La guerrilla colombiana congela el diálogo de paz

El principal grupo insurgente colombiano se retiró de la negociación con el gobierno, al denunciar una "conspiración" nacional y de EE. UU. en su contra. El gobierno advirtió a la guerrilla.

BOGOTA (Reuters) – La principal guerrilla izquierdista de Colombia suspendió ayer las conversaciones de paz con el gobierno tras denunciar una «conspiración» de «terroristas» de ultraderecha apoyados por Estados Unidos y las elites económicas y políticas del país andino.

La principal guerrilla izquierdista de Colombia suspendió sus conversaciones de paz con el gobierno, tras denunciar una «conspiración» de «terroristas» de ultraderecha apoyados por Estados Unidos y las elites económicas y políticas del país.

El anuncio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fue hecho minutos antes de una reunión de representantes rebeldes y del gobierno, en la que se discutiría el primer cese al fuego en 13 años de conflicto armado interno.

En un duro comunicado en el que arremetieron contra un plan antidrogas financiado por Estados Unidos, las FARC anunciaron que congelaban indefinidamente las negociaciones de paz, iniciadas en enero de 1999.

«Consideramos que hasta tanto el señor presidente y su gobierno no le aclaren al país y al mundo su posición oficial frente al terrorismo paramilitar y desarrollen políticas para liquidarlos, los actuales diálogos deber ser congelados», dijo el negociador de las FARC, Andrés París.

Pero las FARC, que ya habían hecho una suspensión en las conversaciones hace 22 meses, dejaron abierta la puerta a su reanudación al ratificar su «compromiso con este proceso que nos lleve a la reconciliación y a la reconstrucción del país».

«Un disparo a la sociedad»

El alto comisionado para la Paz de Colombia, Camilo Gómez, afirmó en el área neutral que la decisión «pone en riesgo el proceso» de paz. La postura del grupo insurgente es una «situación delicada, grave», afirmó Gómez, que regresó a Bogotá

Por su parte, el ministro del Interior, Humberto de la Calle, afirmó que la decisión de las FARC era «una especie de disparo con escopeta (…) a toda la sociedad colombiana».

La decisión de la guerrilla se produjo una semana después de que De la Calle se reuniera con el jefe de los grupos ilegales de ultraderecha, Carlos Castaño, para tramitar la liberación de ocho legisladores secuestrados. Los paramilitares combaten a la guerrilla izquierdista. Aunque el gobierno aseguró que la reunión con Castaño fue un «acto humanitario», las FARC acusaron al gobierno de dar reconocimiento político a los paramilitares, responsables de graves violaciones a los derechos humanos. Tales grupos , dijeron las FARC, «se han fijado el objetivo de construir una alternativa política terrorista, neoliberal y proyanqui», con la aquiescencia de las elites económicas, la clase política, la Iglesia Católica, la justicia y los medios de comunicación.

El «Plan Colombia» en la picota

Esta es la tercera vez que se suspenden las negociaciones de paz entre el gobierno y las FARC, dirigidas a detener un conflicto interno de más de tres décadas que ha dejado unos 35.000 civiles muertos en los últimos 10 años.

Las FARC critican duramente el llamado Plan Colombia, una estrategia antidrogas diseñada por el presidente Andrés Pastrana y a la que Estados Unidos contribuirá con 1.300 millones de dólares, en su mayoría en ayuda militar. El plan pretende combatir el narcotráfico en las selvas del sur del país, controladas por las FARC y donde se generan cientos de millones de dólares al año en cultivos ilícitos que les permiten financiar su levantamiento militar contra el Estado.

«La conspiración tiene como eje central la aplicación del Plan Colombia, o sea la participación militar abierta de los Estados Unidos de Norteamérica en nuestro territorio», afirmó el comunicado. Las FARC afirmaron que Estados Unidos, a través del Fondo Monetario Internacional, busca imponer «su plan neoliberal para plagar de más miseria y desesperanzas a nuestros pueblos». Las conversaciones se realizan en una zona de sabanas y selvas que equivale a dos veces el tamaño de El Salvador, cuyo control fue cedido por el gobierno a las FARC en 1998 .

Pero el proceso avanza en medio del escepticismo de la mayoría de los colombianos, que ve como el conflicto escala a niveles de barbarie, con aumentos de ataques, secuestros y extorsiones por parte de la guerrilla. (Reuters)


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