La economía mundial está atenta por la crisis en Rusia.

Un descenso prolongado de la cotización del crudo en el mercado internacional podría tener importantes repercusiones geopolíticas.

ECONOMÍA GLOBAL

Tiempo atrás anticipábamos en estas mismas páginas las altas posibilidades que existían sobre los ajustes de las cotizaciones de los commodities en los mercados internacionales.

Obviamente, el significativo desplome que sufrió el crudo no estaba en las previsiones de ningún analista y menos aún en las empresas internacionales ligadas a la actividad, que pocas semanas atrás, colocaban en sus presupuestos para el 2015 un barril promedio en torno de los 90 dólares.

Pero en tan sólo días, la situación macro de la economía mundial cambió drásticamente.

La guerra comercial que dio inicio en agosto entre Occidente y Rusia –por la posesión estratégica de Ucrania– generó pérdidas millonarias en ambos bandos. Pero las consecuencias más duras las sufrió Vladimir Putin con el desabastecimiento de alimentos y el corte al financiamiento sobre empresas clave para su economía.

La caída del 50% del valor del crudo días después fue el golpe de gracia que terminó por hacer tambalear la macro rusa. El rublo sufrió una devaluación histórica y la mayor parte de las empresas importadoras ingresó en concursos preventivos ya que no pudieron hacer frente a sus compromisos en dólares.

En Occidente existe el temor de que la inestabilidad de la economía rusa se traslade como pandemia por el resto del mundo globalizando la crisis. De ahí que la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos mantuvo el miércoles sus tasas de interés sin cambios y prometió que seguirán así por un período considerable, generando una euforia transitoria en el sistema financiero, que se reflejó en las importantes subas registradas en las principales bolsas del mundo. “Un bono de fin de año para los operadores”, ironizaba un importante broker de la City porteña al ser consultado por el tema.

Pero las dudas están puestas sobre qué ocurrirá pasadas las fiestas de fin de año. Datos privados estiman una caída del PBI ruso para el 2015 del orden del 4,5%. Si a esto se le suma la retracción sobre las inversiones de los países de la OPEP, producto de los menores recursos que obtendrán por ventas de sus hidrocarburos, la situación se vuelve algo más compleja para la economía mundial.

Asimismo las naciones en desarrollo, en especial aquellas que son oferentes de materias primas, desacelerarán su crecimiento de los últimos años, ya que se espera un menor flujo en el intercambio del comercio mundial.

Pero no todo es negativo dentro de este entorno.

Estados Unidos, por un lado, con una economía dinámica está generando empleo y motoriza parte de la recuperación que se observa a nivel global.

Por otra parte, países importadores netos de energía, como China y la Unión Europea, se podrán beneficiar con la baja en el precio del gas y el petróleo, ya que sus costos de producción –especialmente en el caso europeo– disminuirán en forma importante, lo que hará más competitiva su economía. Esto podría implicar en el mediano plazo una recomposición de la economía de los dos bloques mencionados.

Sin embargo, “más allá de los obvios ganadores y perdedores, el shock provocado por precios más bajos sobre la energía imprime mayor incertidumbre de cara al 2015 (corto plazo), porque los impactos iniciales hacen difícil prever qué efectos prevalecerán en el camino hacia a un nuevo equilibrio”, señala en uno de sus recientes informes la economista Eliana Miranda, de Fundación Mediterránea.

Y el punto es éste: ¿dónde se colocará el nuevo equilibrio durante el próximo año?

Una cosa es proyectar en los balances de una empresa o en los presupuestos de un país un valor del crudo en 55 dólares promedio para el 2015 y otra totalmente distinta es un valor de 90 dólares. O una soja a 550 dólares, como estuvo el año pasado, o 350 dólares por tonelada como llegó a tocar en el 2014.

La mayor parte de los analistas económicos augura una economía mundial con precios de los commodities en niveles cercanos a los que hoy muestran los mercados (soja entre 350 y 450 dólares por toneladas y petróleo entre 55 y 70 dólares el barril) y tasas de interés tendiendo al alza, con una economía mundial ajustándose a niveles poscrisis Lehman. Este escenario coincide con los valores que confluían los commodities hacia septiembre del 2008, momento en que dio inicio la crisis financiera global tras la burbuja de los precios inmobiliarios.

La Argentina, en este escenario, debe esperar menos dólares provenientes de su balanza comercial. Un dato no menor a la hora de analizar los cuellos de botella que hoy presenta el modelo local (ver más información en recuadro en página 3).

Crisis y mediano plazo

Rusia ya vivió en 1998 una crisis financiera provocada, en parte, por la que sufrieron los países asiáticos y que comenzó con la depreciación de la moneda tailandesa en 1997 y que luego afectó al resto de las divisas asiáticas.

La situación se agravó en aquel entonces con la caída de los precios de las materias primas, principalmente el petróleo y el gas, producto básico dentro de la economía del gigante. Los valores del crudo tocaban en aquel entonces los 12 dólares por barril, cotizaciones mínimas de los últimos cinco años.

Algunos analistas aseguran que la presente poco tiene que ver con la crisis que vivió Rusia en 1998.

En la debacle de finales de los 90 el gobierno de la Federación no pudo hacer frente al pago de su deuda por falta de financiamiento y tuvo que acudir al FMI.

La situación actual es diferente, al menos en lo que al corto plazo se refiere. Durante los últimos años el país atesoró un importante volumen de dólares gracias a los elevados precios del crudo. Estimaciones oficiales dan cuenta de que las reservas del Banco Central de ese país alcanzan hoy los 430.000 millones de dólares. Es por ello que en cualquier momento la máxima autoridad monetaria del país puede intervenir en los mercados de divisas para compensar sus desequilibrios. Es difícil saber si esta intervención será o no exitosa, aunque sí es cierto que, de llevarse a cabo, podría alejar a muchos especuladores del mercado.

Sin embargo, otros analistas son más escépticos. “El riesgo de un default de Rusia es cada vez más probable, como quedó reflejado en la subasta desierta de bonos para refinanciar deuda. Los CDS (seguros de impago) superaban los 500 puntos básicos. La fuga de capitales podría provocar un corralito en Rusia”, explicó Pablo García, oficial de negocios de Carax Alphavalue, al diario madrileño Expansión. El experto añade que “la mejor opción para Putin sería poner fin al conflicto con Ucrania y solicitar ayuda para evitar el colapso financiero. Pero parece que el orgullo ruso prefiere una masacre como en la batalla de Stalingrado más que ceder su presunta soberanía sobre Ucrania”.

En línea con los dichos del especialista español, el presidente ruso Vladimir Putin aseguró esta semana que el período de dificultades económicas era el precio que el país tendría que pagar para mantener su independencia frente a las agresiones de Occidente, y culpó en repetidas ocasiones a “factores externos” del desplome del rublo y de la inminente recesión. Aseguró que necesitará dos años para salir de esta crisis y volver a mostrar una economía en crecimiento.

Hoy todos miran al crudo. Un descenso prolongado del precio del petróleo en el mercado internacional podría tener importantes repercusiones geopolíticas.

El 70% de los ingresos de Rusia provienen de la exportación de energía. La caída del precio del petróleo en este último trimestre del año ya le costó al gobierno de Putin cerca de 100.000 millones de dólares. Recursos proyectados que no ingresaron a su presupuesto. Analistas internacionales aseguran que un precio de 60 dólares por barril durante todo 2015 crearía graves problemas financieros a Rusia. Consecuencias similares se observarán en Venezuela, Irán y algunos países del norte y centro de África.

Está claro entonces que de mantenerse el precio del crudo en los niveles actuales por un tiempo prolongado las consecuencias geopolíticas podrían agravarse. Y esto, a la larga, afectar el crecimiento de la economía mundial poniendo freno al comercio internacional.

Javier Lojo

jlojo@rionegro.com.ar


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