Infalible en casa

Estudiantes venció a Nacional y quedó a un paso de la final. Cumplió con la meta copera: ganar y no recibir goles.

¿Alcanzará? Más allá de lo que dirán los opinólogos de turno, habrá que esperar una semana para saber si el 1-0 que obtuvo en casa Estudiantes ante Nacional (ganó los siete que jugó en La Plata) le bastará de cara a una serie que se definirá en Uruguay.

El Pincha ideó el partido de una manera, pero el plan no salió a la perfección. Primero, porque Nacional es un equipo destructivo; segundo, porque perdió rápido a JS Verón, su as de espada.

Este equipo de Sabella, ante la falta de fútbol, apeló al corazón, como ya lo hizo en varias ocaciones coperas. En el fondo paró un par de gladiadores (Schiavi y Desábato), en el medio encontró un nuevo titiritero (Leandro Benítez) ante la ausencia de la Bruja y arriba siempre estuvo agazapado para dar el zarpazo, aunque careció de justeza.

Los primeros 45 minutos fueron del local, que hizo circular el balón y contó con dos situaciones claras, en los pies de la Gata Fernández, antes del gol de Galván.

El inmenso grito de las 50 mil almas en el estadio Único de La Plata se escuchó a los 14, cuando Verón la jugó rápido, el «Chino» Benítez le puso magia a un centro y el volante ex River clavó un frentazo mortal.

Nacional fue una sombra en el primero y sólo se dedicó a marcar a Verón (Arismendi su estampilla), que se lesionó y fue sustituido en el descanso.

En el segundo los uruguayos mostraron un poco más de actitud, sobre todo en el inicio, pero con el correr de los minutos se desdibujaron. La más clara del equipo de Pelusso fue a los 3, porque Cellay perdió al pelado Santiago García en el área y su cabezazo no acabó en empate de milagro.

A los 8 el que definió imperfecto (y a las manos de Andújar) fue Biscayzacú y desde ahí el partido quedó a merced del local, que se tranquilizó y entendió que debía dejarse llevar por las decisiciones de un maduro Benítez.

Estudiantes sobre el final, pudo aumentar con un cabezazo de Schiavi, un disparo de la Gata Fernández, un par de buenas intervenciones del pibe Nuñéz, que entró bárbaro y generó un desparramo en el sector derecho de la defensa local, y un mano a mano de Boselli, a falta de dos minutos.

La del ex Boca fue clarísima, ya que quedó frente a frente con el arquero Rodrigo Muñoz y sin defensores a la vista. Pero el «1» fue inteligente, prefirió no jugarse hacia un palo y así ganó el duelo.

Estudiantes cumplió (ganó y no recibió goles, como siempre en casa) y ahora necesita recuperar un par de piezas claves para la semana próxima cruzar el «charco» y conseguir la ansiada final, a la que no llega desde 1971 (y que perdió con Nacional).


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