«La Defensoría está para sensibilizar al poder»
El ex defensor del Pueblo de la Nación sostiene que es necesario crear conciencia en la clase política respecto de que el 'ombudsman' no es un enemigo del gobierno.
Jorge Maiorano conoció la primera gestión del ex presidente Menem desde adentro. Fue secretario Legal y Técnico y luego ministro de Justicia, entre 1992 y 1994. Después saltó el cerco y desde 1994 hasta 1999 observó la administración menemista desde la Defensoría del Pueblo de la Nación.
Hoy, preside el Observatorio de los Derechos Humanos y propone crear conciencia en la clase política para que comprendan que el defensor del Pueblo no es enemigo del gobierno.
Maiorano visitó días atrás Neuquén y participó del encuentro nacional sobre Cuestiones ambientales, participación ciudadana y Defensorías del Pueblo que organizó la institución neuquina.
Aseguró que durante los años que estuvo en el primer gobierno del ex presidente, no conoció hechos de corrupción. Aunque reconoció que después, como defensor, denunció problemas vinculados con la gestión de la ex secretaria de Recursos Naturales, María Julia Alsogaray, y a funcionarios del ministerio de Economía. Sostuvo, sin embargo, que volvería a votar a Menem.
-¿Cómo fue su experiencia y cuánto le falta a la ciudadanía para apropiarse de las Defensorías del Pueblo que funcionan en distintas jurisdicciones?
-Tengo la experiencia de los 5 años de haber ejercido el cargo y digamos en total 25 años que sigo vinculado con la institución. El problema, creo que es eminentemente cultural. Hay que crear conciencia en varios actores de este problema; primero hay que crear conciencia en la clase política respecto de que el Defensor del Pueblo no es un enemigo del gobierno. El Defensor del Pueblo es una institución que debe actuar con independencia y que debe ayudar al gobierno a mejorar su gestión gubernamental. También los que son nombrados defensores tienen que entender que no pueden hacer política desde la Defensoría, que no es un trampolín para otro cargo, que se deben al pueblo y que es un poder que mira a la sociedad y no mira al gobierno. El pueblo, por su parte, tiene que confiar en el defensor, pero a su vez el Defensor tiene que ganarse la confianza del pueblo. Creo que un factor muy importante es que la dirigencia política, a todos los niveles tome conciencia de que la institución del ombudsman o defensor del Pueblo, es una institución que existe en más de 100 países del mundo, es una institución benéfica que no hace daño y que tomada desde ese punto de vista puede ayudar mucho al gobernante, porque de alguna manera, le proporciona una radiografía del grado de insatisfacción de una sociedad, de los problemas que tiene la sociedad cotidianamente, cuáles son las dolencias que la sociedad tiene, qué es lo que funciona mal de un gobierno, cuáles son las inquietudes o necesidades que la sociedad demanda y eso se lo refleja el defensor que lo pone en conocimiento del gobierno, no para socavar el poder sino para ilustrarlo (…).
-¿Es conflictiva la relación con la clase política, con los gobiernos al marcarle permanentemente las falencias?
-Puede hacerse conflictiva por dos razones: primero cómo se presenta el defensor, si se presenta como u opositor y critica para destruir, el gobierno no lo tomará bien; si se presenta como un colaborador crítico y el gobierno no lo comprende, es un problema del gobierno.
-En su trabajo, ¿con qué obstáculos se encontró?
-No me encontré con ningún obstáculo vinculado a la independencia, actué con total independencia, nunca tuve ningún tipo de interferencia gubernamental durante mi gestión.
-¿No hubo presión política?
-No, en absoluto. Inicié 32 acciones judiciales contra el gobierno del presidente Menem en ese momento del cual yo había formado parte como ministro de Justicia, actúe con una independencia total, no tuve ningún tipo de condicionamiento, sé que me gané muchos enemigos, sé que algunos todavía deben pensar que yo hacía oposición, pero lo mío no era de oposición y, además, yo sigo siendo amigo del presidente Menem (…) No tuv ningún tipo de inconveniente en cuanto a la independencia, sí tuve algún tipo de insensibilidad de la dirigencia política. Si alguien se toma el trabajo de revisar los 5 informes que presenté, donde estaban las 5 radiografías que había tomado de la sociedad de 1994 a 1999 se van a sorprender y van a encontrar muchos de los aspectos que luego explotaron en esta sociedad.
-Como ex funcionario del ex presidente Menem, ¿cómo se siente hoy frente a una gestión tan cuestionada?
-Está demonizada. No tengo ningún problema, lo digo con absoluto orgullo dentro y fuera del país que fui procurador del Tesoro, que fui secretario Legal y Técnico, que fui ministro de Justicia en la primera gestión de Menem y para mí es una honra y no tengo por qué ocultarlo. Es un orgullo para mí y no me arrepiento en absoluto. Y luego tuve la oportunidad de saltar el corralito y controlar a ese gobierno, y lo hice con absoluta independencia.
-¿Jamás se enteró de algunos de casos de corrupción?
– No, en absoluto, durante los años que estuve en la primera gestión gubernamental no tuve ningún tipo de conocimiento, después sí como defensor, obviamente puse de manifiesto desde el otro lado, pude observar problemas vinculados, por ejemplo, a la gestión de la ex secretaria de Recursos Naturales, María Julia Alsogaray, a la cual denuncié en muchas ocasiones ante la comisión bicameral, a otros funcionarios de Economía en ese momento, pero ya le digo, ejercí la función con total independencia.
-Y durante la gestión del presidente Menem, ¿hubo presión política? Usted tenía un cargo fundamental.
-¿Cómo ministro de Justicia? No, y a mí nadie me echó como ministro de Justicia, me fui porque quería ser defensor. Como secretario Legal y Técnico tampoco, en alguna ocasión le dije al presidente, le aconsejé que no firmara algún decreto que no era conveniente y él siguió mi consejo.
-¿Qué decreto?
-No recuerdo exactamente, pero en algún momento le aconsejé que no firmara un decreto que no venía, que no me acuerdo exactamente el tema, pero que no llegaba bien armado del ministerio de Economía y él no lo firmó; así como el caso de la ley de Tránsito, donde le aconsejé que no lo firmara porque no podía salir por decreto de necesidad y urgencia, y él lo firmó porque alegó una necesidad política, entonces se hizo responsable él.
-¿Le molestó cuando se habló de la mayoría automática, siendo usted ministro de Justicia?
-Como ministro de Justicia, en su momento, cuando hubo un serio problema con un fallo a favor del Estado, si acuden a los diarios de esa época, año '93, fui un ministro que solicité públicamente que el juez que hubiera estado involucrado tenía que dar un paso al costado. Después como defensor tuve muchos problemas con la Corte Suprema porque no reconocía la legitimación del defensor, y bueno, será porque a lo mejor me estaban pasando la factura por aquel cuestionamiento que le formulé. Pero eso de la mayoría automática es…
-Usted no lo cree.
-Con ese criterio esperemos unos meses más y también va a ver mayoría automática con esta Corte.
-¿Por qué?
-Y porque las designaciones de los miembros, la posible remoción del ministro Boggiano y todo, pareciera que van tendiendo a una Corte que va a responder a una determinada política, veremos el tiempo va a aclarar algunas cosas. Le puedo decir honestamente y por eso remito a los diarios de esa época, que cuando se produjo aquel famoso tema del recurso de arrancatoria que se lo llamó, que fue un fallo modificado por algunos miembros, un fallo vinculado al Banco Central, sostuve públicamente que el ministro de la Corte que había estado involucrado tenía que dar un paso al costado y seguí siendo ministro de Justicia y no tuve ningún reproche ni el presidente me pidió la renuncia porque sostuve eso.
Jorge Villalobos
rnredaccionnqn@rionegro.com.ar
Nota asociada: «A Menem lo volvería a votar»
Nota asociada: «A Menem lo volvería a votar»
Jorge Maiorano conoció la primera gestión del ex presidente Menem desde adentro. Fue secretario Legal y Técnico y luego ministro de Justicia, entre 1992 y 1994. Después saltó el cerco y desde 1994 hasta 1999 observó la administración menemista desde la Defensoría del Pueblo de la Nación.
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