La cultura de la desobediencia

ANÁLISIS

Argentina desobedece la ley. No le hace caso al juez que falló sobre la base de una legislación que -paradójicamente- nuestro propio país eligió en forma voluntaria para las emisiones de deuda pública.

Pero no hay de qué sorprenderse.

La cultura del desacato está en la naturaleza de la administración Kirchner (en la de Cristina y la de Néstor).

• Este gobierno ha ignorado sistemáticamente decisiones de la Corte Suprema de Justicia (cuando ordenó varias veces reponer a un exprocurador general echado por Kirchner en Santa Cruz; cuando exigió la actualización de jubilaciones, y cuando dispuso no discriminar a Perfil con la publicidad oficial).

• Desde siempre “ninguneó” los órganos de control del Estado. Es más, terminó cooptando o desmantelando a casi todos.

• Hizo oídos sordos a reclamos y arbitrajes de organismos internacionales de la talla del Ciadi, el FMI y el Club del París.

La declaración de desacato es tan grave como la declaración del default. El problema es que empeora el concepto que los países del mundo tienen ya de Argentina.

¿Le pesa al gobierno? No, al contrario: se ufana de ser incumplidor y lo dice sumándole denuestos al juez Griesa toda vez que ve necesario. Además, hace gala de menefreguismo sobre algo tan delicado como la división de poderes: la muestra clara fue ayer la carta de advertencia al secretario de Estado John Kerry, como si tuviera algo que ver el Ejecutivo con las decisiones de un juez.

Le pesará sí al próximo gobierno, que deberá remontar un pesado lastre. Pero sobre todo a los ciudadanos que padecerán las consecuencias -tal vez no muy visibles aún- de un país cada vez más enemistado del mundo político y financiero.

ÍTALO PISANI

ipisani@rionegro.com.ar

ÍTALO PISANI