La avalancha republicana

ANDRéS OPPENHEIMER (*)

El triunfo republicano en las elecciones intermedias probablemente produzca recortes presupuestarios que afectarán la ayuda externa estadounidense a Latinoamérica y el Caribe, y también generará posturas antiinmigratorias más duras en el nuevo Congreso. Eso no va a cosechar muchos aplausos en América Latina. Pero en el aspecto positivo, el triunfo republicano aumentará significativamente las posibilidades de que el Congreso apruebe los acuerdos de libre comercio con Colombia y Panamá, cuya ratificación está pendiente desde hace años. Veamos cada uno de estos y otros temas: • En lo relacionado a la ayuda externa, según fuentes republicanas y demócratas del Congreso, el impacto regional más inmediato de la avalancha republicana –que le dará el control de la Cámara de Representantes y una mayor presencia en el Senado al Partido Republicano– será un mayor apoyo a reducir la ayuda externa. El congresista Eliot L. Engel, presidente del Subcomité del Hemisferio Occidental de la Cámara, me dijo en una entrevista que “cuando se tiene un Congreso republicano que habla de recortar el 25% del presupuesto, habrá una enorme presión para recortar la ayuda externa”, que podría incluir los programas antidroga como el Plan Mérida destinado a México y Centroamérica, el Plan Colombia y la ayuda a Haití. “Eso me pone nervioso’’ –dijo Engel. “Sería un gran error, porque en un momento en el que países como Brasil y Venezuela están aumentando su influencia regional, lo peor que podemos hacer es cortar la ayuda externa y dar la impresión de que nos estamos desentendiendo de la región’’. Una fuente cercana al liderazgo del Partido Republicano en el Congreso me admitió que “vamos a hacer recortes generalizados tanto en lo doméstico como en lo internacional, y no van a haber excepciones ni vacas sagradas’’. Y agregó: “Yo esperaría recortes incluso en el Plan Mérida’’. Otro influyente legislador republicano, el congresista Connie Mack de la Florida, quien probablemente reemplace a Engel como presidente del Subcomité del Hemisferio Occidental, me dijo que “todo será examinado. Debemos asegurarnos de gastar cada dólar con sabiduría y prudencia’’. • En materia de inmigración, no hay dudas de que el nuevo Congreso tendrá una postura más antiinmigrante que el actual. Las posibilidades de que se apruebe una reforma inmigratoria integral que incluya una vía a la legalización de los más de 11 millones de indocumentados se verán ahora muy reducidas. “Creo que no ha habido ningún Congreso desde 1924 –y por cierto, ninguno en los últimos 50 años– compuesto por legisladores más dispuestos a reducir la inmigración legal e ilegal que los que fueron electos (el martes)’’, dice Roy Beck, director de Numbers USA, un grupo que se define “a favor de niveles más bajos de inmigración’’. Los congresistas republicanos Lamar Smith de Texas y Steve King de Iowa –ambos entusiastas partidarios de la Ley de Arizona y de otras drásticas medidas antiinmigratorias– se convertirán respectivamente en presidentes del Comité Judicial de la Cámara y de su subcomité de inmigración. Alrededor de 36 legisladores que apoyaban una vía a la legalización de indocumentados han perdido sus bancas. El nuevo Congreso sólo tendrá 170 miembros que apoyan una vía condicionada a la legalización de los inmigrantes ilegales, un número muy inferior a la mayoría de 218 votos que requeriría aprobar esa medida, según Numbers USA. • Los acuerdos comerciales pendientes con Colombia y Panamá tienen mejores posibilidades de ser aprobados, entre otras cosas porque el probable nuevo presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John A. Boehner de Ohio, es un firme partidario de esos acuerdos comerciales. Los acuerdos de libre comercio con ambos países “probablemente sean revividos y aprobados’’ en el nuevo Congreso, me confirmó Mack. • Con respecto a Venezuela y Cuba, el nuevo Congreso será más crítico del presidente venezolano Hugo Chávez y de la dictadura militar cubana. Pero, a menos que haya sorpresas, es improbable que apruebe nuevas sanciones contra cualquiera de los dos países. Mi opinión: los legisladores republicanos que ganaron el martes no son un grupo homogéneo, y muchas de sus propuestas más radicales encontrarán frenos dentro de su propio partido. Mack, por ejemplo, está a favor de incluir a Venezuela en la lista del Departamento de Estado de países que apoyan el terrorismo, pero la probable presidente del Comité de Relaciones Exteriores del nuevo Congreso, la congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen –quien apoyó esa idea hace unos años– ahora está en contra, argumentando que eso perjudicaría a sus votantes venezolanos en Miami. Además, el Senado seguirá controlado por los demócratas, lo que contribuirá a mantener un sistema de pesos y contrapesos en Washington. Habrá suficientes moderados en posiciones claves como para impedir que los aislacionistas conviertan a Estados Unidos en una fortaleza cerrada al mundo. (*) Analista internacional


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