La ganadería ante señales positivas
La competitividad cambiaria dio oxígeno a la actividad. Falta el crédito para el desarrollo sustentable del sector. La devaluación abrió expectativas en el sector. La actividad regional busca recomponer su stock. Será clave el acceso a créditos con tasas acordes a la evolución que muestra la ganadería ovina y bovina de la Norpatagonia.
NORPATAGONIA
Las medidas impulsadas por el nuevo gobierno de Mauricio Macri sin dudas apuntan a un mejor posicionamiento del campo. La ganadería ovina y bovina de la región de la Patagonia Norte no queda fuera de este nuevo escenario.
Los precios del ganado en pie tenderán a subir en el mediano plazo si se mantiene la demanda externa firme tanto en valores como en volumen.
En los campos de la región se observa una progresiva recomposición del stock. La ganadería bovina tuvo una respuesta rápida a los cambios macro que vivió la economía en estos últimos tiempos. La aplicación de la barrera sanitaria ayudó para ello y las expectativas de una sola Patagonia comercial en el corto plazo hacen subir esta apuesta.
La ganadería ovina necesita algo más de tiempo para poder recomponer los golpes de los últimos años.
Los datos oficiales dan cuenta de que en el 2008 el stock ovino en la región de la Patagonia Norte se ubicaba en algo más de 2,1 millones de cabezas. De esa cifra cerca de 1,3 millones (60%) correspondían a la provincia de Río Negro. Las últimas estadísticas del Senasa (2014) remarcan que desaparecieron más de 600.000 cabezas en estos seis años en toda la región, mientras que en Río Negro está cifra se redujo en más de 700.000 animales.
Toda la región del Cuy, 25 de Mayo, Nueve de Julio, Pilcaniyeu, Ñorquinco y Bariloche fue la que más sufrió los azotes de la naturaleza, los fenómenos meteorológicos y el modelo económico de la administración Kirchner.
Pero los hombres de campo no bajan sus brazos. Lentamente se observa en todas estas regiones un repoblamiento de los campos, síntoma que refleja cierto grado de optimismo sobre la actividad.
Claramente, existen innumerables oportunidades para el despegue de la actividad. Las condiciones agroecológicas son muy buenas para este tipo de actividad. Pero todavía falta una política de mediano y largo plazo para el desarrollo sustentable de la ganadería en la región.
A nadie escapa que para volver a estar en niveles de stock de la década pasada es necesario una fuerte inyección de fondos para poder recapitalizar los campos. El crédito de largo plazo con tasas acordes a la evolución que muestra el sector será clave para poder lograr estos objetivos.
Nuevo escenario
Nuestro país se caracterizó históricamente por exportar lanas finas 60% y 30% de lanas cruza finas. Nuestra oferta exportable se concentró en China, Alemania e Italia, países que dan cuenta de casi el 60% de las ventas totales externas de este producto.
A nivel internacional, desde el 2001 se asistió a una recuperación en el valor unitario de las exportaciones lanares, obteniéndose incrementos mayores al 100% entre las zafras 2000/01 y 2010/11 cuando el valor de las exportaciones de lanas pasó de 1.944 dólares a 4.432 dólares por tonelada, mostrando un salto de 128% en el período bajo análisis. Este positivo escenario permitió el mantenimiento de los volúmenes exportados y un crecimiento constante en el valor de las exportaciones lanares. Pero todo esto se dio dentro de un ciclo económico internacional donde los commodities mostraron un importante salto de precios. Claramente este ciclo terminó en el 2013 y para los próximos años se espera un valor mucho más estable.
Según datos dados a conocer por el sector privado, el precio de lana sucia en la región de la Patagonia está mostrando en la actualidad un leve repunte en dólares, lo que permitiría entrever retornos importantes cuando se computa el salto que tuvo la moneda norteamericana en estos últimos doce meses. Es aquí donde se observan los efectos que tuvo la unificación del tipo de cambio sobre la competitividad en toda la actividad.
En relación a la evolución que ha mostrado la producción de carne ovina, un reciente estudio del INTA da cuenta de que la especialización en lanas finas y la realidad climática del último quinquenio en la Patagonia dieron como resultado una mala producción de carne en estos rodeos con tasas de extracción muy bajas (11% de promedio anual para el 2009). Esto ha servido para que las organizaciones de productores y técnicos centralicen su acción en la adopción de nuevas tecnologías de manejo para asegurar eficiencia.
Si bien en la Argentina el consumo de carne ovina es bajo (aproximadamente 1,3 kilogramo/año/habitante), en la Patagonia es similar al de países productores como Australia. En estas regiones con tradición en producción ovina, el consumo de esta carne se encuentra incorporado a la dieta de la población donde, además de consumirse el cordero tradicional (lechal), se aprovechan categorías de refugo como la oveja de descarte con buena condición corporal o luego de haberse sometido a engorde y machos castrados de más del año de vida denominados borrego o capón.
Por otra parte, hay que señalar que las exportaciones argentinas de este producto aumentaron a comienzos del presente siglo a más de 14.000 toneladas en el 2005, registrando un incremento de un 400%. Luego de este breve período de crecimiento de cinco años la tendencia fue revertida profundamente, pasando de este último valor a algo más de 3.000 toneladas en el 2014.
La unificación del tiempo de cambio y una mejora en la productividad sin dudas podrá generar un nuevo impulso al comercio de carne. Sin embargo, no hay que dejar de mencionar que las mayor parte de las explotaciones priorizan la producción de lanas dentro de lo que es su matriz comercial.
Redacción Central
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