La Angostura conmemora un año de la erupción

En un acto a las 15, estarán Jorge Sapag y Ana Pechen.

La Angostura hoy. Ya libre de cenizas, la localidad se apresta a recibir a los turistas con sus bellezas de siempre y una renovada fe en sus habitantes.

VILLA LA ANGOSTURA (AVLA).- A un año del comienzo de la erupción del volcán Puyehue, Villa La Angostura, una de las localidades más afectadas por la lluvia de cenizas del 4 de junio del 2011, enfrenta el porvenir decidida a transformar la adversidad en oportunidad. Tanto que hoy comienza allí la “Semana del volcán” con un menú de actividades sociales y culturales para dar a conocer a la región y el país que ya libre de cenizas se apresta a recibir con sus mejores galas a los turistas del invierno que se aproxima.

Desde el municipio confirmaron la participación del gobernador Jorge Sapag y la vicegobernadora Ana Pechen al acto que se realizará desde las 15 en el gimnasio municipal. (Ver recuadro)

En el Centro de Convenciones el fin de semana hubo proyección de cortos y charlas a cargo de grupos que trabajaron durante la emergencia y los meses siguientes.

Durante estos siete días, en el Centro de Convenciones se podrá visitar la muestra de fotografías.

No obstante la recuperación que ahora se avizora, aquel 4 de junio del 2011 quedará como uno de esos momentos en los que la historia hace un quiebre. La catástrofe, si bien golpeó de manera dispar en el norte patagónico, brindó una lección a las localidades más perjudicadas: todas, de un modo u otro, están conectadas y comparten un destino común porque están por igual a merced de las fuerzas de la naturaleza. De las secuelas económicas, “Río Negro” brindó un amplio informe en la sección Debates, en su edición del 1 de junio.

Sin embargo, en La Angostura, que declaró a esta fecha como el “Día del Voluntario y de la Solidaridad”, muchos sienten que reproducir las vivencias de aquel día es una forma de traer al presente el sentimiento por el prójimo que nació a la par de la zozobra:

15:30, 4 de junio de 2011. “¡Está lloviendo arena!”, se escuchó gritar a un hombre en la plaza Los Pioneros, en pleno centro de La Angostura. A metros de allí, donde luego funcionaría el Comando de Emergencia (COE), las fuerzas de seguridad analizaban los pasos a seguir ante una inminente erupción volcánica. A los pocos minutos, el día se hizo de noche y un olor particular impregnó el ambiente. De lejos retumbaba el infierno del cordón Caulle –que a esa altura, pocos sabían de qué se trataba– y en el desconcierto la gente corrió a sus casas a llamar a los vecinos y sintonizar radios buscando una certeza sobre lo que pasaba. La preocupación era la arena, pero también si todavía había que esperar lo peor: un terremoto o lo que fuera. No se sabía qué podía llegar a emitir el volcán, por eso el gobierno –a cargo en ese entonces del intendente Ricardo Alonso– barajó la posibilidad de evacuar todo el pueblo. Llegó el Ejército y la localidad se “militarizó”.

Para los que se quedaron, la primera noche fue de tensa espera, masticando incertidumbre. La mañana siguiente, la arenilla ya era polvo y lo cubría todo. La garganta irritada, la ruta intransitable, los ojos llorosos por el sílice, la calle solitaria y la tierra que temblaba. Luego se sumó la falta de agua y luz durante varios días, y hasta un mes en algunos barrios.

Pero al sentimiento de “paraíso perdido” sobrevino la solidaridad y por un momento el vecino se convirtió en hermano. Cuando desde el municipio convocaron a voluntarios para colaborar con las tareas, la respuesta fue masiva.

Las fotos también conmovieron a extraños, que desde distintos puntos del país enviaron ayuda.

Como toda crisis, para algunos fue una oportunidad y a otros los obligó a emigrar. A los meses, muchos de los que pensaron que nunca más volverían, regresaron. Y desde que el volcán dejó de dar noticias –la ceniza disminuyó y La Angostura ya estaba limpia– el turismo volvió y cambió el ánimo y la perspectiva de la población.

El hombre hizo mucho, y la naturaleza, con la lluvia, la nieve y el tiempo de su lado lograron el resto.


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