nelly como su padre también fue muerto a puñaladas.

«Tenía algunos datos sueltos sobre mi verdadera familia. Sabía que mi hermano se llamaba Alberto y que supo tener una bicicletería bajando el paso a nivel. Pero respetaba mucho a mis padres y me propuse que cuando falten iba a buscar mis raíces. Y así fue».

Después de ese primer encuentro, Alberto salió disparado a casa de su tío Eloy Hansen para que le diga la verdad. Allí le confirmaron todo. «No tengo hijos y de pronto me encuentro con un familión. Está decidido que me vengo a vivir acá, por supuesto», afirma Nelly.

Durante la entrevista, no pararon de tomarse de las manos, con una rara mezcla de nerviosismo y alegría sin contener.

La madre de ambos, Rosaura tiene 77 años y vive con Alberto. Al conocer la noticia del encuentro sufrió un fuerte shock y en breve tendrá apoyo de un psicólogo. «Fue un golpe duro» confiesa Alberto.

Durante la toma de las fotografías Nelly dijo «esta es la primera foto con mi hermano que tanto busqué en los últimos meses».


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