La Argentina tiene su santo y la Iglesia Católica su primer San Héctor

La canonización se realizó en el interior de la monumental Basílica de San Pedro, sede de la principal Iglesia Católica, y no en la Plaza de San Pedro, ya que el clima no acompañó y se temió por la salud del Papa. Miles de peregrinos, muchos españoles, presenciaron el evento.

Argentina ya cuenta con su primer santo: Héctor Valdivielso Sáez, hijo de españoles, considerado por los argentinos como compatriota por haber nacido en Buenos Aires y que ayer fue canonizado en el Vaticano por el Papa Juan Pablo II (Foto Reuters) junto a otros beatos españoles e italianos. Doce en total.

Sin embargo y más allá de la gloria alcanzada, llamó la atención que el nombre «San Héctor» o «Héctor Valdivielso» no haya sido mencionado ni una sola vez por el Papa,' ni durante la extensa ceremonia de canonización ni en la homilía. Siempre que el Santo Padre se refirió al primer argentino santificado, lo hizo en forma grupal, destacándolo como uno de los ocho hermanos de La Salle fusilados en 1934. Asimismo, su nacionalidad fue tocada tangencialmente durante la homilía, cuando el Papa se refirió al grupo de sacerdotes «que habiendo nacido en tierras españolas y uno de ellos en la Argentina, coronaron sus vidas con el martirio de Turon».

San Héctor nació el 31 de octubre de 1910 en Buenos Aires y fue fusilado en Turón, España, en 1934, durante la denominada «Revolución de Asturias», junto a siete compañeros de la orden Hermanos de Lasalle.

El Santo Padre manifestó tener «la alegría de inscribirlos (a Valdivielso y sus hermanos lasallanos) en el catálogo de los Santos, proponiéndolos a la Iglesia universal como modelos de vida cristiana e intercesores nuestros ante Dios».

La ceremonia fue presenciada por el presidente Carlos Menem que al término de la misa se abrazó con el vicepresidente Carlos Ruckauf para darse la paz. También estuvieron, Zulemita Menem, los ministros de Defensa, Jorge Domínguez, de Educación, Manuel García Solá, y de Salud, Alberto Mazza, el secretario general de la presidencia, Alberto Kohan, y el embajador ante el Vaticano, Esteban Caselli, entre otros.

La canonización se realizó en el interior de la monumental Basílica de San Pedro (sede principal de la Iglesia Católica, y recientemente refaccionada para los festejos del Jubileo del 2000) ante miles de peregrinos -muchos de ellos españoles- que se acercaron al magnífico templo para presenciar el evento.

Normalmente este tipo de encuentros tiene lugar en la Plaza de San Pedro, pero para este caso se decidió que se realizara en el interior de la Basílica, debido al frío y la lluvia que desde hace una semana azotan la Ciudad Eterna, que además podrían atentar contra la delicada salud de Juan Pablo II.

La santificación de Valdivielso se inició a las 9.30 hora del Vaticano (5.30 de la Argentina) con el Canto de Ingreso, seguido por el rito de la canonización, que comenzó el prefecto Saraiva Martins con la lectura de la causa de todos los doce santos canonizados ayer. Además de Valdivielso y sus compañeros fusilados en España, fueron santificados el español Cirilo Beltrán y los italianos Benedetto Menni y Tommaso Da Cori.

Luego, a las 10.15, el Papa -ataviado con un traje de gala color dorado y sentado sobre su trono en el altar de la Basílica- pronunció en italiano la fórmula de canonización.

Después del Evangelio, el Santo Padre pronunció su homilía, en la que, en español, sostuvo que Valdivielso y sus compañeros «afrontaron su trágico destino como auténtico testimonio de fe, dando con su martirio la última lección de su vida». «Todos ellos, como cuentan los testigos, se prepararon a la muerte como habían vivido: con la oración perseverante, en espíritu de fraternidad, sin disimular su condición de religiosos», agregó.

La canonización fue seguida por los fieles que estaban fuera de la iglesia de San Pedro, orando bajo la lluvia, ante tres inmensos tapices colocados en la fachada de la basílica, uno con todos los mártires de Turón. Otros esperaron hasta que el Papa se asomara por una de las ventanas para saludarlos en la hora en que se reza el Angelus.

(DyN, Télam y EFE)

En Buenos Aires se festejó con globos

Con una suelta de globos blancos y rojos y el rezo de oraciones religiosas, sacerdotes, catequistas, estudiantes y fieles católicos festejaron ayer en la plaza Flores de capital la canonización de Héctor Valdivielso Sáez. Los fieles, que pertenecen a la parroquia de San José de Flores, festejaron acompañados por las guitarras rasgadas por niños de un colegio primario, entonaron el himno nacional argentino. Los colores elegidos para los globos son precisamente los mismos con los que el Vaticano anuncia con flores desde sus balcones la canonización de los santos.

Por otra parte, en todas las iglesias del país se incluyó en la liturgia de ayer la canonización de San Héctor y hubo plegarias y rezos en su honor.

En Flores, uno de los catequistas señaló como la mayor enseñanza que le deja a los adolescentes la historia de Valdivielso Sáez es que «hay que jugarse por un ideal, querer algo con todo el corazón y hacerlo aunque te digan que no lo podés hacer». El maestro sostuvo que San Héctor «no era un mediocre, no era una persona que hacía las cosas por conveniencia, no era un corrupto. Creo que todo esto hoy sirve mucho». (DyN)

Desde la plaza

Gran operativo de seguridad. Los miles de fieles católicos se acercaron al Vaticano para presenciar la canonización debieron atravesar tres rigurosos puestos de policía para ingresar a la Basílica de San pedro, donde se desarrolló la ceremonia. Tras cruzar los muros que dividen a la Santa Sede de Roma, los peregrinos fueron conducidos por un camino armado con vallas debajo de la monumental «Columnata de Bernini», que rodea la Plaza de San Pedro, y pasar por tres controles, uno de ellos con una puerta electrónica detectora de armas y explosivos, y otro con agentes que revisaban a los visitantes con sensores manuales. Ante la consulta respecto del exhaustivo operativo, uno de los policías respondió: «Es por la seguridad del Papa».

Un cardenal se desmayó. El cardenal más antiguo del Vaticano, Bernard Gantin, sufrió un ligero desmayo durante la misa que ofrecía el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro, y fue asistido en un primer momento por el embajador ante la Santa Sede, Esteban Caselli, y el medico presidencial Alejandro Tfeli. Bernard Gantin, un sudafricano que alcanzó notoriedad por ser el primer cardenal negro, se desvaneció en medio de la ceremonia de canonización de ocho santos, uno de ellos el argentino Héctor Valdivielso. Tras una primera ayuda de Caselli y Tfeli, Gantin fue atendido por los médicos del Vaticano y llevado en una ambulancia hacia un centro asistencial, donde se recuperó.


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