La familia desunida

La disputa por una herencia abre la historia de "Ambiciones", un nuevo unitario de Telefé que se sostiene por la calidad de sus protagonistas.

BUENOS AIRES.- Intereses económicos, celos personales y conflictos familiares son los ingredientes fundamentales de «Ambiciones», el unitario que comenzó a emitirse el miércoles por Telefé con un importante elenco encabezado por Susú Pecoraro, Fabián Mirás y Thelma Biral. Escrito por Gustavo Belatti y Mario Segade (autores de «Resistiré» y «El Deseo»), el programa ocupará el espacio de los miércoles a las 23.

El eje de la historia de «Ambiciones» es la disputa de una familia por una herencia que dejó al morir el padre de Lucrecia (interpretada por Pecoraro). La pelea por el poder definitivo de la empresa que poseen es el disparador que involucra a la madre Marga (Thelma Biral), al hermano Fernando (Antonio Birabent) y a Pedro, el esposo de Lucrecia (Carlos Belloso).

En este contexto, en la trama irrumpe Cristian, el personaje que encarnará Fernán Mirás, un hijo no reconocido del fallecido, que padece una discapacidad mental.

A la historia también se sumarán Joni, un abogado con un misterioso pasado (Joaquín Furriel) y Nina (Celeste Cid), que llegará a la vida de todos ocultando varios secretos.

Desde la apertura del programa, la edición casi cinematográfica de las imágenes imprimió una dinámica muy particular al relato.

Escenas superpuestas en las que se desarrollan acciones paralelas o juegos de primeros y segundos planos que develan la simultaneidad de situaciones contrapuestas (como ocurre con la muerte del padre jugada en segundo plano mientras se desarrolla una fiesta en primer plano) aportan originalidad a la propuesta.

Tal como ocurre siempre con el primer capítulo de una historia, la emisión del miércoles pasado procuró definir el conflicto central, delinear lo más claramente posible los distintos caracteres e introducir en las últimas escenas algún elemento que alimente la intriga del espectador.

Mencionar la calidad del elenco resulta obvio, pero lo especial, e este caso, fue la homogeneidad del elenco en el manejo de un código estético compartido.

El género del teleteatro sumado al carácter melodramático de las historias hace suponer la existencia de personajes lineales donde el malo es claramente malo y el bueno es inconfundiblemente bueno.

Sin embargo, dentro de los códigos previsibles, los antecedentes de los autores y la capacidad actoral de los intérpretes alientan la esperanza de una mayor riqueza de claroscuros en los conflictos y una paleta de contradicciones que humanicen y hagan creíbles a los personajes.

Desde los primeros momentos, se hizo notar la minuciosa composición física con que Fabián Mirás dotó a su personaje. Pequeños gestos, una clara actitud física y expresiones casi minimalistas que sostuvo con coherencia a lo largo de todas las escenas en las que participó dieron un nítido perfil al aparentemente desvalido Cristian.

El capítulo inicial de «Ambiciones» permite suponer una propuesta original de cánones conocidos, con actuaciones prometedoras. (Télam)


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