La angustia gana a desocupado que se quedó sin nada
El hombre dio testimonio de su desesperación. Es desocupado, con dos pequeños y para colmo, entraron a su humilde vivienda en un alejado sector de Stefenelli y se llevaron todo. Apenas subsiste con la venta de fruta que hace su hija de 7 años por las esquinas.
ROCA (AR) – Un desempleado de Roca fue víctima en la misma semana de dos asaltos que convirtieron su casa en un territorio casi devastado. Sin gas ni agua corriente y con parte del techo destruido en la abandonada vivienda en la que convive con sus dos pequeños hijos en una de las calles más alejadas de Stefenelli, Julio César Saire afirma no saber cómo hacer «para conseguir una ayuda para aunque sea poder subsistir».
Hace dos días radicó en la Comisaría de ese barrio la segunda denuncia en menos de una semana. Contó que el lunes a la mañana y el viernes a la noche «no sé cuántas personas» ingresaron a su domicilio y se llevaron todo, luego de violentar puertas y ventanas. Una acción que en realidad, no era necesaria. Pocas de ellas conservan los vidrios, no tienen rejas y las puertas hace rato que dejaron de utilizar cerraduras. Por allí entraron y se llevaron un televisor, un equipo de música, frazadas, ropa, ollas, sartenes, platos.
«Nos dejaron con lo puesto. No tenemos nada para vivir, yo no consigo trabajo ni ayuda alimentaria. Estoy desesperado», resume Saire y la desperación se le nota en la cara, en los gestos, en la mirada. El hombre que hoy vive en la más extrema de las pobrezas y que hace no mucho –dice– fue el encargado del Colegio de Martilleros de Mar del Plata –»lo que me permitía tener un excelente pasar económico»– asegura haber recorrido en los últimos tiempos cuanta institución de ayuda social u organismo público en procura de soluciones a su angustiosa situación.
«En la municipalidad el secretario de una de las concejales me echó por haber estado en uno de los cacerolazos. Lo peor de todo, es que yo fui a la protesta porque mis hijos la tomaban como una forma de entretenimiento, les divertía el ruido de todas las ollas y la cantidad de gente» cuenta sobre sus dos hijos, Yamila de 7 años y Lucas de 4.
«Hay veces en que ellos comen por la ayuda de algunas verdulerías que me dan la verdura vieja o por otros que me pasan la fruta que vendemos en el centro por algunas monedas» agrega. De hecho, esta es la alternativa que los mantiene a ellos y a varios desocupados de Roca desde hace ya tiempo y que Yamila Saire con sus siete años a cuestas se encarga de llevar a cabo.
«Hay veces en que vende en un ratito toda la fruta y con eso comemos varios días. La gente la ve y en seguida nos ayuda. Es terrible, pero ella tendría que dedicarse a jugar y a estudiar, pero en esta situación nada de eso es posible para nosotros y menos después de esta locura que hicieron de robarle a un desocupado como yo», comenta Saire.
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