La defensa dice que no hay pruebas contra Olea
Pidió la absolución del general retirado y cuestionó el testimonio de Oscar Ragni. Según los abogados, el centro clandestino lo manejaron Contreras Santillán y Sexton.
NEUQUÉN (AN/ACE).- La defensa del general retirado Enrique Braulio Olea pidió su absolución bajo el argumento de que no existen pruebas que lo vinculen con los secuestros y torturas en el centro clandestino de detención «La Escuelita».
Plantearon que los dichos de Ragni «no se ajustan a la verdad» cuando se vinculó al jefe del Batallón en 1976 con la desaparición de su hijo Oscar en diciembre de ese año.
Los abogados José O´Reilly y María Laura Olea -hija del imputado- enfatizaron que el comandante (fallecido) Eduardo Contreras Santillán fue quien le ordenó en 1976 acondicionar el «LRDT» (Lugar de reunión de detenidos Transitorios) y que el jefe del Batallón no conoció si ese lugar luego fue utilizado para «cometer ilícitos».
Reafirmaron que el centro clandestino dependía de la VI Brigada y que Olea no tenía injerencia allí.
Se dijo que «administrativamente», el edificio dependía del Comando, incluidas las guardias y lo que allí ocurriera.
Insistieron en que si bien el edificio del centro clandestino estaba en el predio militar, su ubicación era a 80 metros de los límites del Batallón -fijados por un alambrado-, que tenía ingreso aparte y que era custodiado por «personal agregado» (de otras jurisdicciones) que no estaba bajo el mando de Olea sino de la Comandancia, ejercida primero por Contreras Santillán y luego por José Luis Sexton, ambos fallecidos.
O´Reilly cuestionó la veracidad del testimonio de Oscar Ragni en el juicio cuando aseguró que la semana en que desapareció su hijo fue a verlo como jefe del Batallón para preguntarle por él y que se fue con la sensación de que el entonces teniente coronel le había mentido.
Reforzó este argumento con los dos careos que enfrentó Ragni en las audiencias: el primero cuando el cocinero del Batallón, Aldo Torino, negó haberle dicho que la noche en que desapareció Oscar Alfredo debió distribuir «una ración más» para que llevaran a los detenidos en «La Escuelita» y el segundo cuando el militar retirado Elio Paglione, negó haberle dicho que su hijo estaba en poder de inteligencia del Ejército.
«El entendible dolor de la pérdida de un hijo no da derecho a imputaciones que no son ciertas», dijo O´Reilly al tiempo que criticó que los querellantes pidieran que se investigue por falso testimonio a los testigos que no coincidieron con Ragni en los careos.
«Las órdenes fueron de Sexton y de Contreras Santillán con respecto a las refacciones, Olea tenía vedado el acceso al lugar y no se ha comprobado que estuviera allí», dijo el defensor, al tiempo que puntualizó que «no hay pruebas ni testigos que lo señalen».
Agregó que hubo la misma cantidad de testigos que aseguraron «haber escuchado» que en «La Escuelita» había detenidos en 1976, como los que se «enteraron por los diarios» años después sobre lo que ocurría en los fondos del Batallón. «El dolo no se basa en presunciones», insistió el abogado mientras que calificó de mentiroso al ex soldado Vera Urrutia que declaró que en el Batallón se escuchaban los gritos de los secuestrados.
«El testimonio de Ragni no se ajusta a la verdad, no han dado razón alguna de la relación entre nuestro asistido y su hijo desaparecido, sólo en la sensación de esa supuesta entrevista», reafirmó el abogado.
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