La dirigencia pide prisión para los violentos
Los responsables del fútbol zonal exigen la aplicación de la Ley del Deporte.
sebastián busader
sbusader@rionegro.com.ar
Hace un par de días Gastón Sobisch, el presidente de Independiente de Neuquén, aportaba un dato no menor para argumentar por qué se produjo el descenso desde el Argentino B: “El último partido de local ante Cruz del Sur cortamos 44 entradas y recaudamos 660 pesos. Abrir la cancha (de Centenario) sale 7 mil. Así no se puede seguir”. Esta frase suena tan dura como el pedido de la dirigencia del Rojo y del Deportivo Roca para que en el clásico que se jugará el sábado en Centenario no haya público visitante y así evitar nuevos enfrentamientos entre las hinchadas.
La preocupación por un nuevo estallido de hechos de violencia es tal que en la Confluencia anoche analizaban con firmeza suspender el torneo (ver aparte) en caso de que no cesen los problemas que se vienen sucediendo desde que arrancó el torneo, en diferentes canchas y no sólo en primera división sino también en categorías menores. Hace un par de fechas se solicitó policía extra para el partido de quinta entre Fernández Oro y Cipolletti (finalmente se debió reprogramar porque hubo una superposición de horario) para evitar posibles enfrentamientos porque ya habían antecedentes violentos.
El reclamo es lógico desde todo punto de vista, no así el factor que lo desencadena. Para el caso, los dirigentes temen que se produzcan incidentes en la cancha de Centenario, algo que fue una constante en los clásicos. Antecedentes inmediatos sobran: el choque entre las hinchadas y la policía que del el 5 de diciembre de 2010, antes, durante y después del partido que terminó 1-1; y el que se produjo el 7 de febrero de ese mismo año en un enfrentamiento entre las barras que no acabó en tragedia de milagro.
Para ellos “no vale la pena” arriesgarse con nada en juego, porque el Rojo descendió y Roca, a la inversa, clasificó dos fechas antes y mandará a un equipo juvenil a Centenario. Claro que queda abierta la posibilidad de que el mal pasar Rojo pueda desencadenar la furia del puñado de violentos que nunca falta.
“Me llamaron Sobisch y Mario Castillo (presidente de la subcomisión de Fútbol de Roca) para pedirme que hable en el Consejo Federal y lograr que el partido se juegue sin público visitante. Desde la prevención, es una medida acertada y no va a haber problemas para instrumentarla. Aunque creo que no hay solución de fondo”, explicó Luis Sánchez, titular de Lifune.
Sánchez es uno de los directivos que creen que con la prevención no alcanza. Que la única forma de poner orden es con mano dura, pero desde lo legal.
Y hay un dato clave: la violencia no se produce exclusivamente afuera de la cancha. Sólo durante este 2011, hubo graves hechos en Bariloche, Cipolletti, Allen, Viedma y Zapala, y en varios fueron protagonistas jugadores y cuerpos técnicos: el 20 de marzo hubo batalla campal y tormenta de rojas en Los Unidos-Pillmatun, que terminó con la suspensión por 12 fechas de Carlos Gutiérrez de la Academia.
Ese mismo día (por el Torneo del Interior) en Allen, Unión-San Lorenzo fue suspendido porque los futbolistas del Santo se le fueron encima al árbitro Guillermo Meza. Este fin de semana, según confesó el presidente de Don Bosco, Carlos Irízar, el petardo que aturdió a Diego Salazar fue lanzado por un jugador de las formativas zapalinas. (Ver aparte)
Es decir, a esta altura hay muchos dirigentes que creen que no alcanza con las tareas de prevención y con disponer de más policías. Sánchez e Irizar estuvieron enfrentados en las últimas elecciones de Lifune, pero ahora en algo coinciden: “hay que aplicar la ley de espectáculos deportivos, implementar la mano dura, que aquel que genera hechos de violencia vaya preso” dice el zapalino, quien insiste con que el domingo pasado había garantías en su cancha para continuar el partido y hasta dijo que Salazar “fingió”. (Ver aparte)
La ley en cuestión es la que se aplica en la provincia de Buenos Aires y que en Neuquén fue aprobada en 2006, pero el Ejecutivo provincial nunca la reglamentó. “Es la única forma de comenzar a ordenar las cosas. El primer hincha, jugador o técnico que provoque violencia irá preso y ese será famoso, pero a la vez un ejemplo a no seguir. Además dispone un registro de transgresiones, reincidencias y fuertes penas”, remarcó Sánchez.
Si esta norma estuviera en vigencia, se le podría aplicar una dura sanción al “hincha” de Chichinales (sería un policía retirado) que el domingo en Villa Regina le pegó con un proyectil en la cabeza al juez de línea y se suspendió el partido, cuando iban apenas 25 minutos del primer tiempo, y estaban 1-1.
Colaboración: Archivo diario “Río Negro”
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El clásico entre Independiente y Deportivo Roca podría jugarse sin público visitante para evitar incidentes entre las hinchadas.
sebastián busader
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