Investigación teatral y «Biodrama»

Desde sus primeras propuestas Vivi Tellas apostó a la investigación teatral, la que lleva adelante tanto como directora de sus puestas como dirigiendo el porteño teatro Sarmiento (una sala que funciona en el predio del zoológico), al que convirtió en un centro de investigación y nuevas tendencias. Como directora logró con su visión de "La casa de Bernarda Alba", uno de los éxitos más inesperados de la temporada en el Teatro General San Martín.

Al frente del teatro Sarmiento, que forma parte del Complejo Teatral de Buenos Aires, la directora Vivi Tellas se define como una investigadora del tema.

Iniciada en la plástica, su carrera ha transcurrido por el teatro y hasta la ópera, pero siempre bajo una óptica diferente, producto de una sensibilidad especial, que la instala en las vanguardias. En esa exploración de su amado espacio escénico, Tellas no sólo se animó con Lorca y «La Casa de Bernarda Alba» , todo un éxito en la temporada, sino que ha proyectado el ciclo Biodrama, las «biografías escenificadas» que otorgan un nuevo perfil a las posibilidades del teatro y la vida, como ella define «el retorno de lo real» al campo de la representación.

-¿Cómo surge a idea?

– Hace un año un medio que dirijo el teatro Sarmiento donde propuse que se convierta en un centro de investigación teatral. Estuve el año pasado trabajando sobre el teatro mismo, poniéndolo en condiciones y dándole el perfil que me parecía debía tener un lugar de investigación. Para este año propuse a Kive Staif el proyecto que se llama «Biodrama, biografías escenificadas», con el intento de investigar lo documental en teatro, un género que pertenece al cine, pero que me interesaba hacerlo en un escenario.

Diseñé este proyecto con la idea de invitar a un director teatral y pedirle que elija a una persona cualquiera, viva, que sea argentina.

En eso hay una intención histórica, es decir, que si contamos la historia de una o varias personas de esa singularidad se haga una trama histórica, entre los hechos y lo personal.

El destino único de una persona y cómo está ligado al acontecer histórico. Hay mucho para investigar en eso. A la vez se rescata un valor, ya que en este momento hay una falta de foco sobre las vidas personales.

El director puede elegir la persona que quiera, tiene absoluta libertad en eso, pero una de las condiciones es que la persona tenga que estar viva, para que la historia se cuente de primera mano. De esa manera el director puede elegir tomar distintos caminos para poner en escena esas historias de vida.

-¿En tal caso las propuestas fueron distintas?

– En el caso de Analía Couceyro, que fue la primera directora convocada, eligió la vida de Mildred Burton, que casualmente es una artista plástica conocida, aunque no necesariamente tenga que ser así.

Trabajó con cinco o seis momentos de esa vida, también incluyó un video que iba presentando los personajes. Luego se estrenó «Témperley», totalmente otro enfoque, a partir de la vida de una mujer de ese lugar, que prefiere permanecer anónima y se la nombra con una suerte de sigla, una mujer muy simple, octogenaria, cuya vida está dividida por una tragedia muy grande que es la muerte de su hijo con toda su familia en un accidente de auto.

Luciano Suardi la dirigió, y como a cada director se le pide que elija trabajar con un autor, en este caso lo hizo con Alejandro Tantanián, para poder hacer una dramaturgia basada en la historia real, y en este caso se eligió utilizar muchas cartas involucradas en la vida de esta mujer.

-¿Y cómo se hace la puesta de estos proyectos?

– Está a cargo de cada director encontrar la estética de acuerdo con su poética o su impronta artística, y también de acuerdo a la historia. Porque no es lo mismo contar contar una tragedia que la vida de Mildred Burton, que es muy disparatada. En el caso de Suardi la historia es triste y eligió una especie de realismo en la actuación y la escenas, él mismo es una especialista en estas técnicas. Resulta muy interesante como con un mismo proyecto y las mismas pautas se llega a cosas tan distintas.

– ¿El proyecto tiene límites de tiempo, puede darse en otros lugares como el interior?

– Se hace durante la temporada con dos meses para cada proyecto en escena y se hace en el teatro Sarmiento. Es perfectamente trasladable al interior, siempre me pareció bien el teatro que viaja y se va mostrando en diferentes lugares. Es posible y muy atractivo, aunque ya no depende de mí. Pero si hay algún tipo de invitación o propuesta del teatro con la posibilidad de mostrarlo en otros lugares me encantaría hacerlo.

Julio Pagani

El teatro y sus emociones

Respecto del éxito de «La casa de Bernarda Alba» Vivi Tellas parece ser la primera sorprendida: «Hace mucho tiempo que tenía ganas de hacer un clásico. Elegí «Bernarda Alba» porque me sentí muy afín con la obra, me interesa mucho el mundo de la mujer, donde hay como una resonancia con mi infancia, porque yo viví mucho con mujeres» señala la directora que contó con la invalorable colaboración de su amigo Guillermo Kuitca, el famoso plástico, y el rosarino Martín Prieto que sólo tornó comprensivo un texto que se respetó al máximo.

La idea de Tellas era un perfil distinto de Bernarda, «que es como un personaje mítico de la autoridad y la represión, aunque en mi lectura quiero que se vea a alguien que está desesperado, frágil, inseguro, y no sabe qué hacer. Que mantiene cautivas a las chicas con la idea del luto, y planea hacer eso durante ocho años, una decisión que, más allá de las tradiciones, creo que viene de la ignorancia…».

«Un personaje necio que ante los sucesos quiere negarse. Hay mucha violencia física y es un camino que elegí porque soy muy contemporánea y es muy interesante lo que ha pasado con el público».

«Es como si estuviésemos más preparados para tener menos miedo a estos personajes prepotentes, ver que en realidad están basados en la inseguridad y en la falta de saber».

Esa idea de un Lorca trangresor de una pieza con un catálogo de tipos del universo femenino, es parte de esa propuesta experimental que Vivi Tellas parece haber tenido a lo largo de una carrera en tan solo un poco más de 40 años de vida. Estudió Arte Dramático en la escuela municipal y ya en 1981 estaba haciendo teatro con un grupo de mujeres, Las Baybiscuit, hizo un ciclo de » teatro malo», investigación sobre textos mal escritos, pero «muy poéticos».

Trabajó con varias puestas en la Opera Experimental del Colón, hizo una puesta en la sala grande de ese teatro con «Europeas 5» de John Cage, puso de Arlt «Los fracasados del mal», una improvisación sobre su mundo, y mucho más.

Ahora sigue con su «laboratorio» del Sarmiento y dice: «Me interesa mucho la ficción, el poder producir en el espectador una libertad muy grande respecto de lo que ve».

«No me gustan las obras didácticas, autoritarias, que te dicen cómo tenés que reaccionar. Me importa que la gente pueda elegir qué le pasa en cada momento».

«Eso es arriesgado, porque están acostumbrados a que les digan lo que tienen que hacer. Lo que propongo es que cada uno decida si quiere reír, llorar, angustiarse, tener bronca o aburrirse…». (J. P.).


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