Juan: “nos miran como delirados pero estábamos súper concientes e informados”

Junto a Lorena, es padre de una beba de 40 días que nació en su casa en Roca.

A partir de nuestras creencias y nuestro modo de vida nosotros decidimos que el parto fuera domiciliario. Además sabemos que hay un 90% de cesáreas injustificadas y conocemos casos de violencia obstétrica. Para nosotros nuestra hija es alguien lleno de luz y queríamos que llegara al mundo de esa forma y no en una institución, en medio de gritos o con mi pareja acostada en una camilla.

Todo el embarazo lo seguimos con la obstetra que iba a atender el parto en casa, consultamos a otra de una institución y también fuimos al hospital. O sea, nosotros éramos los raritos pero hacíamos tres controles mensuales, tres controles diferentes para estar tranquilos.

El curso de preparto me sirvió mucho para incorporar toda esa información porque no la tenía y que nos permitió el día del parto reaccionar con calma y a ella hacer todo el trabajo. Cuando mi pareja rompió bolsa yo ya sabía de qué color tenía que ser el líquido para quedarme tranquilo o salir al hospital, cómo tenía que respirar para manejar el dolor y las contracciones, cómo controlar los tiempos. Habíamos leído mucho, visto películas, hecho cursos… no era una locura, era posible. La humanidad ha evolucionado así, ha venido pariendo hace millones de años, mientras que el parto institucionalizado tiene menos de 100 años.

A cada lugar que vamos, cuando contamos que nuestra hija nació en casa, nos miran como delirados pero todo lo contrario, estábamos concientes e informados.

Ella rompió bolsa a las 2 de la mañana, controlamos el líquido y venía todo bien. Ahí pensé para dentro ‘vamos al hospital’ pero no lo dije y enseguida me empecé a controlar. Después de dos horas llegaron las contracciones más fuertes; pasó el mediodía y la beba terminó naciendo a las 5 de la tarde. Lo fuimos transcurriendo, en eje, ella y yo. Todo el trabajo duro lo hizo ella y la obstetra le dijo: ‘hiciste todo lo que tenías que hacer para tener un parto perfecto’. Ella practica yoga, o sea que lo de la respiración lo tenía incorporado y eso le permitió llevarlo muy bien mental y físicamente. No nos colapsamos. Estuvimos todo el tiempo junto a nuestra obstetra Cecilia y a dos amigas de mi compañera. Fue todo íntimo, muy tranquilo y maravilloso.


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