La angustia de un embarazo que nunca llega

Cómo manejar la ansiedad cuando se espera un hijo.

El tiempo es un gran escultor, dijo Margheritte Yourcenar. Pero también es medida y límite, el costado áspero en la espera de la concreción de un deseo que no se realiza con la rapidez aspirada. Y cuando el deseo se trata de algo tan profundo y personal de la vida de una pareja, como es un hijo, el tiempo que dure la espera puede llegar a ser realmente difícil de manejar.

La licenciada Rut Willner de Dresdner, psicóloga especializada en trastornos reproductivos, considera que «estamos en una época que podemos llamar 'la era de la inmediatez', en la cual la vida de las personas está atravesada por la necesidad de tener todo resuelto o concretado de manera inmediata». Como sujetos de esta cultura, explica, «nos encontramos de pronto en situaciones inconvenientes, por ejemplo: 'busco trabajo, lo necesito ahora, pero no consigo'. Del mismo modo se puede presentar la espera prolongada del hijo, como una vivencia que afecta esta dimensión del tiempo de modo mucho más personal que en aspiraciones materiales. ¿Qué pasa cuando deseo un hijo que no viene ya?, cuando como sujeto social vengo atravesado por este supuesto mandato de inmediatez.»

 

Una angustia por etapas

Las situaciones que se presentan son diversas. «Hay una primera etapa –continúa la especialista– que tiene que ver con la planificación que había iniciado una pareja que decide dejar de cuidarse y buscar el hijo. Estas dos personas manejaron sus tiempos y organizaron su vida en espera del hijo deseado. Dejaron de lado determinadas cosas en función de esta planificación para prepararse para el embarazo. Así comienza una etapa donde el tiempo está regulado externamente por los ciclos biológicos de la mujer. En un contexto de incertidumbre, de duda, de desconfianza sobre el cuerpo del otro, ambos miembros de la pareja se encuentran con que el tiempo está regido por algo que no es controlable por ninguno de ellos. La cabeza de ambos comienza a sintonizarse de 28 en 28 días –o el tiempo que dure el ciclo menstrual de cada mujer–, en espera de un resultado ansiado.»

Cuando el embarazo no se produce, es probable que se realice la necesaria consulta médica con especialistas en reproducción, «con lo cual –continúa Willner– comienza un período con mayor cantidad de factores que alteran la vida y la dimensión del tiempo de esa pareja». Es la época en que por indicación médica deben tener relaciones sexuales ciertos días, con una determinada frecuencia, y a veces hasta a una hora específica para algunos estudios de diagnóstico.

En el caso de necesitar tratamientos de fertilización asistida, la «agenda» de la pareja se limita y determina aún más. Y aunque la promesa del hijo deseado esté cada vez más cerca, la intranquilidad va en aumento en una relación directamente propor

cional al tiempo de búsqueda.

Desde el aspecto científico hay mucho para ofrecer a las parejas que se encuentran en la búsqueda del embarazo, gracias a los avances logrados en los últimos años en medicina, embriología y genética. Pero el grado de ansiedad que pueden experimentar ambos miembros de la pareja suele ser tan alto en la mayoría de los casos, que generalmente puede ser necesario realizar una consulta psicológica como apoyo o contención.

La psicóloga Willner, quien es miembro del Capítulo Psicología de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMER) y directora de EPSARE –Equipo Psicológico de Atención en Reproducción– remarca que «la espera prolongada del hijo es una etapa de mucha tensión y exigencia que genera diferentes reacciones», en la cual «algunas parejas se recluyen porque decidieron no comentarlo con los allegados, algunos inclusive tratan de no hablarlo ni siquiera entre ellos porque tienen miedo o no quieren crearle expectativas al otro».

«Otros, por el contrario, pueden hablar del tema, y algunos de tanto hablar se terminan irritando –describe–. También existen parejas que de alguna manera han podido dar una dimensión más adecuada del tiempo de espera, pueden planificar mejor asumiendo que es una etapa densa.»

 

Contención terapéutica

El apoyo psicológico parece ser necesario en este tipo de situaciones. La especialista comenta que «para aquellos que ya contaban con algún tipo de contención psicológica o venían realizando una psicoterapia, es un buen momento para continuar, pero trabajando focalmente el tema de la búsqueda del hijo, porque no es momento de ir avanzando en otros aspectos de la vida, sino trabajar en el aquí y ahora, en cómo se posicionan ante la espera del hijo».

En cuanto al tipo de terapia psicológica, es más conveniente la que puede ofrecer un psicólogo especialista en reproducción debido a que conoce del tema, los términos utilizados con frecuencia en el consultorio médico, con los cuáles ya están familiarizados los pacientes en espera prolongada del hijo.

En términos de tiempo y etapas cronológicas, el día después de cada intento y la espera del resultado del test de embarazo, son los momentos más difíciles de cada ciclo de búsqueda en los que también la contención de un terapeuta ayuda a afrontar mejor las dificultades anímicas y emocionales.

«En estas situaciones se trabaja cómo se vive esa espera, qué expectativas se ponen. Tampoco hay que olvidar que en esta etapa se van a inaugurar otros tiempos de espera nuevos, tanto si la paciente quedó embarazada, como si no dio resultado positivo. Pensar en este caso si reinician la búsqueda o el tratamiento, o deciden un tiempo de espera para pensar qué hacer», finaliza Willner.

MARIA FERNANDA BARRO GIL


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