Irán actuó con mesura al liberar a marinos británicos

"La amnistía es un regalo al Reino Unido", se dijo desde el gobierno iraní. En la decisión de dejar en libertad a los marinos primó la cordura, lo que en cierta forma descomprime tensiones.

La decisión de Irán de liberar a quince marinos británicos acusados de invadir sus aguas territoriales constituye un acto de mesura por parte del gobierno de Mahmoud Ahmadinejah.

También puede ser interpretado como un gesto amistoso de Teherán hacia el Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, a raíz de su decisión de negarse a detener su programa de enriquecimiento de uranio.

Nada hacía prever semejante desenlace cuando el propio primer ministro británico, Tony Blair, había reconocido que la negociación con el gobierno iraní se encontraba en una fase crítica.

El miércoles pasado, Ahmadinejah decidió liberar a los marinos en momentos en que en ese país los sectores conservadores pedían el procesamiento de los británicos, mientras los grupos moderados solicitaban prudencia para solucionar la crisis con el principal aliado de Estados Unidos.

«La amnistía es un regalo al Reino Unido. Pero el gobierno de Blair no debe castigar ahora a los soldados porque éstos han dicho la verdad» (que estaban en aguas territoriales iraníes), dijo con obvio cinismo Ahmadinejah.

«La crisis puso de relieve las divisiones que existen en Irán», dijo el analista Michael Slackman, en un artículo publicado en el diario International Herald Tribune. Y es que los radicales de la Guardia Revolucionaria, considerada la columna vertebral del ejército iraní, se alinearon con Ahmadinejah en contra de las voces moderadas que advertían sobre el aislamiento internacional de Irán.

Slackman cita al investigador de Teherán Saeed Madani, quien señala que la Guardia Revolucionaria «está tomando ventaja de este incidente para garantizar su propia supervivencia, debido a que su influencia en asuntos domésticos e internacionales está en críticas condiciones».

Sin duda, la liberación de los marinos fue un gesto de cordura de Ahmadinejah, ya que antes de que se iniciara la crisis, el pasado 23 de marzo, había demasiados fantasmas dando vuelta en la región. Uno de ellos era el recuerdo de la toma de la embajada norteamericana en Irán, en 1979, cuando 52 rehenes norteamericanos permanecieron detenidos 444 días.

En las negociaciones entre Londres y Teherán intervino el gobierno sirio, que es considerado un estado que apoya al terrorismo por el gobierno del presidente estadounidense, George W. Bush.

La mediación de Damasco coincidió con la visita que realizó a ese país la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, quien fue recibida con todos los honores por el presidente sirio, Bachar el Asad. A pesar del enojo de Bush, el viaje de Pelosi remarcó que la vía diplomática será la principal estrategia demócrata para solucionar los conflictos internacionales, en caso de ganar las elecciones de noviembre de 2008.

Para el ex consejero de Seguridad nacional del ex presidente Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, la guerra contra el terrorismo ha creado la cultura del miedo en Estados Unidos.

En un artículo publicado en el diario El País de Madrid, Brzezinski señala que una alianza global, incluidos los musulmanes, comprometida a desmantelar las redes terroristas, «habría sido más productiva que una guerra contra el terrorismo». (Télam)


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