La crisis desnuda a Europa

Es un hecho conocido que el problema mayor de la globalización consiste en que mientras la economía se ha globalizado, el ámbito de la gobernanza sigue siendo local-nacional. Es decir que no existen instituciones internacionales que puedan gobernar la globalización. En la esfera del capitalismo financiero, cada vez más desregulado, esta contradicción ha llegado a un punto tal que ha estallado abruptamente en forma de crisis financiera generalizada.

La Unión Europea, a diferencia de los Estados Unidos, no es todavía una nación. Por consiguiente, la carencia de instituciones que le permitan dar una respuesta común a la crisis financiera resulta aún más notable. El Banco Central Europeo no tiene poderes de supervisión sobre los bancos paneuropeos que se han extendido por diversos países. Ninguna autoridad comunitaria tiene acceso a la información que permita la supervisión de estos bancos, que sólo son controlados por autoridades nacionales.

Una reciente reunión de urgencia de los cuatro países europeos que conforman el G-8 (Alemania, Francia, Reino Unido e Italia), convocada por el presidente francés Nicolás Sarkozy, no sirvió para crear un fondo europeo que garantizara la solvencia del sector bancario. Las diferencias entre París y Berlín impidieron la aprobación de un plan de rescate similar al de Estados Unidos. Cada país de la UE deberá afrontar, en solitario, las consecuencias de eventuales quiebras de sus bancos.

Hasta ahora las autoridades de Bruselas han aprobado el plan de rescate presentado por el Reino Unido para salvar de la quiebra al banco Bradford & Bingley. Los flemáticos ingleses, tan neoliberales, han permitido una operación de nacionalización en virtud de la cual el Tesoro británico adquiere hipotecas por valor de 63.000 millones de euros. Otros Estados europeos han tenido que acudir a ayudas públicas y nacionalizaciones. Las entidades salvadas con el grupo belga-holandés Fortis (11.200 millones de euros), al banco franco-belga Dexia (6.400 millones) y el banco alemán Hypo Real Estate (50.000 millones).

Pero la prueba máxima de descoordinación europea la acaban de dar Irlanda y Alemania. La Comisión Europea venía negociando intensamente con los gobiernos de los 27 países de la UE para elevar las garantías de los depósitos bancarios en todos los Estados miembros. Hasta ahora la cantidad mínima obligada por la UE es de 20.000 euros. Irlanda, sorpresivamente, anunció la decisión unilateral de proteger al 100 % los depósitos de sus bancos. La canciller alemana Ángela Merkel, en una primera reacción, reclamó a la Comisión Europea que analizara si las medidas tomadas por Dublin infringían las reglas comunitarias. Pero apenas dos días después, Alemania anunció una medida similar: el Estado garantizará sin límite a los ahorradores los depósitos bancarios para evitar una espiral de desconfianza generada por la delicada situación de Hypo Real Estate, el segundo banco hipotecario alemán.

Como señala el especialista financiero Guillermo de la Dehesa, EE. UU. ha aprendido que ir salvando un banco cada vez no funciona y ha adoptado una respuesta sistémica. Cuando una crisis financiera deviene sistémica, la política de los bancos centrales se muestra insuficiente y es necesario el concurso del presupuesto del Estado. Sin embargo, la UE todavía sigue tratando las crisis banco a banco y por cada gobierno individualmente. Habrá que ver cuál es el precio que termina pagando la Unión Europea por sus indecisiones a la hora de actuar con contundencia.

Hasta poco antes de la globalización, los analistas oponían el modelo de capitalismo renano -más regulado y socialmente solidario- al modelo anglosajón, de capitalismo desregulado e indiferente a las consecuencias sociales. Con el fenómeno de la globalización financiera, esos perfiles se han ido desdibujando. La profundidad de la crisis actual demuestra que aquel debate, entre modelos, no estaba desencaminado. Una vez que amaine el temporal habrá que discutir las bases del actual modelo. Un análisis, dirigido a la refundación del capitalismo, parece inevitable.

 

 

Aleardo F. Laría

(*) Periodista y abogado


Es un hecho conocido que el problema mayor de la globalización consiste en que mientras la economía se ha globalizado, el ámbito de la gobernanza sigue siendo local-nacional. Es decir que no existen instituciones internacionales que puedan gobernar la globalización. En la esfera del capitalismo financiero, cada vez más desregulado, esta contradicción ha llegado a un punto tal que ha estallado abruptamente en forma de crisis financiera generalizada.

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