La gestión Quiroga
Busca aparecer como un hombre práctico, que sólo tiene un objetivo: solucionar los problemas de la ciudad.
HÉCTOR MAURIÑO vasco@rionegro.com.ar
Ya se sabe: Quiroga aprovecha muy bien los espacios y es un gran comunicador. Arrancó ésta, su tercera gestión al frente de la municipalidad, con el firme propósito de marcar un contraste con la gestión que lo precedió. Si en el último año y medio aquella se diluyó en un internismo letal que, al menos en apariencia, la sustrajo de la gestión, “Pechi” se esmera por brindar una imagen de mucha presencia, mucho trabajo y mucha ejecutividad. Para su mayor lucimiento, el intendente sabe sacar ventaja de la ausencia del gobernador Sapag, quien anda a media máquina desde que ganó las elecciones el 12 de junio del año pasado. Se podrá decir que, a diferencia de Quiroga, que recién empieza, Sapag entra en su quinto año de trabajo y se ha ganado un descanso, pero es indudable que el mandamás de la “ciudad de un millón de habitantes” no deja pasar ninguna oportunidad para ‘robar’ imagen. El intendente tiene una cuenta pendiente con su ex secretario de Hacienda Martín Farizano y, justificadamente o no, su actual gestión tiene cierto olor a revancha. De ahí, entre otras cosas, el abandono sistemático de las políticas de inclusión que impulsaba su antecesor –las haya concretado felizmente o no– y el congelamiento de medidas como la incorporación de personal transitorio a planta acordado por el ex jefe comunal con el gremio, se supone que al amparo de las normas vigentes. En parte, pareciera, “Pechi” busca enmendar lo que a sus ojos resultan políticas equivocadas y también, seguramente, que nadie se olvide de quién es el que manda a partir de ahora. En ese afán por forjarse el perfil de quien no pierde tiempo en discusiones porque ha venido a poner orden en el presunto desorden, Quiroga –o su gobierno– se midió esta semana con los feriantes, con CALF, con la concesionaria de la Terminal y con los lavacoches, y hasta tuvo un raspón con los defensores de los espacios verdes. “Pechi” busca aparecer como un hombre práctico, desideologizado, que sólo tiene un objetivo: solucionar los problemas que se plantean en la ciudad. Pero frecuentemente la forma en que trata de solucionar algunos problemas tiene, contrariamente a lo que pretende insinuar, una fuerte carga ideológica. Un caso es el de los lavacoches, en el que apunta a aplicar lisa y llanamente la ordenanza que prohíbe lavar vehículos en la calle. Pero como la solución no va a la raíz del problema, que es la desigualdad y la falta de oportunidades para muchos, las soluciones drásticas terminan siendo una forma de tapar el problema. Después de todo, el hecho de que la Constitución garantice el acceso a una vivienda digna no ha impedido que el país viva una enorme crisis habitacional. Es cierto que el gobierno municipal ha planteado que va a capacitar a los lavacoches antes de sacarlos de la calle. Pero no es menos cierto que ese sector vive al día y que si no recibe una compensación por las horas no trabajadas no come. Lo contrario es tratar a los lavacoches como un problema y no hacerse cargo de que el problema es de todos. Lo mismo ocurre con los feriantes. Deben dejar los residuos ordenados para que la concesionaria del servicio de recolección se haga cargo. Pero, ¿molesta la basura o molestan los feriantes? Un tema que abrió un brecha entre Quiroga y el propio sector social que lo vota es la construcción de una playa de estacionamiento para 500 coches en el Parque Central. Es cierto lo que dice el municipio, que la propuesta estaba en la plataforma. Pero no es menos cierto que ganar las elecciones no es un bill de indemnidad. Antes de largar las topadoras a recortar un espacio verde que todos consideran valioso, es mejor consultar a las partes: vecinales, organizaciones ambientales, Concejo Deliberante. ¿Una consulta popular, acaso? Esto no quiere decir que no se valore la decisión y el empeño por solucionar los problemas de la ciudad, condiciones que Quiroga ha demostrado tener en sus dos gestiones anteriores y que parece decidido a volver a aplicar en la actual. Pero a veces la ejecutividad y las buenas intenciones parecen darse de narices con la tolerancia y la amplitud que requieren los mecanismos democráticos. Y siempre será mejor aparecer un poquito menos ejecutivo de imagen que correr el riesgo de incursionar en vertientes autoritarias. Está bien que la municipalidad cumpla con efectividad el papel de poder concedente del servicio eléctrico y eventualmente sancione a la concesionaria si ésta no cumple. Otro tanto ocurre con la Terminal, que costó a los neuquinos una fortuna y no da los servicios que corresponde: baños sucios, estacionamiento por encima de la tarifa, aire acondicionado que no funciona o funciona mal, etcétera. Además de los lavacoches que no cumplen la ordenanza pero están en el último eslabón social, hay muchas cosas en la ciudad de Neuquén para que un intendente se luzca. Los neuquinos pagan una fortuna por el servicio de recolección de residuos –basta compararlo con lo que se paga en Cipolletti– y la ciudad está llena de basura por todos lados. El estacionamiento sigue brillando por su ausencia, el transporte se acaba de licitar pero hasta acá ha sido malo y, en vez de tanto cemento como se ha puesto en algunos lugares, habría que acelerar la creación de espacios verdes. Más que contratar y contratar habría que hacer trabajar un poco más a la enorme planta de personal que tiene el municipio. Lo contrario, esquivar el problema tercerizando todo o licitando todo como hacen algunos intendentes, no sólo no es la solución sino que además alienta las sospechas sobre los negocios non sanctos de los funcionarios políticos. Con tanto por hacer seguramente Quiroga, que ya ha concretado dos gestiones rescatadas por el electorado, encontrará la forma de superarse a sí mismo.
Comentarios