La gestión Macri y un adiós cargado de autoindulgencia

El mensaje de despedida evitó mencionar el fracaso económico y pretendió una valoración positiva. El contraste es elocuente, si se utilizan los parámetros que el propio mandatario estableció para que su gobierno sea evaluado.

Redacción

Por Redacción

El realismo mágico, es un estilo literario y artístico, que logró su auge desde mediados del Siglo XX. Se caracteriza por relatar o mostrar aquello que es irreal, extraño o fantástico, como algo común, normal o cotidiano.
Tal es el género en el que podría encuadrarse el discurso de despedida del Presidente Mauricio Macri, transmitido el último jueves en cadena nacional. El mandatario utilizó la herramienta por última vez para hacer una llamativa evaluación de su propia gestión, en la que abundaron los auto elogios, escasearon las referencias al desbarajuste económico, y no faltaron las consignas políticas. “Reservas, superávit comercial, equilibrio fiscal, equilibrio externo, dolar competitivo, menos gasto, menos impuestos”, se atrevió a listar Macri como valuartes de los ‘logros económicos’ de su gestión.
El divorcio entre el discurso y la realidad de la macroeconomía nacional, es elocuente y manifiesto. Más aun. Cuesta encontrar puntos de contacto entre aquello que el propio Macri esgrimió como consigna durante cuatro años, y los datos que hoy arroja el tablero de gestión.
Hay al menos cinco ítem centrales que se omitieron en el balance final. En todos ellos, fracasó el gobierno de manera rotunda.

En simultáneo al mensaje en cadena nacional, se supo que la pobreza en Argentina alcanza al 40,8% de la población.


La pobreza fue la vara que Macri se auto impuso como medida de éxito. Casi en simultáneo con la cadena nacional, se conoció el informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) respecto a la pobreza para el tercer trimestre de 2019. El estudio reveló que el 40,8% de la población se encuentra hoy bajo la línea de la pobreza. Significa un incremento del 7,2% en relación al tercer trimestre de 2018 y del 10% respecto al cierre de 2015. Es además el registro más alto de la última década, e implica que la pobreza alcanza a más de 16 millones de habitantes. La indigencia en tanto, llega al 8,9%, y se multiplica en la niñez, donde las carencias extremas alcanzan al 14,8% de las personas entre 0 y 17 años. No hubo mención al respecto en el relato elegido por el Presidente.
La deuda, es tal vez el legado más pesado que deja la gestión que termina. Macri asumió en 2015 con un ratio Deuda/PBI del 45%. Deja una carga del 83%, si se considera válido el tipo de cambio oficial. Si en cambio, y utilizando la misma lógica que esgrimían los economistas afines al gobierno para criticar el cepo vigente hasta 2015, se elige el promedio de los diversos tipos de cambio alternativos, el ratio Deuda/PBI se eleva hasta el 95%. El resultado es producto de la alocada decisión de financiar un déficit de corto plazo en pesos, asumiendo compromisos a largo plazo en dólares. “El endeudamiento actual no se encuentra en un nivel preocupante para un país como el nuestro” justificó Macri en su discurso.

“Aunque los resultados de nuestras reformas no llegaron a tiempo, hoy estamos mejor preparados para crecer”


La libertad cambiaria fue otro de los caballitos de batalla discursivos del macrismo desde la hora cero. Se criticaba con vehemencia las restricciones vigentes hasta diciembre de 2015, a las que se bautizó peyorativamente como “cepo” a fin de graficar la limitación de las ‘libertades individuales’. Se denostaba por entonces el llamado ‘dólar ahorro’, un sistema que mediante el portal web de AFIP habilitaba a los ciudadanos a comprar mensualmente una cantidad de divisas acorde a su capacidad contributiva, estimada en base a los registros del organismo. Cuatro años más tarde, la gestión macrista deja como herencia una restricción cambiaria extrema, que habilita la compra de una suma fija y acotada de divisas al mes, sin distinguir entre un empleado de ingresos mínimos y una multinacional.
Si la pobreza era la medida que Macri pretendía para que se evalúe su gobierno, la inflación era según el mandatario en sus días previos a la presidencia, ‘el problema más sencillo que debería resolver cuando fuera Presidente’. La realidad superó ampliamente su capacidad para lidiar con un problema que a priori catalogaba como sencillo. Tras haber aplicado durante dos años una férrea política monetaria combinada con una sorprendente laxitud fiscal, denominada ‘gradualismo’ por la usina de eufemismos duranbarbista, y tras escoger la ortodoxia monetaria una vez desatado el tsunami cambiario en abril de 2018, la inflación al cierre del mandato será del 55%. Estrictamente el doble de aquel 27% que recibiera como herencia del kirchnerismo. “Por supuesto que no me voy conforme con los resultados alcanzados en la lucha contra la pobreza o la inflación”, fue la tibia referencia en el mensaje presidencial.
“La economía no crece desde hace cuatro años”, era la evaluación en Cambiemos a fines de 2015. El diagnóstico encontraba fundamento en una dinámica de crecimiento en años impares-electorales, y recesión en años pares en los que la obra pública detenía su marcha. La economía ya no cuenta ni siquiera con ese ‘sube y baja’. Al cierre del año 2019, el nivel de actividad habrá caído al menos un 2%, completando dos años consecutivos de recesión, algo que no ocurrió nunca en los últimos 18 años. Los datos oficiales conocidos esta semana en relación a la actividad industrial, confirman una caída acumulada del 7,2%, con sectores virtualmente paralizados, como el automotriz, que retrocede un 24,5%, línea blanca (electrodomésticos) que lo hace un 14,4% o metalmecánica que cae un 12,8%.
Tal vez sea inverosímil que un mandatario saliente haga públicamente un diagnóstico tan descarnado de su propia gestión. Más difícil aún, es imaginar que con semejante panorama, la despedida sea casi una declaración de ‘auto indulgencia’.

En números

55%
Será la inflación al finalizar 2019. Estrictamente el doble que la inflación a fines del año 2015.
40,8%
La pobreza en el tercer trimestre del año según la UCA. Significa que existen 16 millones de pobres en el país.

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