La causa del accidente habría sido una falla mecánica

Revelan los primeros resultados de las autopsias.

VILLA LA ANGOSTURA (AVLA).- Ninguno de los dos choferes se habría quedado dormido ni había ingerido alcohol o estupefacientes. La causa del accidente ocurrido el martes y en el que murieron diez personas, en la bajada de Collón Cura, podría haber sido una falla mecánica en el camión de la empresa Franse.

Así lo determinó el resultado de la autopsia médica realizada a los conductores de ambos vehículos. «El chofer del camión tenía quebraduras en ambas muñecas, lo que demuestra que en el momento del choque estaba aferrado al volante, por lo tanto, no habría estado dormido», aseguró a «Río Negro» el jefe de prensa del Tribunal Superior de Justicia, Marcelo Castro.

En tanto, el conductor del colectivo presentaba una quebradura en el antebrazo izquierdo y la muñeca derecha, datos que demuestran que el chofer del TEC intentó realizar una maniobra hacia la derecha para evitar el impacto frontal.

Asimismo, según informó Castro, las pericias médicas también determinaron que ninguno de los dos choferes había ingerido alcohol o algún tipo de estupefaciente.

La información obtenida de las autopsias descartaría la hipótesis más firme que hasta el momento se tenía como posible causa del accidente: que el conductor del camión se había quedado dormido. Por esa razón, la justicia había pedido a las compañías el itinerario efectuado por ambos choferes, para saber si habían realizado otros viajes dentro de las 48 horas antes del accidente, y en caso de ser así, determinar si la fatiga podría haber sido una de las causas.

De esta manera, la investigación apunta a determinar si fue una falla mecánica en el camión o alguna otra contingencia la que desencadenó la tragedia. Por eso, la justicia solicitó ampliar las pericias mecánicas y realizó nuevos pedidos de informes a las compañías de transportes. Entre otras cosas, el juzgado solicitó a las empresas las verificaciones técnicas y habilitaciones correspondientes. Los inspectores de la Dirección de Transporte municipal aseguraron a «Río Negro» que semanas atrás habían realizado la inspección de los colectivos de la empresa TEC y que ambos presentaban todos los papeles en regla. La habilitación y verificación técnica del colectivo 110 (el que sufrió el accidente) vencía recién en diciembre de este año.

Otro dato relevante es la pericia sobre la marca de frenada. «La marca es de un metro y no pertenece al camión, sino al colectivo», aseguró el juez interviniente de La Angostura, Jorge Videla. De este detalle se deduce que el camión no atinó a frenar, y que sólo lo habría hecho el ómnibus.

«Ahora estamos abocados a la contención y asistencia de las víctimas que han quedado. Hay siete chicos que quedaron huérfanos. Por ejemplo, dos chicos de una de las víctimas fatales, Alvarez, quedaron con una tía y se está haciendo una campaña para brindarle una asistencia económica», informó el magistrado.

Hasta el momento, la justicia solicitó pericias de accidentología con personal idóneo de la Policía y Vialidad provincial y una gran cantidad de informes a las dos empresas involucradas. Asimismo, el miércoles la policía tomó declaraciones a los testigos sobrevivientes del accidente.

Todavía el expediente de la causa no ha ingresado al juzgado; por ahora, está provisoriamente caratulado como «Averiguación de lesiones graves y leves en accidente de tránsito» y se encuentra en la etapa de investigación que depende de la comisaría Octava de Piedra del Aguila.

 

Detalles de la tragedia

 

El ómnibus que se accidentó no era el que en realidad tendría que haber salido de Angostura. El interno 102 de la empresa TEC había salido a la mañana de Neuquén con destino a La Angostura, pero en Piedra del Águila tuvo un desperfecto y la gente quedó varada en esa localidad. La empresa envió desde Neuquén la unidad 110 (el colectivo siniestrado) para que buscara a la gente y la llevara al destino.

Según informó el personal de la Dirección de Transporte Municipal -que realizan las verificaciones de los micros y el registro de las entradas y salidas- el colectivo 110 ingresó a la terminal de Angostura a las 2.15. Descendieron los pasajeros que venían desde Neuquén y a las 3.10 salió nuevamente hacia la capital neuquina con los 28 pasajeros.

Hoy a la medianoche la empresa TEC retomará su servicio diario de traslado Villa La Angostura-Neuquén.

Sepultaron los restos del conductor del ómnibus

CINCO SALTOS (ACE).- Más de un centenar de personas que acompañaron el cortejo fúnebre en Cinco Saltos despidieron ayer los restos de Alberto Omar Prado, el chofer del colectivo que falleció en el fatal accidente de la bajada de Collón Cura.

Tras el responso en el cementerio de Cinco Saltos, la actividad volvió lentamente a la normalidad ayer en Barda del Medio, de donde era oriundo el chofer.

Una extensa caravana de autos y colectivos se trasladó los 17 kilómetros que separan Barda del Medio de Cinco Saltos integrando el cortejo fúnebre.

De acuerdo con lo que se explicó, la familia eligió disponer sus restos en la necrópolis saltense junto con otros familiares que descansan allí.

Como se informó, la comunidad de Barda del Medio se vio conmocionada desde el martes cuando se conoció que la tragedia de Collón Cura tuvo como uno de los protagonistas a Alberto Prado, nacido y criado en el lugar; hijo y nieto de primeros pobladores ubicados al pie del dique Ballester.

El miércoles, el municipio decidió decretar duelo en memoria del joven de 32 años y de las víctimas que también perdieron su vida en el violento choque.

La medida fue adoptada no sólo por la administración pública comunal, sino también por los comercios y otras instituciones que cerraron sus persianas en señal de dolor.

Una pareja fallecida dejó nueve huérfanos

NEUQUEN (AN).- Juan el jardinero y su esposa Blanca juntaron moneda por moneda y partieron a Villa La Angostura para rastrear a Ana, la mayor de sus nueve hijos de quien nada sabían en los últimos tiempos. Fue por eso que dejaron su precaria casilla en el asentamiento Rincón del Valle.

En la aldea de los sueños Juan y Blanca anduvieron de aquí para allá y, al fin, tuvieron una pista de la muchacha de 23 años: había cruzado a Chile. No pudieron verla pero tuvieron una bendición: hablaron con ella por teléfono. El lunes por la noche abordaron el colectivo de la empresa TEC dispuestos a volver a casa, donde los esperaban sus seis hijos menores y un nietito de cinco meses. Se sentaron adelante.

«Ellos venían tan contentos por haber encontrado a su hijita… y fíjese, lo único que pido es alguna ayuda, un subsidio para estos chicos, son seis hermanitos los que quedan en la casa. La casa es muy precaria, ellos están muy mal. No queremos que los separen… es tan injusto todo esto», lloró ayer Virginia, sin resignación bajo la sombra de un olmo que le pelea a la aridez de la meseta. Virginia es una de las hermanas de Blanca. Apoyada en sus muletas trepó al cementerio que se erige en un recorte de la bardas, al noroeste de esta ciudad.

A las cuatro de la tarde, dos autos de lujo y con flores llevaron los cuerpos de Blanca Cid Albornoz (47) y Juan Azócar Bustos (61). Los seguían un cortejo de peatones y ciclistas. Del grueso grupo escapaban gritos histéricos y llantos ahogados que parecían rebotar en la paredes bajas del cementerio de los pobres que, cual fina ironía, se llama Del Progreso. Los hijos más pequeños de Blanca y de Juan jugaban, corrían, miraban.

Virginia y Noelia, otras de las hermanas de la mujer fallecida cumplían ayer más de 50 horas sin sueño. Han hablado con mucha gente, con asistentes sociales, con docentes de la escuela 198 y con otras personas que ya no recuerdan.

«Estamos haciendo lo que podemos, todo ha sido muy rápido, recién hoy nos entregaron los cuerpos ¿Qué será de estos chiquitos? Necesitamos ayuda, no queremos que los separen», dijo Virginia quien se recupera de una doble fractura en las piernas.

Los hijos del matrimonio tienen 9, 11, 13, 15, 17 y 18 años. La muchacha de 15, Noralí Azócar, tiene un hijo de cinco meses. Ayer cayó desplomada junto a los féretros entre los montículos de tierra.

«¡Mi mamita! ¡Mi mamita!», lloraba una de las nenas mientras dos pastores evangélicos cruzaban oraciones de despedida.

«No sabe usted qué gente buena, muy humilde y trabajadora, los chiquitos son un amor. Es terrible lo que pasó, esperamos que no los separen y que no abandonen los estudios», dijo la directora de la escuela 198, quien acompañó a los familiares durante el sepelio.

Virginia comentó que Juan era chileno y que ayer -no recuerda en qué momento- alguien se acercó en nombre del cónsul Frank Sinclair Manley para ofrecer algún tipo de ayuda. También llegaron compromisos de parte de la provincia y el municipio.

«Mañana (por hoy) vamos a ver a la defensora del Niño y el Adolescente (Nara Osés) vamos a ver a quién haga falta», siguió Virginia.

La familia Azócar desde hace algunos años vive bajo las bardas del norte de la ciudad en una toma que se conoce como «Rincón de Valle». La casa es de cantoneras, con paredes de nailon y chapas de cartón. Son dos dormitorios y una cocina chica donde vivían nueve personas. Todo el lugar está protegido por una media sombra negra, bajo la cual resaltan macetas y plantas que eran la debilidad de Blanca. Juan era uno de los tantos changarines que habitan los sectores más pobres d Neuquén.

«No queremos que ningún juez separe a los chicos, necesitan ayuda de todo tipo, desde un subsidio hasta apoyo psicológico. Los más chiquitos no saben lo que ha pasado», clamó Noelia quien lo mismo que Virginia vive en Cipolletti.

Tras una escala en la capilla Virgen Misionera -donde se realizó el velatorio- los huérfanos y sus tíos volvieron a su humilde casilla. Los más chiquitos subieron a una montaña y sonrieron cuando vieron una cámara.


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