La escritura en los bordes del deseo
Nuevos libros reactualizan la literatura erótica. Se trata de la antología poética "Desiderátum" de Juan José Hernández y la flamante colección "La Noche Mildós"
Buenos Aires (Télam, por Jorge Boccanera).- Tres escritores que han frecuentado el género erótico, Juan José Hernández, Juan Jacobo Bajarlía y Adriana Steimberg, coinciden al momento de identificar la zona del erotismo como un cuerpo magro y difuso en el mapa de nuestra literatura. Una sola línea como la que sigue: «el viento mueve una falda y en la rodilla que descubre anida toda la mujer», podría develar más sobre el erotismo que el fárrago de sesudos ensayos e interpretaciones psicológicas a la que estamos acostumbrados. Pero, ¿es posible reconocer una literatura erótica en las letras argentinas, más allá de un cuerpo conceptual? Mientras tanto, una escritura producida desde los bordes del deseo con el aguijón imaginativo, se prodiga en nuevos libros como la antología poética «Desiderátum» de Juan José Hernández (tradujo los «Poemas eróticos» de Paul Verlaine) y la flamante colección de narrativa erótica de Emecé, «La Noche Mildós».
Steimberg, autora de la novela erótica «Amatista», asegura que esta carencia «esta relacionada con los tabúes que posee esta sociedad que, desde siempre, fue muy pacata en cuestiones de sexo. Acá, la gente se impresiona más de lo que dice que de lo que hace, y mucho peor si lo vergonzante está escrito».
Bajarlía, autor de «Breve diccionario del erotismo» y traductor de «Los sonetos lujuriosos» de Pietro Aretino coincide: «La carencia de una tradición erótica se debe a un problema cultural; la sociedad argentina siempre fue muy retrograda a las cuestiones del sexo. Tenemos una fuerte restricción social, que no ha dado lugar para una literatura, valorada en otras partes del mundo».
Por su parte Hernández, considera que: «al no poder establecer una tradición erótica literaria en el país, estamos señalando también una falta de lenguaje erótico argentino que, tal vez, podría rastrearse en el norte del país con los llamados cuentos verdes».
Sin embargo, falta mucho para que podamos hablar de erotismo como género. «Hay que reconocer, sí, algunos pasajes de alta sensualidad como por ejemplo los excelentes sonetos de Julio Cortázar y algunos poemas de Enrique Molina». Lo complejo de establecer las orillas del erotismo, es un punto clave en la dilucidación de aquellas obras que se ubicarían dentro del género. La producción aparece fragmentada: algunos textos de Leopoldo Lugones (por supuesto, todas las cartas a su amada secreta, Aglaura), Oliverio Girondo, Juan Gelman, Eugenio Cambaceres, Manuel Gálvez y otros. Para hablar de tradición habría que ver si sabemos qué es el erotismo -continúa Bajarlía-. Muchas veces lo que se presume erótico es pornográfico. Al no haber un acuerdo del tema y tampoco una obra claramente erótica, las antologías recurren a algunos fragmentos de tal o cual autor».
Jorge Boccanera
Buenos Aires (Télam, por Jorge Boccanera).- Tres escritores que han frecuentado el género erótico, Juan José Hernández, Juan Jacobo Bajarlía y Adriana Steimberg, coinciden al momento de identificar la zona del erotismo como un cuerpo magro y difuso en el mapa de nuestra literatura. Una sola línea como la que sigue: "el viento mueve una falda y en la rodilla que descubre anida toda la mujer", podría develar más sobre el erotismo que el fárrago de sesudos ensayos e interpretaciones psicológicas a la que estamos acostumbrados. Pero, ¿es posible reconocer una literatura erótica en las letras argentinas, más allá de un cuerpo conceptual? Mientras tanto, una escritura producida desde los bordes del deseo con el aguijón imaginativo, se prodiga en nuevos libros como la antología poética "Desiderátum" de Juan José Hernández (tradujo los "Poemas eróticos" de Paul Verlaine) y la flamante colección de narrativa erótica de Emecé, "La Noche Mildós".
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