Invap alista las cápsulas para preservar a los «Niños de Llullaillaco»
Se conservaron 500 años congelados en Salta. Acrílico y alta tecnología para no dañar los cuerpos.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La Doncella, La Niña del Rayo y el Niño, descansaron cinco siglos cerca de la cumbre. Fueron una ofrenda divina de los incas en pleno apogeo del imperio, antes de que llegaran los conquistadores españoles. Tras su hallazgo en marzo del año 1999, a 6.700 metros de altura, se corrió el velo para un conocimiento más detallado de la forma de vida de esa civilización.
Los Niños del Llullaillaco, así llamados por el nombre del volcán ubicado en la provincia de Salta donde descansaban sus restos, constituyen uno de los descubrimientos arqueológicos más significativos, por el increíble estado de preservación de los cuerpos y por la cantidad de objetos que los acompañaban.
Tal es la importancia que el gobierno de esa provincia creó un nuevo museo para resguardar, estudiar y difundir el hallazgo. Se trata del Museo de Arqueología de Alta Montaña que pronto contará con instrumentos de precisa tecnología para asegurar la conservación de los cuerpos de los tres niños.
Un acuerdo suscripto a fines del 2005 le dio a la empresa Invap la tarea de construir las cápsulas donde los cuerpos serán exhibidos al público, en un marco de necesaria solemnidad y seguridad, para evitar el deterioro.
Esas cápsulas estarán terminadas y a disposición del museo a fines del mes próximo y respetarán todas las especificaciones dictadas por los arqueólogos y que en lo esencial replican las condiciones climáticas a las que durante 500 años estuvieron sometidos los cuerpos, próximos a la cumbre del volcán.
La cápsula elegida es un cilindro de un metro de alto y noventa centímetros de diámetro, y está construida en acrílico, que fue preferido al vidrio por su liviandad, transparencia y porque, además, es un material que admite aditivos aislantes de los rayos ultravioletas e infrarrojos. La luz es un factor degradante de los cuerpos y por esa misma razón también los focos de iluminación -fabricados en Alemania- son de baja emisión lumínica, con el agregado de filtros. Hay que tener en cuenta que los niños estaban enterrados y no sufrieron el efecto de la luz.
Dentro de la cápsula la atmósfera será controlada: aire modificado con bajo contenido de oxígeno para evitar la humedad -un factor primordial de deterioro-, levemente presurizado y a una temperatura que se mantendrá entre 10 y 20º centígrados bajo cero.
El público que concurra al museo no estará en contacto con la cápsula, ya que será rodeada por un exhibidor con ventanas. El espacio entre ambos será enfriado con dos sistema independientes de refrigeración que irradiarán el frío al interior de la cápsula. Los cuerpos estarán apoyados sobre una balanza que en todo momento dará un registro del peso, para supervisar la eventual pérdida o ganancia de agua.
El sistema fue diseñado para asegurar que ningún factor pueda interrumpir las condiciones de preservación. «El riesgo de fallo -dice Horacio Bóccoli, el ingeniero a cargo del proyecto desde su inicio- está muy acotado. Los sistemas de control son redundantes y se construirán cinco cápsulas para el caso de que hasta dos puedan ser reemplazadas simultáneamente».
«Además, siempre habrá en exhibición uno solo de los niños, ya que el museo irá rotando los cuerpos a los que podrán acceder los visitantes», asegura Bóccoli.
Un hecho singular es que este tipo de cápsulas es la primera vez que es desarrollada en el mundo, por lo que Invap tuvo que experimentar sobre las cualidades de este proceso.
Para Bóccoli el sistema de preservación construido debería durar entre 20 y 30 años, tras lo que probablemente se incorporarán tecnologías hoy desconocidas.
Estas cápsulas vendrán a reemplazar al elemental freezer donde -cuesta admitir- reposan ahora las tres criaturas y que constituyen una seria amenaza para su conservación.
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