La gente que se va mirando el cielo
Daniel Schallbetter muestra hoy en la pérgola
NEUQUEN (AN).- Quienes se van y ponen el horizonte ante sus ojos, dándonos las espaldas, a veces centran su desasociego de hoy en la felicidad del porvenir. O al menos pretenden un lugar más plácido.
Los personajes del pintor Daniel Schallbetter inician el camino en pos de esa quimera.
Son pueblos en éxodo en un primer plano que -en verdad- pasan a ser secundarios ante el cenit explotando de color.
Los marcos de los óleos apenas si logran contener los cielos enormes, con su carga de infinitud, ocupando casi,casi toda la tela.
Los cielos son en sí mismos personajes de peso.
Tan es así que hasta al pintor le cuesta acotarle otras figuras. Es el camino ardoroso que está recorriendo Daniel, por hallar la síntesis.
Todo se vuelca en una serie que podrá ver el paseante hoy, desde las 18, en la pérgola de la avenida Argentina y C. H. Rodríguez. Cielos y diásporas, la síntesis en cuestión, parecen motivos suficientes para ocuparlo a tiempo completo. Daniel con sus hombres y mujeres en retirada o en búsqueda, desconocen las palabras de Lawrence Durrel, el novelista y ensayista inglés nacido en la India. Señala Durrel en su obra Justine, que cuando la gente se va, cualquiera sea su destino, si no tiene sus conflictos resueltos, los traslada por siempre jamás hasta el fin del universo. Palabras más o menos.
La alerta de llevarse todo puesto hacia los confines parece no importarles a aquellos que se marchan desde los cuadros.
Simplemente se van, cargando sus 'envoltijos' de ilusiones y dolores en el alma o a los hombros.
El expositor en esta nueva muestra, sigue recorriendo los territorios de la pintura latinoamericana. Dice ser fiel (¡a tantas cuestiones!) y hay detalles que lo ponen en evidencia. Por ejemplo, sigue siéndolo a su Litoral natal (nació en Diamante, Entre Ríos), del que no logra despegarse ni tan sólo en la tonada por más que ya hayan trascu
rrido dos décadas de arraigo en Neuquén. Como tampoco le interesa ¿o sí? salirse de una temática amarrada con raíces férreas al norte argentino y -por congeniar- hace extensiva a Bolivia y Perú.
Prosigue amasando la esencia ingenua en su modo de recrear y crear. «Ingenuo en el color y la forma simple».
Cada vez sus necesidades son más magras, desprovistas (o a eso tiende) en comparación con aquella abigarrada galería de imágenes, que alguna vez se le conociera.
No quiere repetirse, dice Daniel, sino que amanece en la urgencia por ser despojado. «Termino con casi la misma idea, grandes espacios, cielos enormes, parece fiesta pero inducen a engaño. Es gente pobre en la búsqueda». Iguales a su autor.
«Quisiera poner un color y una forma pero que se sepa que sigo siendo yo». Es casi una obsesión.
Pero vaya si le cuesta. Ayer nomás se encontró sentado hasta las tres de la madrugada intentándolo en el último cuadro aún inconcluso. «Es un desafío de puta madre. Me llevará días, tengo todo listo pero siempre me aparece un cuadro que anda dando vueltas hasta el último momento. Soy así en la vida. Necesito estar al borde del abismo, mucha adrenalina y ansiedad, hasta en sueños trato de elaborarlo. El último es el que marca el camino que continuaré. El que me costó parir es el comienzo de algo nuevo. En eso estoy».
Beatriz Sciutto
NEUQUEN (AN).- Quienes se van y ponen el horizonte ante sus ojos, dándonos las espaldas, a veces centran su desasociego de hoy en la felicidad del porvenir. O al menos pretenden un lugar más plácido.
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