La estrategia de la “licuación monetaria”

Germán Fermo (*)

Estados Unidos y Europa atraviesan una de las peores crisis de su historia. Esta crisis que maduró por muchos años terminó despertándose a mediados del 2007 y desde entonces no ha culminado de sorprendernos. Que meses atrás la deuda soberana de Estados Unidos haya perdido su estatus de “AAA” nos indica la magnitud de una crisis internacional que es tan profunda que probablemente nos acompañe en la próxima década. Debates impensados se están convirtiendo en comunes. Que actualmente se debata si en los próximos cinco años existirá la zona euro nos indica que esta crisis internacional ha debilitado en lo más profundo los pilares de los principales dos bloques de la economía mundial. Los bancos centrales de las principales economías del mundo implementan medidas ortodoxas y heterodoxas con una imaginación histórica, adecuándose a una crisis que no sólo es enorme sino que además parece interminable y mutante. Un ejemplo de esta mutación es que una crisis que originalmente nació como un problema de solvencia de bancos terminó convirtiéndose hoy en día en un problema de solvencia soberana. Europa es el ejemplo más relevante, con varios países que soportan niveles de endeudamiento que antes caracterizaban a los emergentes e incluso no sorprendería observar en un par de años que esta misma crisis mutara a una de carácter inflacionario para las principales economías del mundo. Esta crisis tuvo un punto de inflexión con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre del 2008. Fueron tan catastróficas las externalidades negativas que esa quiebra generó a nivel mundial que desde entonces los bancos centrales del G10, en especial la Reserva Federal, se han comprometido a asistir monetariamente a una economía que no puede recuperarse. Estos últimos meses han tenido un sesgo altamente negativo motivado por temores de que la crisis en Europa llegue a niveles incontrolables. Muchos han insinuado que es posible volver a un evento “estilo Lehman Brothers” neutralizando cuatro años de intenso estímulo monetario. No creo que volvamos a un evento de esa magnitud y por lo tanto disiento con esa visión apocalíptica de la economía mundial, porque si bien creo que las economías del G20 están viviendo una tragedia, hay que ser muy cuidados en cómo definimos el concepto: la tragedia no se está dando en términos nominales sino reales. Desde septiembre del 2008 la Reserva Federal ha sido muy laxa a nivel monetario y ha “atacado” la crisis en tres direcciones. Primero llevó a cero su tasa de referencia y deprimió las tasas de plazos reducidos (denominadas “tasas cortas”). Al ver que esta estrategia no era suficiente, imprimió agresivamente dólares contra la compra de bonos (estrategia conocida como “flexibilización cuantitativa”) devaluando el dólar y causando inflación en commodities. Y como reacción a la nueva debilidad económica mostrada a mediados de este año decidió implementar la “Operación Twist”, que significa vender los bonos de corto plazo y comprar los de mayor vencimiento para de esta forma deprimir las tasas de interés a largo plazo. Para aquellos que siguen buscando un colapso, éste viene ocurriendo desde hace años en términos reales. El dólar papel cada vez vale menos; la dinámica del oro es un ejemplo contundente en este sentido. Esta crisis se irá licuando a lo largo del tiempo porque su reconocimiento inmediatamente hubiese sido política y socialmente imposible. Ante esta estrategia de licuación, los activos reales seguirán ganando terreno mientras sigamos viendo a una Reserva Federal agresiva y laxa monetariamente. (*) Ph. D. en Economía (UCLA) y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella


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