Joan Manuel Serrat, una historia de coherencia

BUENOS AIRES.- El cantautor catalán Joan Manuel Serrat cumple hoy 60 años, ocasión que para muchos fanáticos que siguieron su carrera y su conducta desde finales de la década del 60 puede resultar una odiosa pero indubitable muestra del paso del tiempo.

El autor de «Tu nombre me sabe a hierba», «Señora», «Mediterráneo» y «Penélope», entre muchos temas que ya pertenecen a la memoria colectiva, nació en Poble Sec, un suburbio barcelonés, el 27 de diciembre de 1943, hijo de Angeles y Josep, a la sazón costurera y plomero.

Eran los años duros de la posguerra española y el Nano, como lo llaman sus amigos y quienes querrían serlo, se crió escuchando por radio canciones de Conchita Piquer y Juanito Balderrama -artistas emblemáticos del régimen franquista-, y hacia sus 20 años comenzó a componer canciones para el grupo de rock que integraba, «Els Setze Jutges» («Los 16 jueces»).

Egresado de la milicia con el grado de alférez, comenzó a tener problemas con la autoridad por su decisión, y la de su grupo, de interpretar su repertorio en catalán, actitud que se oponía a la política oficial de prohibir las lenguas regionales y centralizar todo en el español de Castilla.

Integrante de la llamada Nueva Canción, en 1968 Serrat se negó a cantar en castellano en el festival Eurovisión, lo que le significó entrar en guerra con el régimen, desaparecer de la tevé española hasta 1981 y exiliarse en México durante un año, situación que posibilitó entre otros devenires su debut en la Argentina.

Desde la primera vez que pisó Buenos Aires, en 1969, fue un argentino más: jamás se desinteresó por la realidad social del país y no pudo pisar estas playas durante la última dictadura militar, lapso en el que su disco «Joan Manuel Serrat 1978» se editó con el tema «Irene» omitido.

La permanencia de Serrat como artista y de la veintena de canciones esenciales que le dieron fama y dinero, y le permitieron crear otras 200 lo largo de cuarenta años, puede inferirse de los sentimientos que las inspiran: el amor, la ternura, la amistad, la solidaridad, la justicia, temas todos que trató sin demagogia y casi nunca con cursilería.

Su último trabajo, «Serrat sinfónico», grabado con gran-orquesta-gran en Madrid, intenta recuperar viejos temas y volcarlos con un toque «aggiornado», pero al disco compacto lo aquejan defectos como que la voz del Nano ya no es la misma y que carece de la pátina del tiempo y los sueños que envolvían las grabaciones originales.

De todos modos, quienes siguen recordando esas canciones que casi perdieron su autor, que son frases que marcaron vidas, que contribuyeron a noviazgos y desengaños, que marcaron hermandades, sentirán que Serrat forma parte de su existencia aunque hoy haga «40 años que tiene 20 años». (Télam)