La fiscalía pidió reclusión perpetua para los cuatro imputados

Cada defensor solicitó condenas mínimas.

ROCA (AR).- La fiscal Norma Terbay pidió ayer la pena de reclusión perpetua para los cuatro imputados en la causa que investiga el asalto a la sucursal cipoleña del Banco Río, ocurrido el 7 de junio de 1999.

La seguridad de que Diego Fernández, Fabián Martín, Ariel Giannerini son coautores de los delitos de robo doblemente calificado por el uso de armas en poblado y en banda, homicidio calificado, tentativa de homicidio, tenencia de armas de guerra, violación de domicilio y resistencia a la autoridad, hizo que el alegato del ministerio público fuera lapidario.

Por su parte, Terbay solicitó la reclusión perpetua también para Chacón, a quien consideró responsable de robo calificado por el uso de armas en poblado y en banda, homicidio calificado, tentativa de homicidio calificado y tenencia de armas.

Imperturbables, los cuatro detenidos escucharon el pedido de condena. Más tarde, los tres jóvenes oriundos de José León Suárez, en la provincia de Buenos Aires, cerraron la última jornada de audiencias pidiendo perdón a la familia de Ramón Barrera, el policía asesinado en la fría mañana de junio en el centro cipoleño.

El de ayer fue un día muy importante para los jueces de la Cámara Tercera del Crimen que el 3 de abril próximo dictarán sentencia a los imputados. Antes de los alegatos de la fiscal y los defensores, pudieron escuchar el escalofriante testimonio Luis Campos. Se trata del policía que salvó su vida por milagro tras recibir tres balazos en la vereda del banco, sin poder reaccionar más ni hacer nada para evitar el destino de Barrera, que fue acribillado segundos después que él quedara tendido boca abajo cerca del cordón de la vereda.

Además hubo un reconocimiento por parte de Campos y Fernández a las armas secuestradas luego de las detenciones en la casa de Julio Fuentes en el barrio Mitre.

El pedido de condena de la Fiscalía estuvo fundamentado en las contundentes pruebas documentales reunidas y los testimonios de los testigos e imputados durante las audiencias y la instrucción. Aquí se hallan la cinta de video, las heridas de bala comprobadas en los detenidos, los resultados positivos de las pericias de dermonitrotest, las huellas dactilares de Giannerini encontradas en el Peugeot 106 y las de Fernández en la casa de Julio Fuentes. También la palabra de Campos, el guardia de seguridad del banco, otros testigos y hasta de Fernández, aunque la versión que ofreció el joven uruguayo detenido fue considerada por la fiscal como «parcialmente desvirtuada».

Por su parte, el abogado de los tres detenidos bonaerenses, Martín Rodríguez, pidió 10 años de prisión para sus defendidos Diego Fernández y Fabián Martín. Se trata de la pena mínima prevista para los delitos de homicidio en ocasión de robo, lesiones graves, tenencia de armas de guerra, violación de domicilio y resistencia a la autoridad. Para Ariel Giannerini solicitó la unificación de penas (cabe recordar que al momento del hecho cumplía una condena de nueve años y seis meses y contaba con la libertad condicional) en un total de 20 años.

El alegato de Rodríguez se basó en comprobar que el asesinato de Barrera fue una contingencia del robo y no algo predeterminado. Así fue que se remitió a la veracidad de la declaración de Fernández y la posterior corroboración de sus dichos en el relato del «98 por ciento de los testigos». Donde sí marcó diferencias fue con el testimonio del policía Campos, que dijo llegar al banco y ver a un delincuente «cerca de la puerta con un arma de puño en la mano derecha».

«Cuando me vio giró (sobre su izquierda y haciendo el gesto con ese mismo brazo) y me tiró tres veces», sostuvo Campos.

Rodríguez no se explicó cómo alguien que tiene en la mano derecha un arma puede pasarse en un décima de segundo el arma a la mano izquierda y tener la puntería suficiente para acertar tres disparos en el cuerpo del policía si no es su mano hábil.

En consecuencia, consideró más cerca de la realidad la versión de Fernández, que dijo haber disparado al policía cuando salía del banco y producto del temor que le generó la presencia del uniformado.

Cuando llegó el turno de Eves Tejeda, defensor de Wálter Chacón, el abogado pidió la absolución del joven cipoleño en todos los delitos imputados, salvo en el de robo con armas en poblado y en banda, del que considera fue partícipe secundario y merece la pena mínima.

Tejeda cargó contra la Fiscalía al expresar que la requisitoria estuvo mal hecha y cargada de apreciaciones personales por parte de la fiscal para ubicar a Chacón en la escena del hecho, cuando la presencia de este no pudo ser comprobada por los testigos que declararon durante el juicio.

Cada uno reconoció su arma

Tanto el policía Luis Campos como el detenido Diego Fernández tuvieron en sus manos ayer las armas que se secuestraron luego del asalto a la sucursal cipoleña del banco Río.

Mientras que el agente herido reconoció cuál era la suya, marcó las diferencias de peso y velocidad con las demás exhibidas sobre el estrado de los jueces.

Allí se encontraba la poderosa «Glock» que tenían los delincuentes al momento del hecho, una pistola fabricada en su mayoría por plástico, que no existe entre las filas policiales rionegrinas y que ni siquiera los detectores de metales pueden captar.

Más tarde, Fernández pasó delante del tribunal y observó las pistolas, todas calibre nueve milímetros.

Fue allí que detectó a la FMHI Power, número 379207 como la que usó en el robo y con la que ultimó al policía Barrera. (AR)

«Sacame de acá hermano porque me muero»

Paso a paso, Luis Campos detalló ayer cómo transcurrieron los segundos desde que partió junto a Ramón Barrera desde la Comisaría Cuarta de Cipolletti, los alertaron del asalto al Banco Río, fueron al lugar, bajaron de las motos y luego de acercarse al frente del local fueron alcanzados por las balas de los delincuentes.

No quiso hacerlo frente a los imputados. No quería verles la cara. Pero no vaciló en la descripción física que hizo del sujeto que estaba parado en la puerta del Río, que coincidió con la de otros testigos durante las audiencias del lunes y martes.

Campos fue avisado del robo cuando pasaban frente al Banco Francés.

«Cuando llegábamos al Río, un hombre me dice que habría un asalto y después de dejar la moto y sacarme los guantes, cargué mi arma y caminé detrás de los autos estacionados en dirección al banco», comentó.

«Sé que mi compañero (por Barrera) venía atrás mío. Iba cubriéndome por los autos hasta que vi al que estaba en la puerta. Pensé que no tenía arma y me asomé. Me vio y me tiró», prosiguió en su relato.

«El primero me pegó en el hombro derecho y voló mi arma. El segundo en el costado derecho y quedó en el abdomen y el tercero en el handy. De inmediato quedé tirado boca abajo al costado de los autos».

Campos aseguró que el movimiento del delincuente fue rapidísimo y -según el gesto que realizó ayer en la audiencia- le dispararon con el arma empuñada en la mano izquierda.

Esta conclusión fue rebatida más tarde por el defensor de los imputados bonaerenses, Martín Rodríguez.

Una vez en el piso, el agente sintió una ráfaga de disparos, que presume recibió Barrera, a quien no vio más desde que giró la cabeza al llegar y estaba detrás suyo.

En medio de gritos, escuchó que una persona le dice a otra «este está vivo, este está vivo, matalo y sacale el arma».

«Era por mí, pero enseguida escucho tiros desde otro lado, que debían ser los del policía Sifuentes que estaba en CVC», agregó.

Después de escuchar la explosión de un vidrio, un compañero llegó a ayudarlo. Lo dio vuelta y cuando quedaron cara a cara, Campos sólo pudo decir «sacame de acá hermano, porque me muero». (AR)

El policía del búnker no los vio entrar

Antes de los alegatos y el testimonio del policía Campos, ocho personas declararon.

Tal vez las palabras más importantes fueron las del policía que se encontraba dentro del bunker de la sucursal asaltada, donde está la pantalla que muestra las cuatro imágenes captadas por las cámaras de seguridad. El policía reconoció que cuando entraron los delincuentes no estaba mirando la pantalla («en tantas horas de trabajo es imposible mirar segundo a segundo», dijo) y comentó que cuando se percató del hecho, de inmediato accionó la alarma que suena en la Comisaría Cuarta.

Agregó que vio a tres personas, cargó su arma y pensó en bajar, pero luego concluyó que no tenía certeza sobre la cantidad de delincuentes y decidió quedarse en el bunker porque podría producirse una masacre dentro del banco. Una vez que se fueron, sintió disparos afuera y cuando todo se calmó salió para ayudar a los clientes que estaban shockeados.

También aportaron su testimonio los policías que participaron de las detenciones y personas que pasaban por el banco en el momento del robo y vieron salir a los sujetos encapuchados. (AR)

«Le pido perdón a la familia, nunca quise matar a Barrera»

«Le pido perdón a las familias de Barrera y Campos. No vinimos a matar a nadie».

De esta manera y mirando a los familiares del policía que murió la mañana del 7 de junio de 1999 en la vereda del Banco Río en Cipolletti, Ariel Giannerini comenzó el primero de los tres pedidos de disculpas por parte de los imputados bonaerenses. Todo ocurrió al finalizar los alegatos y cuando nadie esperaba de los imputados tales palabras.

Luego llegó el turno de Fabián Martín, que repitió el pedido de clemencia y aseguró estar «arrepentido» por todo lo que pasó antes, durante y después del asalto. Por último, Fernández fue más extenso y a su reclamo por el perdón de las familias agregó que «nunca quise matar a Barrera» y pidió una oportunidad al asegurar que «no soy un delincuente en potencia».

Los familiares de Barrera, entre los que estaba un hermano, se mostraron tranquilos ante cada una de las palabras de los detenidos y se retiraron sin hacer ningún comentario.

La oportunidad que pidió el joven uruguayo tuvo que ver con la mención que hizo su abogado defensor minutos antes durante su alegato, que explicó «la dura situación social» que rodeó a sus tres defendidos en su niñez y adolescencia.

Criados juntos en José León Suárez, una zona densamente poblada y cada vez más carenciada, Rodríguez explicó que «Fernández, Giannerini y Martín sólo recibieron como ejemplo las drogas y la delincuencia».

Sin intentar justificar el asalto al banco y sus consecuencias, el defensor consideró que esta característica debía ser tenida en cuenta por el tribunal a la hora de decidir la suerte de los imputados.

Esta conclusión fue acompañada por una serie de impresiones del defensor, que ubicó la decisión de disparar a los uniformados como una reacción inesperada de los delincuentes, porque «se trataba de ellos o la policía».(AR)


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