La crisis argentina y el sueño europeo

Por Andrés Oppenheimer

La debacle argentina ha caído como un balde de agua fría sobre las negociaciones de libre comercio entre América del Sur y Europa, que muchos veían como una esperanza para el futuro económico latinoamericano y como un saludable contrapeso a la influencia de Estados Unidos en la región.

Hace apenas unas pocas semanas, antes de que la Argentina se declarara en bancarrota, todo parecía indicar que el 2002 iba a ser el año del afianzamiento definitivo de las relaciones entre Europa y América Latina.

España, uno de los principales inversores extranjeros en Sudamérica, asumió la presidencia de la Unión Europea (UE) el primero de enero y se había comprometido a usar su posición para darle un fuerte empuje a las relaciones entre América Latina y Europa.

Tal como estaba planeado desde hace tres años, cuando se realizó la primera cumbre entre Europa y América Latina en Río de Janeiro, España será la sede de la cumbre Europa-América Latina que se realizará en Madrid el próximo 17 de mayo. En ella participarán 33 jefes de Estado de países latinoamericanos y 15 europeos, para darles seguimiento a las conversaciones iniciadas en 1999. Hasta hace poco, España quería concluir la cumbre de este año con la firma de un acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur, el bloque de libre comercio integrado por la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

Pero los últimos acontecimientos en la Argentina cayeron como un balde de agua fría sobre los sueños de una asociación comercial y política entre ambas regiones. La devaluación argentina golpeó a las empresas españolas como Telefónica, Endesa, Repsol, Banco Bilbao Vizcaya-Argentaria y Banco Santander Central Hispano más que a ningunas otras.

Las firmas españolas compraron las principales empresas de servicios durante la ola de privatizaciones a principios de la década pasada. Ahora, tienen enormes deudas en dólares, y bajo las nuevas reglas de emergencia del gobierno argentino deberán cobrar por sus servicios en pesos devaluados, con los que sus ingresos en la Argentina caerán en picada.

Las empresas españolas con intereses en la Argentina perdieron $17.000 millones la semana pasada en la bolsa de Madrid, lo que ya está causando tensiones entre Madrid y Buenos Aires. El presidente español José María Aznar llamó la semana pasada a su colega argentino, Eduardo Duhalde, para pedirle que la Argentina respete los términos de los contratos firmados con las empresas españolas, según informa la prensa argentina.

«El clima político se ha deteriorado»», dice Santiago Gómez-Reino, ex director de relaciones internacionales de la Comisión Europea, que hasta hace unos meses estuvo a cargo de las relaciones con América Latina. «Es difícil prever que en esta cumbre pueda darse el carpetazo final a los acuerdos de libre comercio»».

El colapso económico de la Argentina no es el único factor que ha frenado los planes de la Unión Europea de firmar un «acuerdo de asociación»» con los países sudamericanos.

El proceso de expansión de la Unión Europea, que tiene previsto aceptar a 13 nuevos países en la próxima década, ha hecho que la Comunidad Europea mire cada vez más hacia el este. Al mismo tiempo, la guerra contra el terrorismo islámico iniciada el 11 de setiembre ha hecho que Europa tenga nuevas prioridades de seguridad nacional, que también llevan a la Comunidad Europea a enfocarse más sobre sus vecinos islámicos.

«El centro de gravedad de Europa se va a ir cada vez más hacia el este y las prioridades de la Unión Europea se van a modificar como consecuencia de ello»», dice Joaquín Roy, director del Centro de Investigación de la Unión Europea de la Universidad de Miami.

¿Resultará todo esto una retirada europea de América del Sur? Y si así fuera, ¿entrarán las empresas de Estados Unidos a ocupar su lugar, provocando un proceso de «americanización»»?

Algunos funcionarios argentinos están sugiriendo precisamente eso. Dicen que algunas empresas españolas afectadas por la devaluación podrían retirarse del mercado. En cambio, las firmas norteamericanas, que no compraron tantas compañías cuando se realizaron las privatizaciones a principios de la década pasada, podrían aprovechar la situación para adquirir grandes empresas a precios regalados, señalan.

Preguntado sobre esta teoría, el recién nombrado embajador argentino en Washington, Diego Guelar, me dijo que «Estados Unidos va a jugar un rol muy activo en la recuperación económica de la Argentina, no tanto a través de su ayuda extranjera, sino a través del aumento de sus inversiones»». Guelar añadió: «Yo creo que vamos a ver una ola de inversiones norteamericanas, sobre todo a sectores estratégicos como la energía, la alimentación y la minería»».

Algunos influyentes ex funcionarios norteamericanos no descartan la posibilidad de una mayor presencia de Estados Unidos. «En esta crisis hay oportunidades políticas que Washington debería aprovechar», me señaló Richard Feinberg, ex jefe de asuntos latinoamericanos de la Casa Blanca durante el gobierno de Bill Clinton. «La crisis argentina claramente ha enfriado las relaciones entre la Unión Europea y la Argentina»».

Sin embargo, son pocos los ejecutivos de grandes corporaciones norteamericanas que creen que sus empresas se volcarán hacia la Argentina en un futuro próximo. Si hay algo que las empresas multinacionales tienen en común, es que no les gusta la incertidumbre.

Y el hecho de que la Argentina les haya cambiado las reglas del juego a las empresas españolas, difícilmente va a poder ser utilizado como un aliciente para que las compañías norteamericanas inviertan en el país, por más dinero que hayan ganado las compañías españolas durante la última década. «Tú no puedes convencer a un inversionista de un país con el argumento de que hundiste a un inversionista de otro país»», me dijo un empresario.

Conclusión: puede que escuchemos discursos optimistas sobre el futuro de la cooperación europea con América Latina en las próximas semanas, a medida que nos acerquemos a la cumbre birregional de Madrid. Pero lo cierto es que los lazos entre ambas regiones han sufrido un golpe fuerte con la crisis argentina, que quizá tarde años en ser reparados.


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