La cima tras descifrar la vida en el corazón del átomo

El galardón fue para tres científicos norteamericanos.

ESTOCOLMO (AFP) – El premio Nobel de Física 2004 fue atribuido ayer a los científicos estadounidenses David J. Gross, H. David Politzer y Frank Wilczek, por sus descubrimientos sobre la vida de los quarks, partículas fundamentales en el corazón de los átomos.

«Los descubrimientos premiados este año con el premio Nobel son de una decisiva importancia para nuestra comprensión de la teoría del funcionamiento de una de las fuerzas fundamentales de la naturaleza, la fuerza que liga entre ellas a las partículas más pequeñas de la materia, es decir los quarks, y cómo interactúan», según el jurado de la Real Academia de Ciencias de Suecia.

«Gracias a sus descubrimientos, David Gross, David Politzer y Frank Wilczek han acercado la física a un gran sueño, formular una teoría unificada que englobaría también la gravedad, una teoría del todo», indicó la Academia.

El descubrimiento de los quarks en la segunda mitad del siglo XX es bastante tardío, ya que se refiere a lo infinitamente pequeño, pero no por ello deja de ser esencial: generaron, indirectamente, el universo.

Los quarks son las partículas que unidas por una interacción fuerte forman los pro

tones y neutrones de los núcleos atómicos. Los átomos se unen entre ellos para formar las moléculas y éstas a su vez construyen las estructuras, «y por esta vía finalmente puede ser descrito el universo entero».

La ciencia demostró en el siglo XX que los átomos están compuestos de un núcleo, compuesto a su vez por protones y neutrones, pero ni la gravedad ni el electromagnetismo podían explicar la «cohesión» del núcleo atómico, es decir de que manera los diferentes componentes del átomo actúan entre ellos.

En 1964, los estadounidenses Murray Gell Mann y George Zweig encontraron «el eslabón perdido», sugiriendo la existencia de partículas aún más pequeñas en el interior mismo de los protones y neutrones. Así nacieron los quarks, bautizados según una expresión tomada de la novela Finnegan's Wake del irlandés James Joyce: «tres quarks por mister Mark!».

Los quarks transportan cargas eléctricas fraccionarias y son objeto de numerosas investigaciones en el Centro Europeo de Investigación Nuclear de Ginebra. Concretamente, si el movimiento giratorio de una moneda sobre una mesa es determinado por la interacción de protones, neutrones y electrones, 80% de sus movimientos se explican a su vez por la interacción de los quarks.

El Nobel de este año distinguió las investigaciones acerca de la manera en que se forman estas partículas en torno de todo lo que vemos a nuestro alrededor, y cómo funcionan, explicó la Academia real de Suecia, que atribuye los premios.

Mediante elegantes fórmulas matemáticas, «los laureados han capacitado a la ciencia para finalmente soñar sobre cómo encontrar explicaciones para algunos de los más grandes enigmas del cosmos», como la antimateria que parece dominar el espacio.

Los experimentos sobre los quarks del canadiense Dick Taylor y de los norteamericanos Henry Kendall y Jerry Friedman habían sido recompensados ya por el Nobel de física en 1990.

David Gross, de 63 años, físico de la universidad de California, en Berkeley, David Politzer, profesor en Pasadena, en el California Institute of Technology y Frank Wilczek, de 53 años, profesor en el Massachussets Institute, se repartirán el premio, dotado como cada Nobel de 10 millones de coronas suecas (1,3 millón de dólares). El Nobel 2003 había recompensado a tres investigadores por sus trabajos sobre los supraconductores y los suprafluidos.

Literatura, con perfume de mujer

Los «adivinos» del Premio Nobel están este año sorprendentemente de acuerdo: al anunciar el Premio Nobel de Literatura en la sede de la bolsa, el jefe del jurado Horace Engdahl dirá mañana el nombre de una mujer.

Como candidatas con más posibilidades se habla de la canadiense Margaret Atwood y la estadounidense Joyce Carol Oates. Pero en esta semana previa también surgieron los nombres de la escritora argelina y residente en Francia Assia Djebar y la poetisa letona Vizma Belsevica.

Si vale el principio habitualmente cierto de que los «eternos candidatos» alguna vez reciben el premio, entonces también la británica Doris Lessing puede contarse entre las favoritas.

«Nunca nos regimos por la proporción de sexo, origen, género o algo así, sino exclusivamente por la calidad literaria», dice Per Wastberg, que junto con Engdahl es el más influyente entre los 18 jurados de la Academia Sueca.

Pero Wastberg también admite que en Estocolmo se estudia al milímetro el eco en la prensa mundial que tienen todas las decisiones. Y tanto en los periódicos extranjeros como en los locales se especula con el hecho de que hace ocho años que no recibe el Nobel una mujer. (DPA)


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