Kirchner enfrenta a Lavagna por apertura del canje

El presidente no quiere darles otra oportunidad.

BUENOS AIRES (ABA)- La fuerte disputa que están llevando la Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) acerca de la posibilidad o no de arribar a nuevo acuerdo, sumado a la incertidumbre sobre qué planteo se efectuará para los bonistas que no ingresaron al canje de deuda pública, está generando cortocircuitos en el propio gobierno nacional.

Tanto fuentes de la Presidencia como del Ministerio de Economía admitieron que las diferencias comenzaron a surgir a partir de la estrategia a seguir con el 24% de los acreedores que no aceptaron la reestructuración de la deuda que promovió el gobierno, a lo que se le agregaron mensajes cruzados intimidatorios con la cúpula del FMI.

En base a esta situación, se pueden establecer las siguientes diferencias o puntos de vista que envuelven al gobierno en este tema tan complicado.

• Bonistas. El presidente Néstor Kirchner y sus principales asesores están decididos a no darles ninguna puerta a los bonistas que no ingresaron al canje de deuda. El ministro de Economía, Roberto Lavagna, en cambio se comentó que si bien trata de mantener un discurso de cierta inflexibilidad, estaría dispuesto a iniciar algún tipo de negociación con ese grup de acreedores, una vez que finalice el acuerdo con el Fondo.

• Perfil. En Economía, entre los principales asesores del titular de esa cartera, se comentó con insistencia en las últimas horas que no han generado un buen clima las expresiones con su clásico tono vehemente que realizó el presidente Kirchner acerca de los bonistas, el FMI y alguna referencia al Grupo de los Siete (foro de países más desarrollados del mundo). En el Palacio de Hacienda se recordó que uno de los puntos esenciales en esta discusión que se está encarando con los organismos multilaterales era mantener un «perfil bajo» y alejado de los medios de comunicación, algo totalmente contrario a lo que está ocurriendo.

• Acuerdo. Algunos asesores de Casa de Gobierno sostienen que desde Presidencia se promueve que se busque un acuerdo inédito con el FMI, es decir, por uno o dos años, nada más e incluso se sabe que están buscando una alternativa en caso de no arribar a un convenio. En cambio, en la cartera económica el objetivo es cerrar un acuerdo por tres años que no contemple endeudamiento nuevo, sino desembolsos que vayan a cancelar directamente la deuda vieja que el país con el organismo.

• Mensaje. También surgieron diferencias dentro del Poder Ejecutivo en cuanto al mensaje amenazador que hizo el gobierno de no pagarle al FMI si no se arriba a un acuerdo. En el entorno del ministro Lavagna aseguran que en los organismos internacionales ese tipo de intimidaciones saben que finalmente no se cumplen y que esas actitudes complican más una negociación que de por sí viene muy dura.

Encima, todo este nivel de diferencias internas se da en un momento donde comenzaron a surgir muchos interrogantes sobre la macroeconomía como, entre otros factores, el aumento de la inflación, la pelea por los salarios, la baja del dólar, la dificultad para mantener la competitividad que se está empezando a dar en algunos sectores debido al incremento de costos internos y la aplicación de las retenciones sobre la exportación.

De todas formas, parece que esta vez el FMI no dará el brazo a torcer en las negociaciones con la Argentina. En las últimas horas se repitió ese mensaje, ya que el organismo recomendó a la Argentina «normalizar» su relación con los acreedores externos y agilizar el proceso de «reformas estructurales» pendientes, entre las cuales se plantean las reformas tributaria y de coparticipación federal de impuestos.

Fue muy contundente el informe Perspectivas Económicas Mundiales difundido el miércoles en Washington, en vísperas de la Asamblea de Primavera (boreal) del organismo, que se efectuará durante este fin de semana en la capital estadounidense.

Allí, el estudio reveló que «si (Argentina) busca sostener la recuperación y reducir el desempleo, continuar con la prudencia fiscal que facilitará la reducción del endeudamiento, la eliminación de impuestos distorsivos y el aumento en el gasto social y en infraestructura, requerirá de la normalización de las relaciones con los acreedores y un mayor progreso en materia de reformas estructurales».

Por otro lado, en el mismo informe se hace referencia además que la Argentina alcanzaría un crecimiento económico del 6% durante el 2005 y del 3,6% en el 2006, mientras que el pronóstico en materia de inflación, consignó un nivel del 7,7% para el presente año.

También espera que en el 2005 la cuenta corriente de la balanza de pago arroje un déficit equivalente al 1,2% del Producto Bruto Interno y del 2,9% para el 2006.


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