La desnutrición es moneda corriente en las escuelas
Crítica situación en colegios rurales de Allen.El hambre le pone reparos al aprendizaje.
ALLEN (AA).- «Los chicos vienen a la escuela cada vez con más hambre, entran pidiendo algo para comer, cuando se les da el refrigerio piden más, y antes de irse miran si quedó algún otro pedazo de pan para poder llevarse a la boca. La situación es terrible». Desde las escuelas no deja de advertirse el triste problema día tras día, desde el inicio del retrasado ciclo lectivo y la situación no deja de ser grave y muy preocupante. Principalmente porque además de causar diversos trastornos en los niños, también pone severas trabas en su capacidad de aprendizaje.
Una situación típica puede observarse entre las cuatro paredes de un aula de cualquier escuela: el chico mira de vez en cuando a la maestra, ve que mueve sus manos y dibuja «algo» en el pizarrón, pero no alcanza a fijar su atención en nada, está ansioso. Espera, al igual que muchos otros de sus compañeritos que suene el timbre, pero no sólo para el recreo, sino también aquel otro timbrazo: el que marca el ingreso de la portera cargada con desbordantes jarras de leche y amplias fuentes de pan.
«Vienen con mucho hambre», coincidieron ante la consulta maestras y directoras de distintos establecimientos ubicados en la zona de chacras y de la costa de esta ciudad, y «a nosotros nos cuesta cada vez más lograr que nos presten atención, que pongan interés en lo que se les quiere enseñar».
Que la escasez golpea fuerte entre los más chicos y sus familias de pocos recursos, madres sostén de hogar y padres desocupados, acaso ya no es novedoso en esta realidad. Sin embargo no dejan de causar asombro y preocupación los niveles de desprotección y necesidad alimentaria que golpean a los chicos en edad escolar, esos que tienen entre 5 y 12 o 13 años, y que no dudan en admitir sus ganas de ir a la escuela simplemente para recibir algún alimento.
Este medio efectuó un sondeo días atrás en distintos establecimientos primarios de la zona rural y del sector de la costa, y en el corto recorrido pudo conocerse la aparición de varios casos de desnutrición no sólo en los niños, sino también en sus padres.
Por caso, en la escuela 342 del barrio de la Costa Oeste de Allen, sobre una población escolar de casi 200 alumnos existen por lo menos 8 casos detectados de niños desnutridos. Una situación particular rodea a un par de ellos que son hermanos y a su madre, que también padece esta dolencia.
Por medio del trabajo conjunto encarado por docentes de la institución y la comunidad vecinal, en el puesto periférico sanitario que nuclea el sector se lleva un control y de allí directamente se realiza una «derivación hospitalaria» hacia el comedor comunitario.
Del corto trecho que une el último año con el período escolar actual, el número de asistentes al comedor comunitario que funciona en Guerrico «se triplicó», reconoció la directora de la Escuela Nº 68, y el dato es semejante al panorama observado en tantos otros establecimientos educativos de la región que han tenido que extender y reforzar la oferta, en cuanto a refrigerios y almuerzos se trata. «Son muchísimos más los chicos que están viniendo a comer», se coincidió también desde la escuela rural 54.
«El año pasado no venía al comedor, pero ahora sí. En mi casa a veces hay y a veces no, porque a mi papá le tardan en pagar», dijo Jonathan, de 11 años, quien asiste a una escuela de la zona de chacras y tiene cuatro hermanos más. La situación no es diferente a la de Marisa, de 8 años, quien reconoce que con el frío tiene más hambre, aunque a veces «tengo que esperar la leche en la escuela porque en mi casa se hace poca».
¿Cómo se puede enseñar y cómo pueden aprender los chicos en esta situación?, no dejan de preguntarse los docentes. La distracción constante, la desatención y el cansancio, son algunos de los «obstáculos» con los que chocan los educadores cada día puertas adentro del aula.
Cuando la crisis golpea, siempre «pega más fuerte en los sectores más desvalidos», acota una de las educadoras consultadas, y por tal motivo para los estudiantes de los sectores más alejados también el frío invierno y las largas distancias les juegan en contra. «Llegan muertos de frío y en muchos casos tenemos que conseguirles ropa, porque vemos que algunos no tienen ni medias puestas», comentó la directora de la Escuela 342, Damaris Chirico.
Diariamente Maximiliano Antorelli camina casi dos kilómetros para poder tomar el transporte y llegar a la Escuela 172.
Derivación directa al comedor del barrio
ALLEN (AA).- La falta de ingesta de alimentos en forma regular, los casos de desnutrición o mal nutrición no pueden pasar desapercibidos por el ámbito de la salud sin ser considerados casos de urgencia.
En un amplio sector rural y costero de esta ciudad, que parece extenderse aún más en un plano imaginario de crisis generalizada, muchos papás y mamás además de sus hijos, sufren estas consecuencias. Y en muchos casos deben ser «derivados» en forma directa desde la salita de salud periférica, no a una clínica de complejidad ni mucho menos a comprar remedios como puede pensarse, sino a los comedores comunitarios, que indudablemente hoy se han convertido en los centros de contención de gran parte de la población.
La orden sanitaria va escrita en un papel y tiene indicaciones concretas, habla de la necesidad de asistir en forma diaria al comedor para ingerir alimentos.
«Hoy en día se nota muchísimo la falta de comida en el barrio (Costa Oeste) y mucha gente va a la capilla donde funciona el comedor, pero a otros los derivan de la salita para que vayan a comer ahí. Al menos detectados, hay 8 casos de desnutrición, incluso en familias enteras que padecen desnutrición de segundo grado», comentó Chirico, la directora de la Escuela Nº 342.
La docente dijo además que en las escuelas los síntomas son claros: «todos los días vemos que los chicos tienen ansias por repetir la leche y el pan que se les da». Desde esta institución se lleva adelante un plan conjunto con la salita hospitalaria y se realizan controles periódicos a todos los integrantes de la comunidad educativa.
En tanto, en la Escuela 68 de Guerrico, también hace algunas semanas ocurrió un caso paradigmático. La madre de una chiquita que asiste a la salita de 4 años se desmayó en el colegio, y tras recibir atención en el Centro de Salud se la derivó al comedor comunitario de la escuela, comentó Elsa de Gentili, titular del establecimiento educativo.
Adriana Huaiquilaf, es maestra de tercer grado de la escuela de la costa y también cumple funciones en la 342, y no dudó en coincidir con el panorama planteado.
A la casa, para evitar que abandonen
ALLEN (AA).- Un cuadro de carencias insuperables en el hogar puede derivar en muchas ocasiones en el agudo problema de la deserción escolar, se indicó, aunque desde algunos colegios se está tratando con nuevos «métodos» de incentivar la necesidad de educación del niño desde el mismo seno familiar.
En la escuela costera se realizan constantes visitas domiciliarias cuando se detecta un caso de deserción e incluso se llama al Juez de Paz para impedir que los chicos abandonen. «Vamos a las casas de las familias y les preguntamos a los padres por qué no está mandando a su chico, a veces nos acompaña el juez de Paz para convencer a la gente, y tratamos de conseguirles las cosas que les faltan para que no dejen de venir a la escuela», comentó la directora, Damaris Chirico.
Los síntomas frecuentes
ALLEN (AA).- La falta de concentración y atención «en todo», una gran dispersión, la aparición de cansancio y apatía son sólo algunos de los síntomas que afloran en el interior de cada aula desde los últimos tiempos.
«Cuál es la causa: quizá son muchas o variadas», reflexionó una de las maestras consultadas, pero «creemos que el hambre que tienen muchos chiquitos les provoca malestar y en la escuela es evidente que tardan más en aprender». Cómo influye en el aspecto educativo, según consideraron las docentes:
-«Se nota que los tiempos para el aprendizaje son más largos»
– «Hay una gran dispersión, suena el timbre para la leche y salen todos corriendo y dejan lo que están haciendo o tienen por hacer».
– «Disminuye notablemente la capacidad de poner atención, están cansados y apáticos»
– «Apenas llegan a la escuela van a la cocina, tuvimos que adelantar el horario histórico en que se servía la merienda a una hora antes porque los chiquitos no aguantan (Escuela Nº 342). Además es notable la cantidad de chicos que piden la leche, y la cantidad de tazas que toma cada uno».
– «En la sala de 5 años se nota una diferencia muy grande en el desarrollo del lenguaje y lo que es el dinamismo, la curiosidad propia de esa edad y la comunicación entre ellos mismos». Si bien la falta de una alimentación adecuada «afecta el normal desarrollo», también «creemos que influye en su estado general.
ALLEN (AA).- "Los chicos vienen a la escuela cada vez con más hambre, entran pidiendo algo para comer, cuando se les da el refrigerio piden más, y antes de irse miran si quedó algún otro pedazo de pan para poder llevarse a la boca. La situación es terrible". Desde las escuelas no deja de advertirse el triste problema día tras día, desde el inicio del retrasado ciclo lectivo y la situación no deja de ser grave y muy preocupante. Principalmente porque además de causar diversos trastornos en los niños, también pone severas trabas en su capacidad de aprendizaje.
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