La CGT con dos frentes abiertos
Moyano se exaspera cada vez que Susana Rueda es recibida
Arde la CGT en el verano. La pelea por la Secretaría General es feroz entre Hugo Moyano y José Luis Lingieri, cada vez más enfrentados a Susana Rueda, la gremialista más mimada por la Casa Rosada. Ya ni se hablan Moyano y Rueda, por caso. En la CGT bromean: dicen que Moyano no se tomó vacaciones durante enero, como hace siempre, por temor a que Rueda comience a tomar más espacios propios.
La pelea toma ribetes tragicómicos. El lunes pasado se reunió en la CGT Moyano, Lingieri y Luis Barrionuevo. Moyano se puso furioso cuando se enteró que el ministro de Educación, Daniel Filmus, preparaba un acto junto a Rueda, celebrando la firma de un convenio que bajaría el precio de los libros escolares para los estudiantes. Cuando le contaron la novedad, Moyano llamó a Filmus para chequear si era cierto que había invitado a Rueda: «La CGT no firma ningún convenio, no entiendo porque va a ir Susana», bufaba Moyano. Todo terminó cuando Filmus le confirmó al camionero que Rueda no iba a estar presente en el acto.
Las peleas internas de la CGT llegan justo en el momento en el que los jefes sindicales lidian también puertas afuera contra los empresarios. Pasada la huelga de los subtes, que paralizó la Capital Federal, los gremialistas analizan qué medidas tomar para pelear por el aumento de los salarios. Creen que los aumentos por decreto que dio el Gobierno el año pasado no sirvieron de mucho: «El poder de compra murió con la inflación del mes pasado», piensa Moyano.
La estrategia de la CGT es mantener una tensa calma y un diálogo cordial pero áspero con los empresarios. Primero, dicen, quieren sacar un aumento por las buenas antes de movilizar sus gremios a la calle. Moyano acordó con la Unión Industrial Argentina (UIA) un plan para generar una suba salarial progresiva, en base a la inflación y la productividad. Quiere armar un paquete de medidas que le entregarán al gobierno de Kirchner. Moyano se lleva bien con Alberto Álvarez Gaiani, el titular de la UIA, con el que acordó también iniciar un proceso de lucha contra el empleo en negro. Los sindicalistas quieren subir también el sueldo mínimo.
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, investiga de reojo las negociaciones entre la UIA y la CGT pero dejó trascender que aprueba el «pacto» entre gremialistas y empresarios. Ambos sectores aguardan la finalización del canje de la deuda, del que descuentan que será un éxito, para llevarle la propuesta al presidente, Néstor Kirchner.
Con todo, los sindicalistas parecen hoy más preocupados en ganar sus batallas internas dentro de la CGT. Moyano desconfía de cada movida de Rueda y se exaspera cada vez que se entera que está rondando la Casa de Gobierno. Rueda dice que «nunca imaginé que iba a ser tan difícil» luchar por un espacio dentro de los «gordos».
Nicolás Wiñazki
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