Kosovo y el riesgo de un polvorín

Por Thomas Brey

A seis años del bombardeo de la OTAN sobre Serbia, que detuvo la guerra civil en Kosovo, vuelve a colocarse esta provincia escindida de Belgrado bajo el foco de la atención internacional.

La multiplicidad de problemas irresueltos en la región puede convertirse en un nuevo polvorín a punto de estallar si no se inicia finalmente el camino hacia una solución estable, opinan diplomáticos occidentales en Pristina, tras la renuncia del primer ministro Ramush Haradinaj para someterse a una acusación por crímenes de guerra ante el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY).

Si la presentación de Haradinaj ante el TPIY deriva en incidentes con muertos y heridos, podría desbordarse fácilmente la situación en Kosovo a pesar de los 19.000 efectivos extranjeros desplegados actualmente en la provincia.

Los esfuerzos de la comunidad in

ternacional por pacificar la región sufrirán de todos modos un fuerte retroceso.

La Misión de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK) había apostado a Haradinaj como un interlocutor válido.

«Trabajó mucho e intensamente, es inteligente y posee influencia», se repitió una y otra vez en círculos de la UNMIK.

Sólo pocos dirigentes kosovares merecían semejante caracterización de parte de los funcionarios internacionales.

El jefe de la UNMIK, Soeren Jessen- Petersen, había albergado la expectativa de poder soslayar la acusación pendiente contra Haradinaj, que se estaba elaborando desde hacía meses.

Altos representantes de la UNMIK habían dado a entender que este mismo año se podría llegar a un acuerdo con Haradinaj para posibilitar la retirada paulatina de las tropas extranjeras y la administración de la misión de la ONU.

El compromiso internacional en Kosovo cuesta unos 2.600 millones de dólares anuales, sin que se hubiese vislumbrado hasta ahora una mejora significativa de las míseras condiciones económicas y políticas. Sobre todo Washington había apoyado la gestión de Haradinaj.

Después de que resultara herido en una guerra entre fracciones rivales en el 2000 fue trasladado por los estadounidenses a Alemania para su mejor atención médica.

Países occidentales de peso han subrayado una y otra vez que un retorno de Kosovo bajo la soberanía de la República Serbia no estaba entre las alternativas en juego.

Por otra parte se teme en las principales capitales occidentales que un Estado independiente en Kosovo podría constituirse a largo plazo en un peligroso foco de conflictividad.

(DPA)


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