Javier Casalla, un violín virtuoso con alma de rock
El violinista de “Bajo Fondo” le auguró larga vida a la banda creadora del electrotango, aunque con muchas mutaciones. “La veo yendo a través del tiempo y cambiando muchísimo, porque somos todos básicamente experimentadores”. En ese terreno anticipó que el segundo CD es puro rock y “va a ser mejor recibido que el primero, acá y afuera”.
por MARCELA VERDUN
Capaz de recrear con el violín la vertiginosa guitarra de Jimmy Hendrix en “Vudu Child”, Javier Casalla se define como “un investigador” de la música que no tiene problemas en atravesar épocas y géneros. “Tengo formación clásica, fui músico clásico y estuve en la Sinfónica Nacional, pero ahí ya era roquero, por eso me tuve que ir”, explica entre risas este músico con raíces barilochenses que se siente “un afortunado sin fortuna” porque vive de su violín desde los 14 años y recorre el mundo con su talento. Subido al “colectivo” creativo de “Bajo Fondo”, este año editó su primer CD solista en homenaje a la música rioplatense de los años ’20. En la placa que lleva su nombre sorprende con composiciones propias e interpretaciones de tango antiguo ancladas aún más en el tiempo por la elección de un instrumento que huele a época: el violín corneta. – ¿El violín corneta es un poco la identidad de tu disco? – En realidad, es como el cantante de mi disco, porque grabé también con el violín común muchas bases. Lo conseguí en Los Angeles, donde grabé el disco, y su aparición fue como otra voz. Al hacer un disco casi exclusivamente de violines le sumó un sonido especial, con Gustavo Santaolalla -que es el productor- lo comparábamos como si fuera el cantante. – Tiene un sonido muy particular, como de época. – Totalmente. Se usó paralelamente en varios lugares, como Norteamérica y Europa, y se usó mucho en el tango. No sé mucho del instrumento, pero entiendo que el origen es árabe y el momento en que se empezó a usar fue en los inicios de la grabación. Entonces los grupos que eran liderados por violinistas dirigían la corneta hacia el único micrófono para que no los tapara la masa orquestal. – ¿Lo buscaste o te topaste con él? – Me topé con él; igual, fue como algo que tenía que suceder, porque venía escuchando mucha música que tenía violín corneta, sobre todo durante el trabajo de recopilación y escucha que hice de los tangos más primitivos. Venía escuchando mucho a Julio de Caro, que tocaba este instrumento; incluso llegué a ver un violín corneta que hay en el pueblo de Maipú (Buenos Aires), que era antiguo… pero jamás me imaginé que iba a tener uno, y me topé con él. – ¿Lo asimilaste a tus violines o fue sólo una experiencia? – Las dos cosas, cada vez estoy tocando más con ese violín y ahora mi disco va a ser editado en la Deutsche Grammophon -el sello alemán-, así que de alguna manera se va a transformar en una especie de sello mío para Europa. No es lo único que hago, pero me gusta mucho hacerlo y, además, ganó un lugar bastante importante en Europa dentro de lo que es el tango, porque por primera vez lo están considerando ‘world music’. Van a editar mi disco y ya lo hicieron con el disco de Cristóbal Repetto, que es un muchacho que canta tangos de la misma época de los que contiene mi disco, de los años ’20 y ’30. Con Cristóbal salimos juntos de gira y presentamos nuestros discos juntos en ‘Wormad’, que es el festival de Peter Gabriel. – Tenés dos tránsitos muy distintos dentro del tango; de la fusión con lo electrónico pasaste a la raíz más antigua… – Es un homenaje a un sonido y a una forma de tocar el tango en esa época que era como más folclórica, más fresca y, sobre todo, que no se hace porque ese origen del tango está un poco oculto. Arrancó por ese lado, por homenajear ese tipo de sonido más alegre. – Este trabajo es el polo opuesto a “Bajo Fondo”. – Sí, tiene algo de eso, son como dos caras: el pasado total y la búsqueda renovadora de mezclarlo con elementos actuales. Igualmente mi disco tiene un factor que, por más que sea antiguo, le da una modernidad: la forma en que lo grabé. Todo lo que suena en el disco lo sobregrabé, no tocan otros músicos, salvo un par de invitados, Cristóbal Repetto y Daniel Melingo. Igual, hay un hilo conductor común tanto en mi disco como en la búsqueda de Cristóbal Repetto y en lo que es “Bajo Fondo” (en el cual también participa Cristóbal), porque la idea de “Bajo Fondo” también es rescatar sonidos de la raíz. Creo que en eso de ir de atrás para adelante en el tiempo no hay ningún conflicto, porque una cosa se nutre de la otra. El trabajo de investigación que hice me permitió conocer más del tango y volcarlo a la electrónica con un poco más de autoridad. – En ese tránsito en el tiempo, ¿dónde te sentís más identificado? – Creo que no hay ranking entre esas cosas. Es muy distinto, porque lo que se armó en vivo con el “Bajo Fondo” y lo que estamos grabando ahora con el “Bajo Fondo II” es un fenómeno que tiene más que ver con el rock and roll que con el tango o lo electrónico. Se armó una banda muy intensa y tiene más que ver con eso. Mi disco es más como un caramelito, un gusto que me quise dar y un homenaje a una música que me atrapó en un momento y que me encanta. Pero no son antagónicos ni compiten, no te puedo decir qué me gusta más de las dos cosas. – ¿“Bajo Fondo II” viene por otro lado? – Es el opuesto del primer disco, que fue una experiencia más de laboratorio, si se quiere. Este disco refleja más lo que se armó en todos estos años de tocar en vivo, donde se consolidó una banda fija y estable con la que hicimos muchísimos shows por todo el mundo. Lo grabamos todos tocando juntos en vivo en ION, uno de los estudios más prestigiosos de Buenos Aires, y ya tenemos terminada la mitad del disco. – ¿Cómo imaginás que va a ser recibido un trabajo tan distinto? – El tango electrónico fue también como una idea que se mostró y armó todo un caminito a través de eso. Hoy hay muchos grupos que están en esa búsqueda de los elementos electrónicos actuales y los sonidos del tango. El primero tal vez generó sorpresa en la propuesta, pero creo que éste va a ser muy bien recibido, porque tiene elementos que lo referencian en el rock nacional, y el rock que se hizo en este lugar del mundo siempre fue muy distinto de otros. En ese sentido, va a ser mejor recibido que el primero acá y afuera; no quiero pecar de soberbio, pero la verdad es que nos va muy bien en todos lados y este disco lo están esperando en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Creo que nos va a ir muy, muy bien, porque además tiene más que ver con esa banda que han visto tanto en vivo. – ¿Dónde creés que quedó la fusión del tango y lo electrónico? – Me parece que es un proceso inevitable que en algún momento se quiera probar cómo queda mezclar dos cosas. La electrónica tiene algo que es muy tentador, como todo lo tecnológico y lo actual, tenés mucho poder de manipulación e información y la fusión con el tango era inevitable, en todo el mundo está sucediendo. La época te da nuevas herramientas y el pasado te da la información o la raíz, y está bien mezclarlo, te puede salir bien o te puede salir mal. El fenómeno se transformó en un género al que primero le decían “tango electrónico” y ahora le dicen “electrotango”; siempre que algo se transforma en un género o encuentra su nombre genera un poco de snobismo y mucho oportunismo. Yo creo que hay que esperar un poco para ver cómo evoluciona.
CUESTION DE FAMILIA
Javier proviene de una familia de músicos virtuosos de Bariloche y cada vez que retorna a la ciudad el reencuentro se traduce en una fiesta abierta al público que colma cada sala, cada lugar donde se presenten. Junto al legendario “Chingolo” (batería y percusión) y a su primo Carlos (bajo, percusión y voz), Javier se permite improvisar y bucear con nuevos sonidos en jazz, tango, rock, folclore y otros géneros que recorre sin limitaciones. “Me gusta mucho venir a tocar con ‘Chingolo’ y con Carlos, siempre es un placer increíble. Es muy lindo lo que pasa con ellos, que también siempre están en proceso, porque somos ‘improvisadores’. Eso está buenísimo, porque es la mejor gimnasia del músico. Es seguir haciendo música sin descanso”, resumió. El trío cuenta con la asistencia casi perfecta de Pablo “Chimango” Valette (guitarra y percusión), la intervención de músicos invitados -que aportan desde distintos estilos- y la reciente incorporación de Joaquín Casalla. Los Casalla llevan la música en la sangre y el talento a flor de piel, pero además tienen la virtud de compartir con el público el placer que sienten con lo que hacen, su pasión por la música. Cada nueva presentación parte de una propuesta diferente y deslumbra en las derivaciones de un espectáculo que no se impone límites ni estructuras demasiado rígidas. La última -que tuvo al pub Cúbico como escenario, con dos funciones colmadas de público- dejó en evidencia la ebullición musical que genera esta familia de talentos, siempre rodeada de buenos amigos artistas. El brillante desempeño del trío junto al “Chimango” fue matizado con la destacada intervención de la familia Merchan en zambas, chacareras y otras delicadezas. Una diversidad que completó Leticia cuando introdujo un bolero -con su sensual voz apenas adornada por Carlos en percusión- y “enamoró” con su particular interpretación.
“BAJO FONDO ES MI BANDA”
De la mano de Gustavo Santaolalla participó en la última placa de Mercedes Sosa, “Corazón Libre”, también editada por la Deutsche Grammophon, y el doble disco de los “Maestros del Tango”, con los que se va a presentar en el Colón en diciembre para luego salir de gira. Con 32 años, Javier Casalla tiene una trayectoria musical impresionante de la que habla sin rubores ni ostentaciones, con la misma naturalidad que disfruta del violín. Tocó largo tiempo con Divididos, también con la Bersuit y con Charly García en vivo. Además tiene mucho material editado con Los Piojos, La Renga, Los Pericos y muchos discos grabados dentro del rock nacional. Pero hay algunos pasajes de su carrera que le despiertan un particular orgullo, como su participación musical en la películas “Amores Perros”, “Diarios de motocicleta” y “21 gramos”. “‘Bajo Fondo’ se transformó en mi banda, mi prioridad. En los últimos dos años empezamos a realizar las giras más fuertes por Europa, Estados Unidos y Latinoamérica y dejé de hacer muchas otras cosas que hacía”, dijo. En los shows de la banda comenzó a presentar su disco, como introducción o como descanso. “De alguna manera veo muy de la mano todo lo que me está pasando, que en el fondo es mostrar que acá hay una cultura musical que es muy fuerte, que yendo para atrás o para adelante en el tiempo hay otras maneras que no son el típico show”, resumió. Para Javier Casalla, “en la raíz musical de tu propio lugar hay mucho para encontrar y que alimenta las músicas que se hacen en ese lugar por más que vayan mutando”, y eso explica, en buena medida, la naturalidad con que se mueve en los distintos géneros y épocas.
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