La deserción y viejas nuevas causas
Las nuevas investigaciones y lecturas respecto de uno de los flagelos en la educación argentina como es la grave deserción en los últimos años del primario, que aumenta en los niveles medio y superior, señalan que las crisis y la pobreza no son sólo sus determinantes.
Hoy los funcionarios educativos plantean que ante la mejora de las condiciones socioeconómicas muchos jóvenes prefieren sólo trabajar ante la falta de ofertas pedagógicas interesantes, aunque el futuro sea para trabajos poco calificados o cursar en la educación para adultos y dejar la escuela común, en una suerte de corrimiento que pocos advierten.
Desde las aulas, algunos docentes sostienen que la alarmante deserción en el nivel medio y ya no sólo en los últimos años «no tiene causas visibles» y en ese sentido señalan, ante el cierre de secciones vespertinas y nocturnas, que en el conurbano «dejan los estudios y van a cartonear con los padres o simplemente dicen que se van de vacaciones y no vuelven más».
Sin embargo, la causa socioeconómica de la repitencia y el abandono no significa sólo la pertinencia a una clase social, sino que es también el grado de compromiso que haya en los padres con la enseñanza de sus hijos chicos y eso no hace distinciones clasistas.
También hoy se aborda el cambio en la preparación docente, en la currícula de la formación, en el aprestamiento a afrontar estos nuevos aditamentos que traen los chicos: abandono en el hogar, padres cuasi analfabetos, trabajo infantil, violencia y hasta situaciones de discriminación en las que a veces exhiben pocos reflejos para frenar en el aula. El ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, uno de los primeros en admitir el bajo rendimiento escolar y el abandono de estudios en el nivel medio y superior en la Argentina, sostuvo que actualmente «no podemos decir que el 50% de los chicos está bajo la pobreza y por ello no asisten a la escuela, como en la crisis del 2001». Para Tedesco, hoy muchos se plantean estudiar o trabajar, sostener el hogar de padres desempleados con más posibilidades que los adultos, a lo que dijo que «no ir a la escuela significa estar en la calle».
Anthony Bryk, especialista en educación de la Universidad de Stanford, en una reciente disertación en la Universidad Católica Argentina (UCA) se refirió a un estudio realizado en Chicago, Estados Unidos, en dos de las escuelas más desfavorecidas en cuanto al contexto de pobreza y marginalidad en el que están insertas. Según dijo, el trabajo arrojó que la ausencia de los padres es un factor de gran importancia ya que «más del 40% de las escuelas con llegada deficiente a los progenitores no mejoran la asistencia a clases de los alumnos». Bryk afirmó que «los padres son socios clave en este proceso» y se refirió a la Teoría de Respaldo Esencial para las Escuelas que implica la confianza relacional a través de la comunidad escolar y a los elementos que deben estar presentes en esta relación.
Entre otros definió a los lazos entre los padres y la comunidad, el clima de aprendizaje en las escuelas, la capacidad profesional de los maestros y los centros de instrucción, formación y enseñanza.
Gladys Kochen, directora del Programa de Inclusión Educativa de la cartera educativa nacional, considera que «la pobreza no es lo único que define la exclusión de un sujeto, sino que el excluido queda desatado de un nudo desde el lazo social y sus derechos como ciudadano».
«Si pienso que hay una temática de distribución, lo primero que hay que repensar es si es cierto que en la escuela y en el aula hay redistribución de conocimiento», indicó Kochen.
En el ámbito universitario, la secretaria académica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Edith Litwin, reconoció que el Ciclo Básico Común fue «un proyecto innovador pensado para la década del '80», pero admitió que es momento de pensar una propuesta de cambio y de mejor respuesta, básicamente para el alto índice que jóvenes que desertan antes de ingresar a la educación superior.
LAURA HOJMAN
DyN
Las nuevas investigaciones y lecturas respecto de uno de los flagelos en la educación argentina como es la grave deserción en los últimos años del primario, que aumenta en los niveles medio y superior, señalan que las crisis y la pobreza no son sólo sus determinantes.
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