La comunidad árabe se defiende de las acusaciones

Cruzando territorio argentino hacia el Brasil, cambia el ambiente.

La tranquilidad que se respira en Puerto Iguazú contrasta con la tensión que uno siente al caminar sobre el pavimento de Foz de Iguazú.

Es una ciudad peligrosa. Una ciudad donde anualmente cerca de 180 personas son asesinadas y en el 50% de los casos las muertes tienen alto grado de violencia. No llegan con un disparo limpio a la cabeza. Los mensajes que dejan los asesinatos son parte del macabro juego entre los delincuentes.

Nuestra llegada a la ciudad, por ejemplo, fue acompañada con la muerte de una persona que tenía en su cuerpo más de 20 impactos de bala.

Foz es la «cabecera» de la Triple Frontera. Allí habitan más de 260.000 personas y la comunidad árabe, muy respetada por las autoridades brasileñas, lidera gran parte del comercio de la ciudad.

Muchos de ellos emigraron del Líbano y de otros países del Medio Oriente expulsados por la interminable guerra con Israel.

«Brasil es hoy mi país. Mis hijos y toda mi familia así también lo sienten», confiesa Alex Mannah, un importante comerciante de Foz de Iguazú y ejecutivo de la Cámara de Comercio de Ciudad del Este, al entablar contacto con «Río Negro» en las oficinas de esa institución.

«Lo que el periodismo está haciendo con nosotros es tremendo. Distorsiona la realidad sobre una comunidad que sólo piensa en trabajar», protesta Mannah.

No es fácil hacer preguntas e intentar explicar lo que significa para la Argentina la Triple Frontera. Las facciones de la cara, el trato y el tono de voz cambian drásticamente cuando se les menciona la palabra «terrorismo», «células dormidas» o se les hace preguntas relacionadas con los atentados del 11 de setiembre.

«Esta es una sociedad que reclama la paz como cualquier otra. El problema es que nos han catalogado como el principal centro terrorista de Latinoamérica y eso es un absurdo», señala casi desencajada Laura de Mesquín, secretaria de la Cámara.

«Yo soy argentina, nacida en el norte del país y casada con un hombre de la comunidad árabe. Les puedo garantizar que todo lo que se dice por ahí nada tiene que ver con la realidad. Hace tan solo tres días se reunieron en el «Puente de la Amistad» cerca de 50.000 personas pidiendo por la paz en el mundo y ningún medio de la Argentina reflejó esto», comentó con firmeza.

Pero pese a la cerrada defensa que los comerciantes musulmanes efectúan sobre sus actos, informes de inteligencia del Brasil señalan que anualmente entre 15 y 20 millones de dólares parten de esta región hacia Medio Oriente.

Al comentar esto entre los empresarios, ninguno desmiente esta información.

«Todo el mundo envía dinero para ayudar a sus familiares que quedaron en esas tierras», se apresura a contestar la señora de Mesquín agregando, inmediatamente, que el «diezmo» es una conducta habitual en la sociedad árabe.

La sensación que nos queda es que toda la comunidad islámica se encuentra a la defensiva frente al cuestionamiento de sus actividades y existe un rencor especial hacia la Argentina por el tratamiento que le está dando nuestro gobierno al tema.

Sobre este último punto, consideran que todo el movimiento de personal de seguridad que puso en estos últimos meses el gobierno del presidente Fernando de la Rúa en Puerto Iguazú, obedece a «una necesidad de mostrarse alineado a Estados Unidos. Los problemas económicos que padece su país es un factor determinante para presentarse de esta manera», señala Kamal Osman, uno de los empresarios más poderosos que hoy existe en Foz de Iguazú (Ver entrevista página 6).

Estos últimos conceptos también son compartidos por los líderes religiosos musulmanes de la región. En Foz de Iguazú existen dos mezquitas. Una de ellas, que concentra el 80% de los fieles, es sunita. La otra es chiíta y congrega una proporción mucho menor de fieles.

El sheik (líder religioso) de ese centro islámico sunita, Taleb Yomma, comentó a través de un traductor y luego de librar su oficio por el inicio del Ramadán (período que va del 15 de noviembre al 15 de diciembre y en el cual el pueblo musulmán comienza un ayuno para liberarse de sus pecados), que «no hay forma de relacionar los dichos del profeta Mahoma con la violencia que hoy hay en el mundo. Todo lo contrario, los mismos son continuos mensajes de paz y ayuda al prójimo».

La presión de los medios de comunicación no cambian el tono de la voz del sheik Taleb Yomma. En las últimas horas los medios mencionaron a un sheik Thaleb vinculado con la AMIA, pero este diario no pudo confirmar que se trate de la misma persona.

«La llegada del Ramadán es una oportunidad para terminar con las guerras que hoy están sacrificando miles de vidas en todo el mundo. Nosotros día a día rogamos que esto termine», comenta el líder religioso sobre las gradas del santuario islámico.

Por su parte, Ciudad del Este alberga dos centros musulmanes religiosos educativos y una mezquita, esta última a cargo del sheik Mounir Fadel, quien no ahorró críticas sobre la intervención de Estados Unidos en Medio Oriente.

Sin embargo, desliga a la comunidad de la región de los movimientos radicalizados que hoy presenta el Islam y, más aún, de lo acontecido el 11 de setiembre en Estados Unidos.

Para la comunidad árabe, todo lo mencionado en estos últimos tiempos sobre la Triple Frontera está más cerca del mito que de la realidad.

Occidente no piensa lo mismo. Todavía está fresca en la retina de los argentinos las imágenes de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA.

Todavía hay mucho dolor por estos vandálicos actos que causaron más de un centenar de muertos.


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