La chispa
la semana en san martín
Nunca lo sabremos. O acaso, sí. Al fin y al cabo, cualquiera puede hacer el esfuerzo de imaginar una chispa… El vuelco de un camión cisterna de la empresa YPF y el derrame de millares de litros de combustible en la Vega San Martín, ocurrió el pasado lunes a unos metros de una estación de servicio, y en medio de la transitada y ya definitivamente comercial ruta 234. Si esa chispa imaginaria hubiera sido realidad sobre 9.000 litros de nafta y gasoil, escapados en un reguero de 150 metros, otro habría sido el final de esta historia feliz. Pero dicho así, pareciera que sólo la suerte nos dio una mano. Quizá, en la intimidad cómplice de la que disfrutan los especialistas, el operativo para prevenir un desastre pudo haber tenido alguna que otra flaqueza. Conviene recordar que fue el primer accidente con derrame de carburante en esta villa turística. Pero qué importa al común de los mortales la mirada perfeccionista del experto, que sólo puede ser apreciada por otro experto. En ocasiones, verse y sentirse protegido vale tanto como estar protegido y no saberlo. En unas tres horas de labor, la comunidad de San Martín de los Andes palpó la puesta en marcha coordinada de la Defensa Civil; la intervención de seis dotaciones de bomberos voluntarios de la ciudad y otras dos sumadas desde Junín; la asistencia del personal del Parque Nacional Lanín; la disposición operativa del hospital; el control eficaz del tránsito y el perímetro de seguridad impuesto por la Policía; la ayuda de los gendarmes; el despliegue del municipio; la colaboración de vecinos; la evacuación presta de una decena de familias y de los chicos de los colegios próximos al lugar. Todo se hizo bien, tanto como las improvisadas piletas construidas con tierra y contra reloj, para formar un estanque donde detener y controlar el derrame. Tan bien como el corte de los servicios eléctricos y de gas en toda la zona, que se hizo de inmediato con fines preventivos. Nada pasó, más que el susto. Si hubo suerte, hubo gente que la ayudó bastante con planes de contingencia ya estudiados. En estos asuntos no se puede improvisar. Pero al mismo tiempo, la comunidad también advirtió que la ruta, en ese tramo desde La Vega al caso histórico, ya se ha convertido en un continuo urbano y comercial, con profusión de tránsito y de riesgos. Los que saben dicen que, además de las rotondas recientemente construidas, la ruta 234 demandará en breve algunos tramos de colectoras, que ordenen el acceso desde y hacia los barrios. Ocurre que, según testimonios, el vuelco del cisterna se produjo por un volantazo del conductor del camión, al toparse con una camioneta que intentaba retomar la ruta desde una de las transversales. En baja temporada del turismo y según registros del municipio, circulan por ese tramo unos 260 camiones de 25.000 kilogramos cada 30 días, cifra que se duplica en las “altas” de verano e invierno. Por eso se demanda también por el portal de acceso a San Martín, que permitiría detener ese tipo de transportes al ingreso y reordenar su paso por la ciudad. Como fuere, no es el único peligro. Peatones y ciclistas suelen ser embestidos –sin perjuicio de la propia imprudencia–, en determinados sectores de la ruta, en especial frente al CPEM 28 y los populosos barrios de esa zona intermedia. En los últimos 30 días hubo dos casos, los más recientes de una larga lista. Éstas son otras “chispas” que se impone vigilar.
fernando bravo rionegro@smandes.com.ar
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